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Personajes perdidos en la memoria

Lucien Laurent, el hombre olvidado que marcó el primer gol en la historia de los Mundiales

La cantidad de nombres históricos en la lista de hazañas lo dejaron atrás y este día, a 87 años de la primera celebración de campeonato mundial, es buen momento para tener presente a quien inaugurara el conteo de goles en Copas del Mundo.

Su nombre no está entre los históricos del futbol, no hay cientos de camisetas que se vendan en ediciones especiales con su apellido. Es más, este domingo, a 87 años de la entrega de la primera Copa del Mundo, muchos aficionados al futbol no saben quién es Lucien Laurent. Saberlo es importante porque fue él quien inició la cuenta de goles mundialistas el 13 de julio de 1930, en Uruguay; en aquel Mundial que muchos jugaron con boinas.

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Laurent era francés, pertenecía a uno de los cuatro equipos europeos que decidieron embarcarse en un viaje de tres semanas hasta Uruguay para ser parte del proyecto del entonces presidente de la FIFA, Jules Rimet; el éxito de la competencia era incierto, pero había luchado demasiado por verlo realizado. El país sudamericano pujó más que el resto por la sede con dos preseas olímpicas como garantía de su desarrollo futbolístico y el poder económico para asumir los gastos que otros tantos golpeados por la crisis económica no eran capaces. El único problema fue la distancia, factor que complicó los planes de varios participantes; Austria, Hungría, Italia y España desistieron. Con una lista reducida de 13 selecciones, divididas en cuatro grupos, comenzó a vivirse el evento que hasta ahora es insuperable para el resto de los deportes.

El futbol no era el sustento de su vida, Lucien había jugado durante nueve años a nivel semiprofesional con el Cercle Athlétique de Paris, pero mantenía una rutina laboral como cualquier otra persona y fue gracias al empleo que tenía en Peugeot que llegó al Sochaux, club con el que la empresa mantenía un fuerte vínculo. El primer Mundial no detuvo a nadie de cumplir con sus labores y Lucien debió negociar su ausencia aunque sin goce de sueldo a cambio de ser parte de la primera convocatoria, una lista que tenía solo a los jugadores necesarios y viajó con un corto presupuesto asignado por la federación francesa.

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Los cuatro representativos europeos: Yugoslavia, Rumania, Bélgica y Francia se desplazaron hacia tierras uruguayas en la misma embarcación, equipada para el extenuante traslado que entre los entrenamientos improvisados en la cubierta, nada comparados con el ritmo de la preparación física actual, y las charlas, contaba también con cine, comediantes y piscina para relajarse. El ambiente era tal que Lucien lo calificó como un "campamento de vacaciones".

El Estadio Pocitos, casa del Peñarol en esos años, fue escenario emergente de los primeros dos partidos de aquel Mundial porque el Estadio Centenario, promesa de la candidatura, no estaba totalmente terminado. La víctima de la victoria de los franceses fue México, el Tricolor hizo historia con el primer gol encajado y una derrota por 4-1, de la que Laurent fue protagonista por abrir el marcador al 19'. En 1998, cuando Francia conquistó su título mundial y él era el único sobreviviente del primer representativo mundialista, el hombre del gol fue entrevistado por el diario The Independent y recordó el momento: "Nuestro portero sacó hacia el defensa central, quien habilitó a nuestro extremo derecho (Liberati), este recortó al defensa lateral y envió un centro cruzado que rematé de volea al ángulo desde unas 12 yardas".

El tamaño de la hazaña merecía una fiesta en los segundos siguientes en la cancha y en la tribuna, eso supondría cualquier aficionado en la época actual, pero Lucien Laurent vivió otra cosa: "Todos estaban contentos, pero no dimos una vuelta alrededor del campo, nadie se había dado cuenta de la historia que hacíamos. Un apretón de manos y volvimos al juego". Algún periódico francés hizo una mención del gol partido al día siguiente y no más, así lo relata el autor de la anotación que tardó en dimensionar el impacto de aquella tarde.

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Tanto para el equipo como para Laurent, la experiencia fue corta. Francia ganó solo el primer partido, perdió con Argentina y después con Chile; el mediocampista se lesionó en el encuentro contra la Albiceleste y fue suficiente motivo para no volver a ser alineado en la Copa del Mundo. Los representativos sudamericanos demostraron la superioridad de sus proyectos de trabajo físico, llegaron a la final y los anfitriones levantaron el trofeo en el hoy histórico Estadio Centenario.

El hombre del primer gol acumuló diez participaciones con la selección, fue parte de la victoria 5-2 sobre Inglaterra el año siguiente y de nuevo una lesión fue impedimento para sumar al historial mundialista la experiencia de Italia en 1934. Marcó otro tanto en compromisos internacionales y no hubo más para Lucien, quien al ser entrevistado en 1998, reconoció un estilo de juego brusco, rápido y potente en la selección campeona liderada por Deschamps.

Laurent jugó para el Rennes durante tres años y en 1939, cuando era parte del Strasbourg Alsace, recibió el llamado de las fuerzas armadas. En plena Segunda Guerra Mundial fue apresado por militares alemanes, en esa condición se mantuvo hasta 1943 y al salir, descubrió que su casa en Estrasburgo había sido robada, entre las pérdidas estuvo la camiseta de la única Copa del Mundo que pudo jugar. Se reintegró al juego con el Besançon FC y puso punto final a su carrera tres años más tarde.

"Todos mis recuerdos siguen ahí, bien guardados en una esquina de mi vieja cabeza. Nadie puede robarmelos", dijo varias décadas después, a los 86 años, edad a la que mantenía la pasión viva por el juego con partidos en su comunidad. La cantidad de nombres históricos en la lista de hazañas lo dejaron atrás y este día, a 87 años de la primera celebración de campeonato mundial, es buen momento para tener presente a Lucien Laurent.