Cómo el skate salva a los niños sudafricanos de las pistolas
Photo: Markus GilliarGES for Mercedes-Benz

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Cómo el skate salva a los niños sudafricanos de las pistolas

La ONG sudafricana Indigo Youth Movement usa una estrategia poco habitual para conseguir que los niños de las zonas más peligrosas escapen de un futuro oscuro: el skate.

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Wayden, un chico de 12 años, sonríe tímidamente y levanta el skate con la puntera antes de planchar un flip 360. Cuando lo logra, se gira hacia a mí: su sonrisa ha perdido toda la timidez.

"¡Te lo dije!", exclama, ya confiado en sus habilidades. "Puedo hacer más trucos. ¿Los quieres ver?"

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Wayden parece un adolescente más en un skatepark: viste una camiseta holgada, unas zapatillas de tela bien atadas y una gorra de visera plana negra. Mientras coloca su tabla en la posición que necesita para clavar el siguiente truco, me mira para asegurarse que estoy prestando atención: como a cualquier chaval de su edad, le gusta presumir de sus habilidades.

Aquí, en la villa de Kleinvlei en Sudáfrica, a una hora en coche de Ciudad del Cabo, no hay mucho de qué presumir. Los distritos circundantes se cuentan entre las áreas más marginadas del país. Las líneas sólidas de cemento del skatepark generan un crudo contraste con las casas medio en ruinas que conforman el paisaje.

En la pared gris de detrás del parque hay un grafiti donde puede leerse las palabras "Paz, equilibrio y amor". No hace mucho, esta área era de riesgo. Las bandas criminales operaban cerca.

Kyle Trusky, de 21 años, lleva patinando en este lugar desde 2009: "Cuando empecé todo era muy básico", dice. "He visto niños de ocho o nueve años consumiendo drogas y fumando. Hemos escuchado disparos. No hay niño aquí que no haya escuchado el sonido de un disparo".

Hoy, todos las tardes entre semana, la polvorosa plaza se llena de niños vistiendo rodilleras y dando sus primeros pasos titubeantes sobre una tabla de skate.

El parque y las lecciones están a cargo de Indigo Youth Movement, una ONG fundado por el antiguo skater sudafricano Dallas Oberhalzer. Respaldado por la organización benéfica deportiva sudafricana Laureus, el proyecto ofrece lecciones de skateboard a niños de cinco a 18 años y promueve el desarrollo de la comunidad.

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Logotipo de Laureus pintado en el suelo. Foto de Markus Gilliar para Mercedes-Benz

Ellos proveen los monopatines, los cascos y las rodilleras. Hasta la camiseta de Wayden es una donación. No obstante, el material es lo de menos: lo único importante son los skateboards, porque sin ellos, existe una alta probabilidad que en un par de años todos los niños que hoy patinan terminaran formando parte de bandas criminales.

"Las bandas criminales buscan reclutar a jóvenes de 13 a 14 años", explica el líder del proyecto Charl Jensel. "Se convierten en traficantes o en cualquier cosa relacionada con las drogas. Cuando oigo disparos, pienso que si los niños no estuvieran conmigo serían los que estarían disparando".

O cosas peores, incluso: Kyle me cuenta la historia de un adolescente de un distrito cercano que se dio de baja de las clases de skateboard y fue encontrado sin vida días después por la violencia desatada por las bandas criminales. Tenía 16 años.

"Esto abrió los ojos a los demás niños", dice Charl. "Si no eres parte de este programa puedes acabar así de verdad. Es esto o la muerte. Es real".

El líder del proyecto Indigo Youth Movement, Charl Jensel. Foto de Markus Gilliar para Mercedes-Benz

Ciertamente lo es. Sudáfrica tiene uno de los índices de homicidios más altos en el mundo; en 2014, Ciudad del Cabo fue clasificada por una ONG como la ciudad más peligrosa de África, con más de 50 asesinatos por cada 100.000 habitantes.

La mayoría de los homicidios tienen lugar en Cape Flats, apodado "el territorio de desecho del apartheid". Lo que fue alguna vez un complejo de ghettos para las personas de color obligadas a dejar la ciudad en la década de los 70 y 80, estas comunidades marginadas aún sufren los efectos de la pobreza y la exclusión social.

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Si la presencia de un skatepark parece fuera de lugar en este sitio, aún más extravagante parecía el primer proyecto de Indigo en una comunidad zulú cerca de Durban, en la costa este de Sudáfrica. En el Valle de las Mil Colinas de la provincia KwaZulu es más fácil compartir la carretera con gallinas y cabras que con coches.

Fue en ese valle donde Dallas fundó su primera escuela de skateboard en 2001. Al principio funcionó como un campamento de skate, donde se ofrecían actividades para los niños de la ciudad de Durban en vacaciones como una forma de generar dinero en las áreas más castigadas por la pobreza, y también para integrar a las tribus AmaZulu a la sociedad.

"Vimos cómo el proyecto rompía las barreras sociales, así que desarrollamos manuales instructivos de skateboard y formas para enseñarlo con mensaje positivo", explica Dallas.

El campamento original de Indigo en Durban. Foto de Craig Scott

Dallas reclutó a Charl para supervisar los proyectos tras encontrarlo trabajando en un skatepark cerca de la universidad de Stellenbosch. Charl, de 28 años, comenzó a patinar a la edad de 15 tras dejar la escuela, pero regresó a los estudios al darse cuenta que el skate podría proveerle una carrera.

"A esa edad solo quería ser guay y molar, pero cuando comencé a patinar vi las cosas de forma diferente. Me motivó a hacer cosas nuevas y mejorar". Charl, sin embargo, confiesa que no fue hasta que visitó el proyecto que realmente se dio cuenta que lo mismo podría pasarle a los niños.

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"Vi la diferencia que estaban logrando y me di cuenta que era lo que mi comunidad necesitaba. En nuestra sociedad las únicas personas que nuestros niños tienen como inspiración son los maleantes", lamenta.

Dallas está de acuerdo: "La gente de este lugar no tiene una identidad o propósito. Solo tratan de sobrevivir. Las áreas alrededor de Cape Flats son famosas por sus bandas criminales. Cuando los niños están aquí en el skatepark, en cambio, están enfocados en una actividad positiva".

La clase se junta mientras Charl da algunas instrucciones de calentamiento. "¿Por qué Indigo nos ayuda a ser modelos a seguir?" Unas cuantas manos se alzan.

"Aprendemos a respetar y apoyar a los demás", dice uno de los niños.

"¡Correcto!", responde Charl. "¡Que levante la mano quien sea un modelo a seguir!". Esta vez todas las manos se alzan con entusiasmo.

Varios chicos y chicas de la escuela sonríen antes de subirse a las tablas. Foto de Markus Gilliar, GES

* * *

Entre abril de 2014 y marzo de 2015 hubo 17.805 homicidios y más de 50.000 delitos sexuales en Sudáfrica. El país es el número uno del mundo — que en este caso significa el peor— en el índice de desigualdad Gini, que entre otras cosas mide las diferencias entre los ingresos de las distintas clases sociales.

A diferencia de algunos deportes, el skate es accesible hasta para los más pobres. Dallas señala el pedazo de cemento en el que estamos sentados: "No necesitas mucha infraestructura para practicar skate y la belleza de un skatepark es lo indestructible que es".

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Además, es percibido como un deporte lo suficientemente cool para atraer hasta al tipo más malote de la clase. En 2010, Indigo recibió la visita de la leyenda del skate estadounidense y embajador de los Laureus Tony Hawk. En 2013 un exalumno de Indigo, Thalente Biyela, se mudó a EEUU para perseguir una carrera profesional en el skate; actualmente vive en Los Angeles tras protagonizar un documental.

"De verdad nos gusta intentarlo e inculcar a una edad temprana que todos pueden convertirse en estrellas", afirma Dallas.

Uno de los adolescentes vuela alto en el skatepark de Kleinvlei, Sudáfrica. Foto de Markus Gilliar, GES

"Queremos intentarlo y ayudar a los jóvenes a sentirse conectados con algo más grande gracias a la familia y la cultura del skate. Queremos darle esperanza a los niños", prosigue Dallas.

Los crímenes de bandas delictivas no son la única amenaza para el bienestar de los niños. En Capa Flats, el desempleo de la población adulta se encuentra en el 23,9% y el desempleo juvenil está en el 31,9%: sin empleos mucha gente termina en las drogas y en el alcohol.

Un estudio de 2013 del South African Medical Research Council descubrió que el 40% de los hombres han golpeado a sus parejas y uno de cada cuatro ha violado a una mujer. No solo eso, tres cuartas partes de aquellos que admitieron haber violado a alguien dicen que lo hicieron cuando eran adolescentes.

Los más pequeños realizan varias actividades lúdicas cuando a los grandes empiezan a hacer piruetas. Foto de Markus Gilliar, GES

Con el calentamiento completo, los niños forman en una línea de conga y rodean una pista de obstáculos hecha con skates con los ojos vendados. Detrás de ellos, los mayores practican saltos. En el fondo, cruzando el territorio de Cape Flats, la montañas de Boland se erigen a través de la neblina.

"Los niños buscan los grupos criminales para sentirse parte de algo más grande, y el skate provoca el mismo sentimiento", afirma Charl. "Practicar skate mola, te da una sensación de libertad cuando estás arriba de tu tabla… te olvidas de todo lo demás".

En el parque, una madre sujeta la mano de su hijo de dos años al mismo tiempo que lo empuja sobre una tabla de plástico. El niño apenas puede permanecer de pie, pero se emociona conforme la tabla avanza. Aún le quedan años para poder inscribirse a las clases, pero su madre está ansiosa de que pueda hacerlo cuanto antes mejor.

"Vengo al parque en cuanto termino de trabajar", me dice. Le pregunto si su hijo se unirá a las clases cuando sea lo suficientemente grande y mueve la cabeza en señal de aprobación: "En cuanto podamos".

No sabemos si la autora sabe hacer un flip, pero está claro que cuenta buenas historias y está en Twitter: @frankicookney