La vida antes y después de subir al ring

FYI.

This story is over 5 years old.

lucha libre

La vida antes y después de subir al ring

Las paredes y el aire de este pasillo de la Arena México poseen vestigios visibles de sueños e ilusiones, de nervios e incertidumbre que rondan al rededor de la cabeza de los luchadores antes de salir disparados rumbo al cuadrilátero.

Sigue a VICE Sports en Facebook para descubrir qué hay más allá del juego:

Las paredes y el aire de este pasillo de la Arena México poseen vestigios visibles de sueños e ilusiones, de nervios e incertidumbre que rondan al rededor de la cabeza de los luchadores antes de salir disparados rumbo al cuadrilátero.

Si miras bien se perciben rastros de esa inevitable soledad que siente un hombre antes de enfrentarse a su destino. También hay restos de eso que queda cuando cualquier humano mira sus expectativas hechas trizas. Se puede escuchar claramente a la vida enhebrando sus hilos.

Publicidad

Y, claro que se detecta el aroma del triunfo. El inconfundible tufo que sueltan los latidos de un corazón contento. Un corazón que sabe que todos los sacrificios han valido la pena. El zumbido de la tenacidad de los que no saben renunciar a sus sueños.

Leer más: Cassandro, el Divo del ring

Por este lugar pasan todos los actores que hacen posible que cada semana regrese el público a enloquecer sobre las butacas.

Marguertite Yourcenar dice, en _Alexis o el tratado de inútil combate: "… _t__odos nos transformaríamos si nos atreviéramos a ser lo que somos." La máscara, tal vez, nos ayuda a llegar a ser lo que somos. A encontrar nuestro rostro auténtico. Adquirimos personalidades ajenas para ir descartando posibilidades, como si nuestro rostro fuera una cebolla despojándose de sus pieles.

Eso es para los mortales, que a penas logramos ser una persona verdadera, cuando bien nos va.

Con los luchadores es otra cosa. Ellos son dos. Y cada uno de los que habita en el mismo cuerpo, tiene un corazón distinto.

Shokercito, un guapo guapo por los aires

Quinientos por ciento guapo. Eso es lo primero que hay que mencionar de él. Es un maestro en el manejo de las cuerdas. Escurridizo. Ha tumbado cinco cabelleras. Cuando cumplía ocho años como luchador profesional lo despojaron de la tapa.

En enero de 2009 se quedó solo, frente a Pierrothito, apostando la máscara, encerrados en una jaula de la cual lograron escapar, Cósmico, Eléctrico, Niño de Acero, Fantasy, Mascarita Dorada, Pequeño Ninja, Pequeño Olímpico, Pequeño Black Warrior, Tzuki, Último Dragoncito y Pequeño Universo 200.

Publicidad

Esa noche el público conoció el rostro de Javier Cortés Sánchez, originario del estado de Oaxaca. En cualquier combate existe la posibilidad de perder, ni modo.

Esta noche se enfrenta a Pequeño nitro y Mercurio, su compañero será Stukita. "Me siento tranquilo, un poquito de presión". Su carrera es de quince años dedicados al encordado, a las llaves y los golpes. "A veces llego a tener nervios. Cuando me enfrento por la cabellera o en un mano a mano. La gente de aquí son muy aficionados, muy exigentes. Se disfruta toda la lucha, desde que empieza uno, hasta que termina".

Cuando entra a ese pasillo que es el camino sin retorno, se encomienda a dios. "Es un deporte peligroso, y más que nada quiero que todo salga bien".

Su debut fue en la Arena Coliseo. "Iba bien nervioso, no sabía con quién iba a enfrentarme, con un poco de nervios. pero todo salió bien. Ya llevo quince años aquí.

Para mí y mis contrincantes fue difícil". Sus rivales fueron Sombrita y Guerrerito del futuro. Su pareja fue el Pequeño Olímpico.

Esa noche, Shokercito, en plena efervescencia salió volando del ring sobre Guerrerito. El impacto fue tan brutal que se desconectó por un instante de lo que sucedía en el encordado. Cuando logró levantarse se dio cuenta que su compañero había rendido a Sombrita. Todo bien, había debutado con el pie derecho.

El Charrito de oro fue su maestro. El Gladiador también. Shokercito se despide y sale apresurado a su cita con el ring.

Publicidad

Leer más - Aquella primera pelea: una entrevista con Nicolai Howalt

Zeuxies. Hasta las mentadas de madre saben bien

Mitad de aquí, de México, mitad de allá, de Puerto Rico. Un ojo de su máscara es asimétrico. Su cuerpo no. Sobre el lado derecho de su rostro cae un mechón de pelo que es claro gesto de coquetería con ella misma. Zeuxis es completamente sexi. Lleva siete años peleando para el CMLL.

Conoció en 2005 la lucha libre. Antes le gustaban otros deportes, futbol, basquet. Cuando la hermosa figura de Seuxis cruza el pasillo, ella sabe que no sólo se enfrentará a otras luchadoras, la acompaña el asma. Parte de su máscara es una especie de tatuaje temporal que ella misma se dibuja antes de subir al ring.

Disfruta su maldad.

"Decido ponerme máscara porque me permite ser la niña que no soy. El punto clave de mi personaje es la innovación. Sacar cosas diferentes para que la gente se de cuenta que ahí sigo. La mayoría de las personas usamos máscaras, ya sea con la familia, con los amigos, la misma sociedad. El hecho de ser Zeuxis y por abajo una persona normal, creo que es algo que no ha cualquiera se le da.

"La persona que diga que no siente nervios antes de subir al ring es porque realmente ya no le apasiona su trabajo. Todavía se sienten nervios, esas cosquillitas por ya demostrar lo que tienes. Y cuando sube la adrenalina es algo que no puedo explicarte, es algo que tienes que vivir para saber, esa explosión que llegan a la cabeza".

Publicidad

Entrenó duro a lo largo de cuatro años antes de sentirse segura para treparse a un ring. Primero entrenó con Panchito Villalobos, Pancho Navarro, luego con el gran Satánico y ahora entrena con el maestro Virus, Último Guerrero y Shoker. Los rudos, los rudos, los rudos. "La gente me recrimina por mi rudeza, entonces, hasta las mentadas de madre saben bien". Lo dice con un supremo gesto de coquetería, con un risa esbozada que podría terminar de derretir el hielo del Polo norte.

"Lograr que la gente se moleste por lo que estás haciendo es un reto, y pues me hace feliz".

Se encuentra en el pasillo, sólo las separan dos delgadas cortinas negras antes del pasillo definitorio. Sus compañeras están junto a ella. Amapola y Metálica. Primero salen ellas dos, antes de irse, Metálica le da un tierno beso de compañerismo. Un deseo de que las cosas salgan lo mejor posible. Zeuxis, da brinquitos sobre la punta de los pies, va de un lado a otro del pasillo, se recarga en la pared, junta sus palmas, las eleva, algo le pide al cielo, cierra los ojos, el momento ha llegado.

"La lucha Libre en México es 100% cultura, no es un show o espectáculo, como lo hacen en Estados Unidos. Si le preguntas a un extranjero qué es lo que define México, yo creo que sería lucha libre.

"Mis castigos son nuevos e innovadores. Me gustan mucho los golpes. El llaveo es la base, si no sabes llavear, es algo que no vas a complementar como luchadora. Pero lo mío, lo mío es el Strong style, los castigos fuertes".

Publicidad

Debutó en Guadalajara y temblaba antes de subir al ring.

Carístico, goleador de barrio

Estamos en el partido de la semifinal de un torneo de barrio. El penalti que está a punto de ser cobrado es importantísimo. Carístico, que aún es adolescente, y no sabe que su futuro está en el ring es el encargado de cobrar la falta. Silencio en las gradas. O silencio sólo en su cabeza, quizá al rededor el bullicio es grande, pero él no escucha. Se encarrera. Sabe que está prohibido fallar. Golpea con todas sus fuerzas el balón. He dicho con todas sus fuerzas. El balón no se mueve hacia ninguno de los costados, sale directo a donde se encuentra el portero. Lo más probable es que el balón no cruce la línea de gol. Pero ni siquiera hay tiempo de pensar en eso, no a la velocidad que viaja el balón. El público se levanta expectante. Gol. Carístico le pegaba tan fuerte al balón, que metió la pelota en las entrañas del portero y lo hizo retroceder hasta que, acompañado del balón cruza la frontera del gol. Golazo.

"El hombre no es un individuo, sino una República habitada por ciudadanos múltiples e incongruentes." Eso decía Stevenson, y la frase le viene bien a Carístico, que antes fue Myzteziz, Mistic 2. y, claro, el nombre que lo puso en la estratosfera de la lucha libre, Místico.

Lo primero de lo que habla es del rival que enfrenta esta noche. Último Guerrero, le reconoce el talento y la fuerza, pero se sabe superior.

Publicidad

"Los nervios no se caban, a pesar de que soy un luchador y de que la gente piensa que subimos como robots, como súper héroes, somos seres humanos y los nervios siempre van a estar. Ya cuando uno sale al ring, se le quitan los nervios. Los nervios al caminar rumbo al ring, siempre van a estar".

En su vida cotidiana trata de olvidarse de sus rivales.

"Cuando me quito la máscara soy una persona normal, común. A pesar de que el luchador es el famoso, el que se rompe el alma arriba del ring, pues el cuerpo también es de la otra persona, del ser humano . Es algo muy padre llevar doble vida, con máscara y sin máscara. Ser una persona famosa y una persona normal.

"Soy una persona que siempre anda entrenando, que siempre se anda preparando para dar lo mejor arriba del ring para que el público siempre salga contento".

Debutó en el barrio de Tepito, al lado de su padre, el Dr. Karonte, aquel salvadoreño retirado en los ochenta que usaba una K en uno de los costados de su máscara, recordado por su rudeza. A pesar de sus múltiples nombres sobre el ring, Carístico no deja de ser hijo de ese hombre. Carístico tuvo la oportunidad gracias a que faltaba un luchador para completar la función. Fue una sorpresa, algo imprevisto. "No estaba preparado mentalmente para luchar arriba de un ring.

"Tienes que estar tranquilo, pensar en que todo te salga bien, pensar en el público. Soy una persona que siempre tiene el triunfo en la mente. Y siempre le pido a dios que me proteja, no namás a mí, a mí y a todos mis compañeros. Sabemos cómo subimos, pero no cómo bajamos.

Publicidad

"Mis primos, mis hermanos, mi tío, mi padre son luchadores pero lo mío era el futbol. El futbol era mi vida, siempre traía un balón en las manos, andaba jugando con él, yo creo que nunca tenía la lucha libre en la mente, eso ya fue más adelante. Ya después me gustó la lucha libre y mi sueño era luchar en la Arena México".

Estrellita, una toalla de capa y un calzón como máscara

A los catorce años tuvo su primer contacto con la lucha libre. En el lugar en el que vivió no había funciones de lucha, pero veía las películas del Santo. Jugaba con una toalla que servía de capa y un calzón como máscara, y jugaba con sus hermanos.

"Mi familia no viene a verme, porque ni siquiera les gusta la lucha. Dice mi mamá que yo fui la única loca".

"Desde que vi una función en vivo supe que esto era lo mío, lo que yo quería hacer. Fue en Naucalpan, acompañé a unos compañeros con los que tocaba en un grupo musical, ellos eran luchadores. Y desde ahí me atrapó.

"Yo toco el saxofón y el piano clásico".

Esta noche ha salido enfundada en un traje rojo. Podríamos decir que ha salido vestida para matar. En el internado donde estudió aprendió música por nota, allá en Zamora Michoacán.

"Conocí a esos luchadores que tenían un grupo que se llamaba los Rudos del Ritmo, ellos me invitaron a formar parte de su grupo. Yo tocaba el teclado, su tecladista se había ido. Y ya no hubo quien me sacar de la lucha.

"Mi mayor sueño es terminar mi carrera de Médico.

Publicidad

"Yo, Viviana, admiro mucho a Estrellita, porque es una mujer aferrada, que no se queda con las ganas de nada y siempre lo que se propone, lo consigue. Gracias al apoyo del público que la anima mucho. Estrellita es sólo arriba del ring, es coqueta, juguetona, bromista. Un día es colegiala, otro día es enfermera, otro día es novia y policía. "Estrellita es demasiado atrevida, y Viviana se aguanta…

"Los golpes no los disfruto, pero van con el paquete. Me gusta que el público me aplauda cuando hago una llave que les gusta o tengo un triunfo, esa es mi mayor paga. Jamás planee ser luchadora. Estos veintitrés años han sido muy buenos, pero hay mucho más que recolectar.

"En mi primera lucha no me fue tan bien, perdí, me abrieron la cabeza, sangre, me dieron una golpiza, me dio calentura, no me pude levantar al otro día, pero la sensación de subir al ring, sigue siendo la misma, desde el primer día hasta ahora".

Volador Jr. La pena de luchar sin máscara

"Ya tengo casi veinte años de luchador. Luego de la presentación, debes dejar todo atrás y enfocarte en tu trabajo. La adrenalina sube al máximo porque quieres mostrarle a la gente lo que has aprendido".

Tengo algo en común con este hombre al que es la primera vez que veo de cerca, su padre era nuestro ídolo. Aquel luchador de mascara azulosa, con tiras de colores que acentuaban su complicidad con los aires.

"Mi padre me enseño esta linda profesión, me dejó esta herencia. Superado a él, no creo haberlo superado, pero sí lo he alcanzado".

Publicidad

En ese preciso momento entra al cuarto de las entrevistas un ingrediente que se adelantó, un torbellino de energía que no sabe estar quieto, un vendaval llamado Máximo que no deja de interrumpir y hacer bromas hasta que alguien lo llama a su sesión de fotos.

"Cuando traía la máscara era desplayarme más, haz de cuenta que ocultas tu identidad y te transformas en otra persona. Ahora que perdí mi máscara has de cuenta que me sentía desnudo, me daba pena. Poco a poco lo he ido superando".

Máximo, lo luchador y desmadrozo lo traigo en la sangre

"Aquí estamos, un poco cansado, pero con toda la actitud positiva. Me toca enfrentarme a una leyenda de la lucha libre, Máscara año 2000, un reto difícil. Estoy muy nervioso, tengo ansiedad, y ya con ganas de subir y ya, que pase lo que tenga que pasar.

"Yo crecí viendo luchar a los Hermanos Dinamita, crecí viéndolos rudear. Unos grandes rudazos. Esta es una noche difícil, dura".

Máximo dice, como todos, que siente nervios, pero no se le notan. Se la pasa cabuleando a todos. Riéndose, echando desmadre.

"Al mal tiempo, buena cara. Trato de disfrutar mi trabajo, pasármela a gusto y saborear.

"Máximo es igual arriba y abajo del ring, soy alegre, me gusta darle buena cara a la vida. Y trato de llevarme a gusto. Si estás feliz eso se transmite. Lo luchador y desmadrozo lo traigo en la sangre. Toda la familia Alvarado somos alegres. Mi padre es el señor Porky. Mantener el nombre de la familia en alto es difícil".

Publicidad

"Desde que tengo uso de la memoria, en tu pobre casa, se desayuna, se come y se cena lucha libre. Vienen las nuevas generaciones. Tengo dos pequeñines, uno de seis y uno de cuatro y en la casa ya hablan de lucha libre durante la comida, es algo que es inevitable.

"Afortunamente no he tenido lesiones tan graves que me alejen del cuadrilátero mucho tiempo, espero que no lleguen, pero esta es una carrera peligrosa".

Su ídolo era su padre. Y luchan muy parecido, ocupan la sorpresa de la agilidad en un cuerpo en el que nadie que cree que eso exista, y el humor. Son encantadores para los que se sientan en las butacas. Además admiraba a Kung-fu, Kato kung lee, Black man. Una tercia que él disfrutaba mucho de pequeño.

También fuera del ring y de este mundo tangible tiene un ídolo, Batman. Le gusta que use máscara y que cuando se la quite sea otro tipo, reconoce el mismo misterio que rodea a la lucha libre. Una vez él tuvo máscara, pero en el Consejo Mundial de Lucha Libre le pidieron que se la quitara. Acertaron.

"Me siento mejor sin máscara, más libre, más suelto, disfruto y hago mi trabajo".

Sale a enfrentarse a su destino, sea cual sea.

Marco Corleonne, el sex capo

Pocas veces la parte femenina del público hace tanto estruendo por la aparición de un luchador. En cuanto Marco comienza a su camino al ring, ellas gritan de forma ensordecedora. Las peores guarradas vuelan por la arena como aves descontroladas. Él, Marco Corleone, lo goza. Comenzó luchando en la WWE, en Estados Unidos. Le fascinaba la lucha libre mexicana. Su primer nombre de luchador fue Marc Jindrak. Nació en 1977. Es neoyorquino.

Publicidad

Antes de la lucha jugó basquetbol en Nueva York, en la Universidad de Keuka. Su ídolo era el número 23 de los Toros de Chicago. "Si Jordan no era tu ídolo en ese momento, probablemente era porque te gustaban los Pistones de Detroit. The bad boys".

El cuerpo de Marco es grande y de músculos definidos, mide un metro con noventa y ocho centímetros. Ha salido dos veces en telenovelas, una de ellas como un maleante ruso. Al lado de Máximo y Rush ganó el campeonato de tercias. Para él el básquet y la lucha tienen la misma preparación, estiramientos, y la preparación mental, es un deporte frontal la lucha libre. La gente también juega. La gente y el referí.

Hace cincuenta días, hoy, que nació su segunda hija. Disfruta de su paternidad, la cara se le llena de orgullo.

Antes de subir al ring hace una oración. "Le entras duro, y quieres ganar, pero lo que más quieres es que todos tus compañeros regresen a casa. Y más en este tiempo de navidad. Voy con la mente limpia".

Rush, los rudos ya no existen

Volar, atrabancarse, agolparse, abalanzarse, subidón, prisa. Esos son sinónimos de la palabra rush. Y también del luchador que usa ese nombre: Rush. Con la mirada encendida. "Esto es cosa de herencia, de mis padres, de mis tíos, yo tengo la lucha libre en mis venas. Cada vez que llega Rush a una arena, marca la diferencia".

Rush formó con Marco Corleone y Máximo el Bufete del amor. Una tercia de miedo. Hace veintiocho años nació Rush, en Tala, Jalisco.

Publicidad

"Hoy en día dejaron de existir los rudos, ya no hay rudos. Todos son una bola de niñitas, para eso estamos nosotros, los Ingobernables, Pierroth, la Máscara y yo. Lo mejor de hoy. Porque los ingobernables vamos a todo el mundo, Japón, Estados Unidos, México".

Pierroth, el original le heredó al padre de Rush el nombre para que el personaje siga presente en el encordado. Y él está haciendo su propia historia.

"Todo se lo aprendí a mi señor padre, la rudeza, todo lo que ves se lo debo a él. Yo heredé la rudeza de mi padre.

"Yo siento el rush desde abajo del ring. Mi propósito es no ser del montón, es demostrarle a toda la gente que yo siendo técnico le hago el trabajo a los rudos. A lo que hoy en día ya no hay. Dejaron de existir. La palabra rudo les queda grande. Rush, el luchador más odiado, el luchador del momento, el luchador que vino a quedarse y a marcar la diferencia".

Al bajar del ring

Shokcercito y Stukita

Shokercito es el primero en bajar. No parece estar presente, sus ojos desorbitados, el cuerpo y la cabellera llenos de sudor. Agitado. Con la mente palpitante, como si despertara en un mundo desconocido. "Me fue bien, gracias a dios. Bien emocionado, vengo con energía todavía". Parece que se ha trepado a un vórtice y la efervescencia permea en él. Le cuesta hilar las palabras, distinguir las emociones, son demasiadas, como un enjambre que lo acecha.

"El público bien , valió la pena subir. Me siento contento. Estoy satisfechísimo".

Publicidad

Hoy le tocó ganar.

Stukita, quien fue pareja de Shockercito esta noche, tiene uno de los atuendos más hermosos. Se nota la dedicación en el detalle. Bajó cansado, con golpes y rasguños, marcas de mordidas. "Es una emoción que no cabe". Confieza entre jirones de aliento cuando le pregunto qué siente".

"Cuando estás en el antes existe el nerviosismo de enfrentarse al monstruo de las mil cabezas, es un nerviosismo que no se compara con ninguna otra situación. Es algo muy difícil de enfrentar. Por un momento toda la gente te está viendo, cómo caminas, cómo estás vestido, cómo te mueves, eres el centro de atención por un instante.

"Cuando haces las cosas bien, la gente cada vez te pide más y más".

Stukita nació en la Comarca Lagunera, cuna de grandes leyendas de la lucha libre y la literatura. Su padre, Halcón Soriano Jr., fue su maestro. Le gustan, sobre todas las delicias laguneras, las gorditas de harina, los tortillones, el menudo.

Zeuxies, todavía con las ganas de matar gente

Al bajar del ring, le cuesta montar palabras sobre su agitada respiración, parece que las corretea. Habla de esa lucha en jaula que las espera el día 25 de diciembre en donde caerán máscara o una cabellera. Ve a las técnicas con desventaja, cree que serán ellas las que pierdan.

"Traigo todavía la adrenalina arriba, sigo contenta, emocionada, aunque un poquito enferma, pero mira, todavía con las ganas de matar gente".

Publicidad

Hace un gesto que claramente es para demostrar su poder, su fuerza.

Estrellita, la luz de ser vencido

La vi volar, y hacer llaves con las que la gente la ovacionó. Pero no le alcanzó para salir victoriosa hoy.

"Nos ganaron las rudas, fue un triunfo bien. Creo que fue un exceso de confianza. Hoy, pus me confié, pero perdí una batalla, no la guerra. No asimilo la derrota, ahorita como que todavía no me cae el veinte, pero no importa, porque en la función del 25 de diciembre podré desquitarme de lo que me hicieron hoy".

Con sus delicado dedos de pianista toca apenas su piel debajo de su nariz, le sacaron algo de sangre. Lo dice como si fuera una travesura de niña.

"Desde ahora ya me estoy preparando para el 25, sólo me falta preparar mi conciencia, porque seremos diez luchadoras, todas contra todas. Hay que sacar más fuerzas sobrehumanas".

Se lleva su hermosura lejos.

Corleone y los aires

Es increíble verlo en el aire. Abriendo los brazos. Entregado a su oficio. Viene sudoroso, algo alicaído.

"Bien, perdimos. Triste, perdimos la lucha. Pero hay muchas más luchas y gano más de lo que pierdo. Nosotros dimos todo, los rudos ganaron justamente. Sin trampa, ellos nos ganaron, punto.

"Vuelo por lo aires como Jordan, cuando los Bad boys no estaban fauleándolo".

Un ingobernable hablando

Rush está rodeado de grabadoras. Presume que los Ingobernables se irán de gira a Dubai, Miami, Hawai.

"Hechos, estos son los hechos, ingobernables, recuérdenlo bien, toda la bola de villamelones, Ingobernables, la fracción más carbona a nivel mundial. ¿Les quedó claro? Ingobernables".

En la mano traía la máscara de Atlantis, como un trofeo. No quiso soltarla. Habló mal de ella y dijo que la leyenda del que una vez fuera el ídolo de los niños, estaba acabada y que él le daría la estocada final.

Máximo, la camilla como salvación

A Máximo no pudimos entrevistarlo al final de la pelea. Mientras peleaba contra Máscara año 2000, la nueva generación, los hijos de los Dinámita aparecieron en el ring. Se fueron sobre él, vestidos como salvajes rancheros, con botas, jeans, el torso desnudo, y mucha violencia. Entre los cuatro lo tundieron a patadas. Demasiada dinamita para un solo hombre. La camilla fue su forma de abandonar el ring. Ojalá esté bien.

Carístico, la ofensa de que te rompan la máscara

"Así comienzan las rivalidades, estoy harto de que cada semana Úlimo Guerrero me roompa la máscara. No me quiere aceptar el mano a mano. Creo que tiene miedo".

Su equipo ganó por descalificación y la victoria así no le sabe. Él quiere demostrar que es superior. Desde abajo del ring, un niño le lanzó una máscara cuando Último Guerrero se la arrancó a la mala. Ahora trae otra.

Último Guerrero se hizo para atrás cada que se encontraron sobre la lona. Quién sabe que vaya a suceder con esta rivalidad.

Puedes ver más del trabajo de Io Goldzweig aquí.