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ser ultra no es una locura

Sobre cómo ser un hooligan durante diez años me convirtió en mejor persona

Este ultra confiesa que su militancia en las gradas junto a un grupo de radicales le convirtió en mejor persona.
Photo via Facebook page @ Casual.mind

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Nick Hay* fue durante diez años un hincha futbolístico religioso y constante. Se pasó una década viajando por toda Holanda implicado en un puñado de reyertas. En este artículo explica hasta qué punto considera que aquellos años de entrega incondicional a sus colores le convirtieron en mejor persona.

Tuvo que haber sido durante algún día de finales de septiembre del año 2000. Aquel día asistí a un encuentro de fútbol sin mis padres por primera vez en mi vida. Caía la noche cuando alguien le estampó un tocho en la frente a un tipo enorme que estaba a mi lado. Un chorro de sangre se le quedó pegado a su orificio nasal. El impacto de aquel tocho en la frente fue el pistoletazo de salida a una nueva época de mi vida, una época que duraría diez años.

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Más fútbol: La peculiar moda de vestir bien para repartir puñetazos

Además de los inevitables moretones, puñetazos y de las detenciones policiales, aquellos diez años me sirvieron para darle un objetivo a mi existencia. Convertirme en hooligan me permitió transformarme en mejor persona, y eso es algo que no cambiaría por nada en el mundo.

Como sociedad que somos podemos discutir sobre el vandalismo hasta el desconsuelo. Y yo me atrevo a preguntarme hasta qué punto lo que hago es normal. Es algo salvaje, algo que exige salirse de las normas. Claro que la pregunta en este caso sería ¿hasta qué punto las normas están bien? La indignación selectiva que despiertan las llamadas "hinchadas futbolísticas" me pone de los nervios. No, no es normal ir a un partido de fútbol y ponerte a repartir leñazos.

Foto vía Casual State of Mind

La primera vez que me dirigí al fondo donde estaba el resto de mi hinchada, me temblaban las piernas. Estaba todo lleno de adolescentes descerebrados y de tiparracos enormes. Me pareció una estampa extremadamente aterradora a la par que fascinante. Después del primer gol, se declaró una avalancha humana rumbo a la valla que separaba a los nuestros de la hinchada rival. En aquel momento la hinchada se quedó paralizada por el miedo, y hubo una estampida que me arrastró literalmente hasta las fauces de los rivales. Las vallas aguantaron con firmeza, por mucho que a mí no me lo pareciera en absoluto en aquel momento. Solo momentos después entendería que aquel era uno de los rituales habituales, al que se conocía como "el ataque contra los rivales". Después de cada gol nosotros nos dedicábamos a abalanzarnos sobre la valla, y todas las veces ellos resistieron.

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A lo largo de los años aprendería las reglas y los hábitos de nuestro fondo. Y conocería también a mucha gente, hasta familiarizarme con sus códigos de conducta no escritos. Crecí junto a ellos y poco a poco me fui haciendo con mi papel en el escalafón social. Como mocoso que era me llevaría años irme posicionando. De hecho, pasé literalmente de estar en lo más bajo de la pirámide a escalar paso a paso hasta la cumbre a cada temporada. Los tipos que eran mis modelos a seguir se convirtieron entonces en mis amigos, por mucho que nunca les perdí el respeto. Durante 10 años trabajé duro para hacerme un sitio, simplemente estando allí, siempre. Celebrábamos cumpleaños, bodas, funerales, peleas e infinidad de partidos. Y conforme te ibas ganando el respeto de los tuyos ibas también evolucionando. Por supuesto, no sucedió de la noche a la mañana.

* * *

Era un viernes por la noche en un oscuro pueblo de mala muerte. Era la clase de lugar que jamás hubieses conocido de no ser por el fútbol. Estábamos condenados a realizar aquel periplo, como mínimo, una vez al año. Allí estábamos, en un callejón prácticamente abandonado, de noche, con nuestras piernas delanteras en alto, desplegando los puños delante de nuestros rostros… Ellos eran muchos más. Nos reventaron. Mucho. Mientras la gente normal del país se dedicaba a ver realitys por televisión nosotros nos dedicábamos puramente a defender nuestro honor, incluso cuando teníamos que comernos un puñetazo en la cara para conseguirlo.

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Una reyerta no te mata: simplemente te incorporas, te desempolvas y sigues tu camino. Cuando echo la vista atrás y contemplo la última década de mi vida, compruebo hasta qué punto he aprendido al máximo de todos aquellos momentos de adversidad. Aprendí de mí mismo, del grupo y de la vida. Y gracias a todos aquellos momentos, hoy soy la persona que soy.

Foto vía Casual.Mind

En momentos de adversidad, me dedico a meterle más caña, puesto que es lo mejor que sé hacer. A fin de cuentas, vivimos todos juntos en un mundo enorme y perfecto en el que a menudo olvidamos cómo lidiar ante la adversidad. Somos condescendientes a muerte. Y eso provoca que salgan muchos hinchas que tienen horchata en la sangre. Todo está al alcance de nuestras manos. Ya no necesitamos luchar por nada. Bajo mi punto de vista, para aprender es necesario pegarte cuatro buenas hostias, es la manera de perfilar tu carácter. ¿Os podéis imaginar lo que es pegarte una buena hostia al mes, un piño que te deja hecho papilla? Eso es lo que te endurece.

Era un insoportable martes por la noche y me decidí a llamar a un hooligan de otro club. Le conocía de los partidos de la selección. Tuvimos una charla amistosa, y así, a lo tonto, entre bromas, decidimos organizar una pelea para el siguiente partido que enfrentara a nuestros respectivos equipos. La hora, el lugar, los números… pensamos en todo, como es habitual. Un mes antes habíamos peleado juntos contra nuestros colegas extranjeros. Aquella también fue una batalla organizada de antemano — simplemente se trataba de la manera en que funcionaban aquellas cosas. Por supuesto, yo era consciente de que aquello no era normal, la pregunta es, ¿era un locura?

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Foto de Peter Andrews, Reuters

Chris Henderson, el antiguo líder de los célebres Chelsea Headhunters, los hooligans del Chelsea, escribió en su libro sobre la vida de los antiguos hooligans. "Estos aficionados tienen el aura inconfundible de ser capaces de desafiar todos los pronósticos". Solo puedo decir que Henderson no se equivoca. Existe una enorme diferencia entre un chaval que se metió en la hinchada en el 2000 y el hombre que sale de allí diez años después. Yo soy una persona completamente diferente a día de hoy.

Yo nunca he sido una persona verdaderamente ambiciosa. Peor que eso: cuando las cosas se ponían feas yo era de los que acostumbraba a huir. Los estudios, el trabajo, los amigos… siempre fueron un auténtico caos para mí. Cuando salí del mundo del vandalismo, tenía un lema: hay que hacer lo que se tiene que hacer. Igual algo no parece tan divertido a primera vista —de hecho puede que ni siquiera parezca posible— y sin embargo, a menudo, intentarlo o solo experimentarlo es suficiente para que sientas que lo has hecho.

A día de hoy el negocio me va como la seda. Los clientes llegan a mí y ya no me asusta empezar a hacer cosas que no se habían hecho nunca antes. Chris Henderson lo describió así: "Arriesgarse es una buena cualidad para dirigir un negocio". A día de hoy yo soy el que lleva la voz cantante, mientras que lo más posible es que hace diez años hubiese tirado la toalla. Y eso es porque en esos diez años aprendí una cosa: se tiene que hacer lo que se tiene que hacer.

Es posible que no me reconozcas por la calle. De hecho, estoy convencido de que soy la última persona de la que sospecharías. Soy alguien que todavía es respetuoso y que cede su asiento en los trenes. Nosotros vivimos según nuestras reglas, pero yo me niego a sentirme culpable. No de la manera en que lo comenta cualquier hijo de vecina el lunes por la mañana frente a la máquina del café. Realmente, ¿queremos preocuparnos por esto? El mundo está en llamas y de repente te encuentras con que somos la portada de los periódicos. Es posible que nuestro estilo de vida sea ligeramente salvaje, y que esté lejos del comportamiento de la mayoría, pero a mí me hizo el hombre que soy, alguien orgulloso, respetuoso y leal.

*Nick Hay es un seudónimo. En VICE Sports sabemos cuál es su nombre real.__