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duelo de profetas

Este año la NHL tiene a más de un profeta

Connor McDavid, el jugador joven más emocionante del hockey parece que no es el único talento excepcional este año.
Foto: Darryl Dyck / The Canadian Press

Por partes iguales emociona y cansa escuchar que llegó quien revolucionará el deporte. No importa el deporte del que se trate: está aquí la jugadora que cumple la profecía, dicen los medios; este joven lo esperábamos desde hace veinte años, dicen los aficionados. Esta temporada esa era la tonada que sonaba alrededor del más invernal de los deportes mainstream: la liga de hockey profesional.

Connor McDavid, nativo de Richmond Hill, Ontario en Canadá, no había nacido cuando, por ejemplo, Muhammad Ali encendió el pebetero en los Juegos Olímpicos de Atlanta. Desde muy pequeño, McDavid era promesa pura: sus habilidades ofensivas eran desconcertantes, tanto que le asignaron el estatus de "Jugador Excepcional" en una de las ligas de formación de Norteamérica para permitirle alinear un año antes de lo que los estatutos lo permiten. Aficionados y medios no se han cansado de hacer comparaciones con la trayectoria del más grande —del jugador que resume a este deporte: Wayne Gretzky—.

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McDavid (3-3--6) is first — NHL Public Relations (@PR_NHL)15 de octubre de 2016

La temporada pasada su debut con los Oilers de Edmonton fue, digamos, agridulce. Jugó menos de cincuenta partidos y se rompió la clavícula durante la temporada regular. No obstante, anotó 16 goles, 48 puntos en total y terminó tercero en las votaciones para ser novato del año. No se cansan de decirnos que este año será el año en que McDavid incendia el hielo de la NHL. Este, dicen los medios y los aficionados, es el primer año en el era McJesus.

Capitán a los 19 años, el más joven de la historia, no empieza nada mal: lleva dos partidos completos, tres goles y tres asistencias, seis puntos en total y una cortada en el labio que lo hizo terminar el partido pasado con sangre en el jersey.

Welp, looks like — Edmonton Oilers (@EdmontonOilers)13 de octubre de 2016

Not fair — NHL (@NHL)15 de octubre de 2016

Connor McDavid looking like a serial killer who finally got locked up — Brady Trettenero (@BradyTrett)15 de octubre de 2016

Nada mal para la profecía encarnada.

La nota no termina aquí. La nota es que quizá este año no sea el año de McJesus. O quizá la profesía, como sucede en tantas narrativas históricas, no es la que nos prometieron sino otra más oculta, menos anunciada que vendrá a sorprendernos. Unas horas antes de que McDavid saltara al hielo por primera vez en la temporada, a 2,836 kilómetros de distancia, un estadounidense —¡un estadounidense en el deporte canadiense por excelencia (cfr., el encono futbolero entre Argentina y Brasil, por ejemplo)— estaba reventando pronósticos.

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Auston Matthews no es un desconocido. Esta no es la fábula del mendigo que aparece de la nada, pero sin duda estaba oculto tras la sombra de McDavid. De padre gringo y madre mexicana —la historia es de las que nos encantan: la madre era sobrecargo sin gota de inglés, el padre ni una de español, flechazo, hijos, y entre ellos un bendecido por los dioses atléticos. Matthews nació en California, pero se mudó a desollar a la competencia en Scottsdale, Arizona —¡Arizona! (imagine que el próximo contendiente a "Messi de su generación", venga de la Siberia septentrional)—. Sus talentos no quedaron ocultos por mucho tiempo y aunque la franquicia de su localidad era (y sigue siendo) un desastre, pronto ocupaba un lugar crucial en las ligas amateur y en las selecciones juveniles de hockey sobre hielo en Estados Unidos. Y en una decisión que lo alejó del camino convencional para jóvenes talentos, decidió no seguir la ruta de las ligas de desarrollo profesional en el continente y en cambio probarse contra competencia ya más marinada: firmó la temporada pasada con un equipo de la liga profesional suiza. Matthews, anotó en su primer partido y terminó el año como el segundo mejor anotador de la Liga.

Y con esto regresamos a los 2,836 kilómetros que separaban a McDavid —en esos momentos seguramente apenas haciendo ejercicios de calentamiento en su vestidor— de Matthews en el primer partido de la temporada.

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En sus primeros tres tiros a portería, Matthews anotó. Consideremos el hecho. Tres goles anotados por un novato, un estadounidense, un joven prospecto que creció en una ciudad mejor conocida por el calor de su desierto y por tener un equipo regular de NFL, el joven que no transitó por la avenida usual del talento joven. Y lo que es más, por una promesa que no se apellida McDavid.

Detengámonos en el segundo que es una chulada.

Auston Matthews.
Second goal of his first NHL period.
Goal of the year finalist, probably.
Erik Karlsson is one of these defencemen.
My god. — Jeff Veillette (@JeffVeillette)12 de octubre de 2016

Tres goles. Y luego uno más. Eso sí jamás se había visto en la historia de NHL, que un novato prendiera la lámpara e hiciera sonar las cornetas cuatro veces en su primer partido. Hasta le hicieron este bonito montaje.

Auston Matthews: Epic debut for the ages (Via: Sportsnet) — Robert Söderlind (@HockeyWebCast)13 de octubre de 2016

Auston Matthews was slotted as — NHL EXPERT PICKS (@NHLexpertpicks)13 de octubre de 2016

Hoy por la noche vuelve Auston Matthews al hielo.

Esta temporada va a pasó de ser el año en el que veíamos el inicio de la ascensión de McJesus a ser la temporada en la que dos profetas pelean hasta la muerte por convertirse en palabra revelada.

Amen.