Art Pennington, un pelotero negro que en México encontró el amor de una mujer blanca y la libertad total | ES | Translation
Courtesy Billy Valencia

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Art Pennington, un pelotero negro que en México encontró el amor de una mujer blanca y la libertad total | ES | Translation

Art Pennington, un pelotero de raza negra que en México encontró el amor de una mujer blanca y la libertad total

Arthur David Pennington nació en Memphis, Tennessee, cuando su madre visitaba a una hermana que vivía ahí. Era el primer síntoma de una vida itinerante, pues en los primeros 36 años de su vida, Art Pennington no se estableció en ningún lugar. Jugó beisbol por todo Estados Unidos y Latinoamérica. Desde Portland a Caracas. Le dio cuadrangular al mítico Dizzy Dean en un juego de exhibición y superó en bateo a Jackie Robinson un año en las Ligas Negras.

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Pennington hizo todo lo que un pelotero podía soñar, excepto una cosa: jugar en Grandes Ligas. Su raza negra estuvo vetada en Grandes Ligas hasta 1947, cuando Jackie Robinson derribó la llamada barrera del color. Sin embargo, cuando Pennington falleció el 4 de enero pasado en Cedar Rapids, Iowa, lo hizo recibiendo una pensión por parte de Major League Baseball. En su servicio funerario, Pennington hizo una elegía de sí mismo a través de un video que había grabado con antelación. Le dijo a todos los dolientes que se iba de esta vida sin pendientes.

Poco después de que Pennington naciera en 1923, su madre Fanny lo trajo de regreso a Hot Springs, Arkansas, donde la familia vivió, y donde le puso el sobrenombre que se le quedaría para toda la vida: Superman. La historia cuenta que cuando Art era solo un niño, de 10 u 11 años, la familia sufrió la ponchadura de una llanta. No tenían gato, por lo que el joven Art levantó el auto unas cinco o seis pulgadas por encima del suelo y lo sostuvo ahí, lo suficientemente alto como para poner unos tabiques bajo la carrocería y remplazar la llanta. El apodo se le quedó.

Hot Springs era un pueblo turístico. El padre de Pennington trabajaba como operador del elevador en un balneario local. Sus abuelos maternos eran uno de los pocos matrimonios interraciales en la región, es decir hombre negro casada con mujer blanca, un hecho que influiría ampliamente en la vida de Pennington. Eran una familia religiosa y cuando Pennington comenzó a jugar beisbol más en serio, era un adolescente en un equipo local con su padre y sus tíos.

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Pennington jugó en equipos itinerantes como los Zulu Clowns y los West Indian Royals. A los 17 años, tomó un tren a Memphis, su ciudad natal, para una prueba con los Chicago American Giants, equipo profesional de las Ligas Negras, la ligra de beisbol en donde jugaban los mejores peloteros negros que no podían hacerlo en Grandes Ligas. Recordaba sus experiencias con frecuencia en entrevistas, en museos, en salones de clase, y en el libro de historia oral de Brent Kelley, Voices from the Negro Leagues.

Según Billy Valencia, un amigo de Pennington que llevó sus asuntos en los últimos años, el pelotero recordaba que los American Giants le dieron un bono de 300 dólares por firmar, más que suficiente para compensar los sacrificios que había vivido su familia para mandarlo a Chicago donde pronto estaría jugando en el Comiskey Park ante leyendas de raza negra como Satchel Paige, Cool Papa Bell y Josh Gibson. En 1942, Pennington jugó el Juego de Estrellas de las Ligas Negras entre los jugadores del Este y los del Oeste. Solo tenía 19 años.

Pennington con los Pericos de Puebla, en México. Cortesía de Billy Valencia.

Muchos de los detalles precisos sobre la carrera de Pennington, como los equipos en los que jugó o los números que tuvo, son difíciles de rastrear. Como era común en las precarias condiciones de organización que se vivía en las ligas segregadas, a veces había crónicas periodísticas pero no había registros estadísticos, y en otras ocasiones ocurría lo contrario. A veces, Pennington contaba las cosas de una forma y a veces de otra. Pero su historia general es facil de delinear, de las Ligas Negras a Latinoamérica y finalmente a unas ligas menores que racialmente cada vez se integraban más en los años 50. La carrera de Pennington está marcada por el racismo de la época que le tocó vivir.

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En 1946, el empresario mexicano Jorge Pasquel, utilizó su fortuna para llevar talento de las Ligas Negras y de Grandes Ligas a la Liga Mexicana. Pennington firmó y se integró a los Pericos de Puebla junto al lanzador blanco de los Gigantes de Nueva York, Sal Maglie. Pasquel le pagaba 1,000 dólares mensuales, contra los 400 que ganaba en las Ligas Negras, y Pennington descubrió que podía ganar más dinero en México que en los Estados Unidos, donde además tenía que vivir en un ambiente segregado donde no podía comer en los mejores restaurantes que estaban reservados solo para blancos, no podía ir a los sanitarios públicos por la misma razón, tenía que viajar en el transporte público en la parte trasera, y no podían nadar en las albercas públicas.

"Cuando dejé los Estados Unidos rumbo a México, viví la mayor libertad de toda mi vida, porque podía comer en cualquier lugar y entrar a los mejores restaurantes", le dijo a Kelley. "Le dije a mi madre, 'Mamá, deberías ver este país. La Ciudad de México, Monterrey y Acapulco. Todos nadando juntos en la piscina".

Lee más: Jorge Pasquel y la oferta a Jackie Robinson que pudo convertir a la Liga Mexicana en "El Campo de los Sueños"

Pennington jugaba los veranos y los inviernos en México, en Cuba, en Venezuela y en las Ligas Negras. Trabajaba esencialmente como una especie de trovador del beisbol, pues viajaba a jugar en cualquier lugar en que la paga fuera buena. Tenía una gran sonrisa y hombros anchos. Y a donde iba, bateaba. Una publicación venezolana, lo describía como "Art Pennington, el coloso del bateo".

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Pennington era un bateador ambidiestro y podía jugar cualquier posición, excepto pitcher y catcher. En las Ligas Negras fue tres veces convocado al Juego de Estrellas. Y además, robaba bases. Pero nunca recibió la llamada de las Grandes Ligas, y no era sólo por su color de piel, pues para mediados de los 50, cuando Pennington estaba poniendo números dominantes en Ligas Menores, muchos jugadores negros estaban llegando a los rosters de Grandes Ligas. ¿Pero, por qué no Pennington?

La respuesta está en la segunda página de un álbum de fotos que Pennington donó a los archivos del Salón de la Fama del Beisbol en Cooperstown. Pegada en esa segunda página, hay fotos de las cinco esposas que tuvo Pennington: Mattie, Mary Ann, Jewell, Anita y Beth. Las últimas dos esposas fueron blancas.

"La esposa. Eso fue todo el asunto", le dijo Pennington al Los Angeles Times en 2010. "De hecho me dijeron, '¿Dejarías a tus esposa?' Le dije, 'Hombre, no dejaría a mi esposa ni por todo el beisbol".

Fue en México, donde Art conoció a Anita, una mexicana de piel blanca y cabello rojizo, que se convirtió en su esposa y con quien procreó dos hijas. Fue con ella que regresó de México a Estados Unidos para seguir su carrera deportiva.

"Veo la fotografía de mi esposa, pues ella ya falleció y pienso en todo lo que ella tuvo que pasar, en lo que nosotros tuvimos que pasar", dijo Pennington en entrevista en 2009. "Ella no sabía hablar inglés. Salimos de México y tomamos un tren para luego tomar un autobus en Little Rock, Arkansas. A ella no la dejaban entrar a la sala de espera para pasajeros negros para estar conmigo, querían que se fuera a la sala de espera para blancos".

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Anita era una aficionada mexicana al beisbol cuando conoció a Pennington.

"Era una mujer guapa, una hermosa pelirroja", recuerdó Pennington en 2009. "Estábamos en el mismo restaurante. En los restaurantes de México había muchos aficionados. Ella y su amiga entraron al restaurante, y sabían que éramos peloteros. Así que le hablé, y les di boletos para el juego. A partir de entonces, ellas sabían dónde comíamos. Y estaban ahí todo el tiempo. Finalmente, entablamos una relación. En México no podías salir con una mujer sola. Las llamaban señoritas. Tenías que salir con su hermano o su hermana, como chaperón. Así es como la conocí".

Anita con Art Pennington. Foto: Salón de la Fama del Beisbol

Pennington nunca escondió a su esposa blanca o a sus hijos, producto de un matrimonio interracial, asegura Valencia. Recordó que Pennington los llevaba al parque de beisbol en un auto convertible. Solía ser el único jugador negro en los equipos de Ligas Menores en los pueblos rurales estadounidenses. Como Valencia apuntó en nuestra entrevista, el beisbol no se integró racialmente solamente en ciudades grandes como Nueva York o Cleveland por jugadores como Jackie Robinson y Larry Doby. Se integró lenta y dolorosamente en los pequeños pueblos rurales alrededor del país.

Pennington con sus compañeros blancos en el equipo de St. Petersburg. Foto cortesía de Billy Valencia.

Pennington jugó en pueblos como Keokuk, Iowa, donde bateó .349 para superar por el título de bateo a Harvey Kuenn, que sería un bateador de .300 en su carrera. Y en Cedar Rapids, donde fue más productivo que dos leyendas como Roger Maris y Luis Aparicio, fue donde finalmente estableció su hogar. "Fue el mejor pelotero en jugar aquí hasta que llegó Mike Trout", dijo Valencia.

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En 1958, Pennington tenía 35 años, y estaba a un año del retiro, jugando el jardín derecho de los Saint Petersburg Saints en la Liga Estatal de Florida. Sería la última gran temporada de Pennington, bateando .339 con un OPS de .935 para llevar a los Saints a su primer banderín en 36 años. Pero una tarde, luego de que se supiera que tenía una esposa de raza blanca, un pitcher rival le lanzó a pegar a propósito.

"No me dio; falló", dijo Pennington en una entrevista con WeAllBeTV. "Tenías que ser muy bueno para pegarme. Simplemente agité mi bate en dirección al lanzador. No le dije nada malo. Simplemente le dije, 'Lanza la maldita bola sobre el plato, no hacia mí'. La gente estaba a punto de bajar de las tribunas, casi para matarme. Pensaron que yo iba a golpear al lanzador con el bate".

Al día siguiente, Pennington recordó, estaba tan enojado que se rehusó a salir de la caseta para el himno estadounidense. Esto fue casi sesenta años antes de que Colin Kaepernick iniciara sus protestas, y además era en el sur de los Estados Unidos, la región más racista del país. "Querían matarme", recuerda Pennington. Luego del juego, el mánager-jugador de St. Petersburg, un hombre blanco de Texas llamado Tom Hamilton, salió en apoyo de Pennington e hizo que el equipo saliera junto a él. Cuando el equipo salió eran seguidos por los aficionados enojados y alcanzaron al plantel en una gasolinera, pero cuando vieron a los compañeros de Pennington blandir sus bates en defensa de su compañero, los aficionados simplemente pasaron de largo.

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Pennington se retiró luego de la temporada de 1960. Siempre le había dicho a sus amigos que cuando el beisbol se le pusiera difícil, colgaría los spikes. Y eso es lo que hizo. Regresó a Cedar Rapids y rápido encontró un empleo en la Collins Radio Company (luego Roskwell Collins). No le tomó mucho tiempo a Pennington antes de ser reclutado para jugar en el equipo de beisbol de la compañía.

En Cedar Rapids, Pennington se convirtió en algo así como un emblema local. En los 60, abrió el primer restaurante racialmente integrado de la ciudad, llamado el Home Run Club. Organizaba eventos de música y hasta llevó a las Conejitas de Playboy. La polícia local alguna vez se congregó afuera del lugar para catear el local, pero Pennington pudo evitarlo, pues la esposa del alcalde estaba dentro jugando a las cartas. Eventualmente, el Home Run Club fue clausurado luego de que las autoridades de la ciudad le fijaran cargos por la calidad del agua potable.

Pennington también intentó elegirse en puestos públicos. Hizo campaña para ser alguacil, para comisionado del condado, e incluso para jefe de la perrera. "Se necesitaba que hubiera más negros en las boletas electorales", les decía a sus amigos. Aunque no hubiera oportunidad de ganar.

"En esencia, abrió las puertas para gente como yo", dijo Dale Todd, quien se convirtió en el primer consejal afroamericano del municipio en la historia de Cedar Rapids. "Él fue una influencia estabilizadora en los barrios".

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Cedar Rapids seguía siendo una ciudad predominantemente segregada cuando Pennington buscaba puestos públicos.

"El deporte era una de las pocas áreas en las que la gente realmente interactuaba y socializaba entre razas", explica Todd. "Art fue una especie de pionero de cierta forma, la gente de todos los estratos socioeconómicos lo respetaba".

Pennington en su vejez. Foto cortesía de Dale Todd.

Desde los 70 hasta su muerte, Pennington manejó solo Cadillar convertibles. Portaba una cadena de oro con un pendiente del logo de Cadillac. Le gustaba vestir guayaberas de cuatro bolsillos como las que se usan en los países del Caribe y en la costa del Golfo de México donde alguna vez jugó beisbol. Y también fue parte, como sus padres en Hot Springs medio siglo antes, de uno de los más prominentes matrimonios interraciales en el pueblo.

"Art era un tipo que amaba la diversión", dice Thomas Moore, director ejecutivo del Museo Afroamericano de Iowa en Cedar Rapids. "Desde la perspectiva del museo, vemos a Art como alguien que derribó barreras y ayudó, a través del deporte, a tener un mejor entendimiento, una mayor visibilidad y a unir a la gente".

En 1980, Pennington se retiró de Rockwell Collins. Posteriormente, empezó a recibir un cheque con una pensión de Major League Baseball. Los cheques, según Valencia, venían estampados con la leyenda "antes de 1947".

"Se sentían tan mal que me dieron una pensión", dijo alguna vez Pennington en una entrevista, refiriéndose a que Grandes Ligas buscaba honrar a los jugadores de raza negra a los que les cerró la puerta antes de 1947.

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En 2008, la casa que fue hogar de Pennington por más de 50 años se destruyó completamente cuando las inundaciones devastaron Cedar Rapids. Perdió casi todas sus pertenencias, incluyendo toda una vida de recuerdos beisboleros. Pero lo más dañino fue que el seguro de los propietarios de la casa no cubría daños por inundaciones.

Pennington se mudó a un hogar temporal mientras la comunidad de Cedar Rapids y la comunidad internacional del beisbol consiguieron donaciones para que Pennington pudiera reconstruir su casa. Topps incluyó tarjetas firmadas de Art Pennington como insertos en su coleccion "Allen & Ginter". Para el verano de 2009, Pennington estaba de regreso en su casa. Un nuevo edificio de departamentos construido en su cuadra luego de la inundación fue llamado El Pennington en su honor.

Si una inundación como la que golpeó Cedar Rapids se hubiera dado unas décadas antes, Pennington no habría podido recuperarse de eso. Pero el Cedar Rapids en el que Art Pennington vivió su vejez ya no era una ciudad igual de cerrada que en la que se estableció en 1960.

"Yo fui uno de los primeros que empezaron a limpiar", dijo Dale Todd. "Tomé una foto de la casa. Lo único que permanecía intacto tras la inundación era una foto de Barack y Michelle Obama. Fue una especie de momento espiritual. Aquí vivía un tipo que no podía usar los hoteles o los bebederos cuando jugaba beisbol, pero que vivió lo suficiente para ver a un negro en la Casa Blanca. Tenía también un disco con el discurso de Martin Luther King Jr. en Washington. Pero esta foto de Barack y Michelle Obama fue lo que sobrevivió".

Pennington era uno de los últimos puentes que permanecían en pie para remontarnos a los años de gloria del beisbol de las Ligas Negras. Era un asiduo al Museo de las Ligas Negras en Kansas City, donde tuvo apariciones y se reconectó con peloteros de sus años jóvenes.

"Probablemente era el último de los jugadores estelares", dijo Bob Kendrick, presidente del Museo de las Ligas Negras en Kansas City. "Después de su época, las Ligas Negras empezaron su declive".

Es facil pensar que el declive de las Ligas Negras y la caída de la barrera del color fue el final oficial del racismo en el beisbol, pero la vida de Art Pennington demuestra que no fue así, que el racismo que evitó que jugara en las Grandes Ligas antes de 1947 no se había ido. Los Red Sox de Boston no firmaron un jugador negro sino hasta 1959, el mismo año en que Pennington hizo su protesta en Florida durante el himno nacional. Y hasta hoy, no se ha ido.

Uno de los más grandes peloteros de Estados Unidos tenía que cruzar la frontera hacia México para sentirse como un hombre libre. Después de eso, tras su retiro, cuando tenía ganas de tomarse una cerveza en público con su esposa de raza blanca en Cedar Rapids, Iowa, tuvo que abrir su propio bar para poder hacerlo. Pero lo hizo. Él era Superman. Y no se amargó.

Antes de morir, Pennington le diría a Valencia que notaba que había parejas interraciales en Cedar Rapids y observaba que ya nadie se les queda viendo ni los molesta. "Estados Unidos es hoy un mejor lugar".