Así trabajan los cazadores de tramposos en las apuestas de fútbol
Illustration by Daniel Roozendaal

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London

Así trabajan los cazadores de tramposos en las apuestas de fútbol

Viajamos a Londres para descubrir cómo funciona Sportradar, una empresa parecida a un servicio secreto privado dedicado a la investigación de amaños en partidos de fútbol de todo el mundo.

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El día que comenzó la investigación, en otoño de 2012, Tom Mace llegó al trabajo como siempre lo hace, caminando los metros finales hacia su oficina a través de una calle llena de árboles que bordean el Richmond Green, uno de los parques más conocidos de Inglaterra.

Cerca del río Támesis, al oeste del centro de Londres, el Green sirvió una vez como jardín delantero para los Tudor. Hoy en día es lo único que queda del Richmond Palace y un lugar sagrado para los amantes del deporte: desde finales del siglo XVII se ha jugado a críquet.

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Mace, sin embargo, no tiene nada que ver con ninguna historia de deporte, o al menos no del tipo que uno encuentra en las librerías. Su oficina en la calle Green es la sede del departamento de Servicios de Seguridad de una empresa llamada Sportradar, donde Mace y sus colegas se ocupan del que es probablemente el mayor desafío que enfrenta el deporte contemporáneo: los amaños de partidos.

En la oficina de Sportradar se hace más para combatir las redes internacionales de amaños deportivos que en cualquier otro lugar en la Tierra. Cuando está llena, recuerda un poco el decorado de una película, como si de un puesto de mando militar futurista se tratase.

Cada analista se sienta frente a una estación de trabajo que tiene dos o tres monitores, pero en lugar de mostrar los movimientos de las tropas enemigas, las pantallas están llenas de resultados deportivos, apuestas y de números parpadeantes de partidos que se desarrollan en tiempo real.

Estructura de la compañía Sportradar. Imagen vía Sportradar

Era de noche cuando el sistema de detección de fraude de Sportradar, que controla las casas de apuestas para detectar un posible amaño de partidos, emitió la alerta. Los móviles alrededor de la habitación cobraron vida cuando los analistas recibieron correos electrónicos automatizados sobre el partido sospechoso, un parido semiprofesional de fútbol.

Este no es un suceso extraño: los servicios de seguridad de Sportradar analizan ligas de todo el mundo para clientes como la federación inglesa de fútbol (FA) y su sistema marca cientos de juegos sospechosos cada año. Aunque a día de hoy ya no trabajen juntos, la FA fue cliente de Sportradar durante varios años.

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La alarma provocó que los analistas se levantaran de sus sillas y se concentrasen alrededor del ordenador, hablando en voz baja con incredulidad por la ubicación del partido, que no era en un campo fangoso en Europa del Este o Italia, como a menudo pasa, sino en los suburbios de Londres.

Se trataba del AFC Hornchurch, un club que juega en la Conference South, la sexta división de Inglaterra. Ni Mace ni sus compañeros analistas lo sabían en ese momento, pero lo que estaban a punto de descubrir daría lugar al desmantelamiento de una organización que se extendía hasta Australia, Singapur y Hungría y que amañaba partidos por valor de varios millones de dólares.

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Sportradar es una empresa fundada en 2001 que suministra estadísticas y análisis para muchos clientes diferentes en todo el mundo: medios de comunicación, ligas profesionales y federaciones deportivas, y, los que es crucial para esta historia, a corredores de apuestas.

El negocio global de las apuestas deportivas, después de muchas estimaciones, tiene un valor anual de un billón de euros. La división de apuestas de Sportradar, Betradar, ocupa el centro de esa industria, como una especie de centro de intercambio de cuotas y otros servicios para las distintas casas de apuestas.

Un buen corredor establece probabilidades para que ambos lados de una apuesta parezcan atractivos: si el Arsenal juega contra el Stoke en la Premier League, las casas de apuestas quieren que haya una cantidad igual de acción para ambos clubes, lo mejor para distribuir el riesgo. Ojo, sin embargo, porque no es así como ganan dinero: lo hacen mediante el diseño de las apuestas y quedándose un pequeño porcentaje de las ganancias para la casa.

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Si se apuesta más dinero de lo esperado al Stoke City FC, lo corredores de apuestas ajustarán las cuotas para hacer al Stoke menos atractivo y el Arsenal más, asegurando que las dos opciones permanezcan equilibradas.

El Britannia Stadium, hogar del Stoke City FC. Imagen vía WikiMedia Commons

Betradar tiene contrato con más de 450 corredores de apuestas de todo el mundo. A menudo, estos no juegan en cada partido de los que la casa de apuestas ofrece. Podrían cubrir la Premier League ellos mismos, pero no tienen la experiencia necesaria para ofrecer apuestas en, digamos, la segunda división del fútbol estonio.

Para ello, recurren a Betradar, que abarca 40 deportes diferentes y cientos de miles de partidos al año. El acuerdo con Betradar es un intercambio de apuestas: Betradar ofrece su cartera de clientes a la casa de apuestas, y esta ofrece cualquier apuesta que cree a Betradar.

Luego, la subempresa de Sportradar pasa la información de los corredores de apuestas a los servicios de seguridad, que es otra división independiente de la empresa. Estos cubren cerca de 65.000 partidos al año de 11 deportes diferentes y, según la compañía, reciben aproximadamente cinco mil millones de apuestas cada día.

El rumbo que toman las apuestas no solo representa el beneficio potencial de una sola apuesta, sino que indica la confianza del mercado en un determinado resultado.

Si de repente aparece una apuesta excesivamente grande en un partido concreto, Sportradar lo detectará rápidamente. Foto de George Groutas, Reuters

El tsunami de datos que consigue Sportradar da a la empresa un poder predictivo bastante sorprendente sobre las apuestas en un gran número de eventos deportivos de todo el mundo. A medida que los corredores ajustan las apuestas, Sportradar puede detectar cuándo los jugadores no siguen los patrones esperados, séase, cuándo hay demasiado dinero —es decir, demasiado confianza— en un equipo.

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Observar atentamente una muestra grande y la forma en que se mueven las apuestas puede detectar si un partido está amañado. Sportradar estima que alrededor del uno por ciento de todas las competiciones deportivas que cubre están amañadas —y aseguran haber encontrado más de 1.800 arreglos de partidos desde 2009.

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La división de servicios de seguridad de Sportradar comenzó a trabajar en 2005 a raíz del escándalo Hoyzer en Alemania, llamado así por el árbitro que estaba en el centro de una red que amañana partidos en la segunda y tercera división alemanas. La federación del país y la Bundesliga propusieron a la empresa la creación de un sistema de alerta que les avisaría si había algo sospechoso en el mercado de apuestas previo al partido.

En 2009, Sportradar renovó su sistema de alerta para cubrir también las apuestas en directo y cambió su nombre por el de sistema de detección de fraude. La FDS — sus siglas en inglés— cubre ahora todas las competiciones de la UEFA y las dos primeras divisiones en cada país miembro de esta, además de otras competiciones y deportes de todo el mundo.

Robert Hoyzer, el árbitro relacionado con la red de amaños de partidos, discutiendo con el delantero del Hamburgo Sergej Barbarez en 2005. Foto de Oliver Weiken, EPA

Gracias a Internet, la industria de las apuestas es totalmente distinta a lo que era hace diez años: permitió las apuestas en vivo y facilitó apostar en eventos de otros países. Debido a que hay menos variables una vez que se ha iniciado un partido, los corredores suelen apostar cantidades más grandes de dinero durante el encuentro que en la previa.

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¿Crees que el FC Barcelona está dominando el partido? Inicia sesión y apuesta diez euros a que el Barça marcará en los próximos diez minutos. ¿Crees que Messi está jugando mejor que nunca? Juégate cinco euros a que marcará el gol de la victoria.

Además de ser más lucrativo para todos los involucrados, las casas de apuestas ofrecen eventos cada vez más turbios para apostar, eventos que no reciben mucha atención y en los que podría haber más en juego en el mercado internacional de las apuestas que en el mismo campo. Los que amañan partidos son más activos en estos partidos alejados de los focos mediáticos, donde los jugadores y los árbitros salen baratos y nadie presta demasiada atención.

Normalmente, cuando se apuesta en un partido de fútbol en directo, las apuestas de que se marque un gol disminuyen a medida que el tiempo avanza, lo cual tiene sentido: menos minutos equivale a menos goles.

Pero, por ejemplo, durante la segunda mitad de un partido, en lugar de bajar, las apuestas muestran de repente una increíble confianza en que llegará un gol: ¿por qué?

Es imposible predecir cuándo meterá un gol Leo Messi, así que los amañadores de partidos recurren a encuentros de categorías inferiores para apostar. Foto de Javier Barbancho, Reuters

En este tipo de situaciones se emite una alerta en la FDS y Mace y sus colegas se ponen en movimiento. A menudo hay una razón perfectamente legítima que provoca un inesperado cambio de apuestas: un jugador estrella se hace daño justo antes de un partido, otro salió de fiesta la noche anterior… Entonces, la mañana siguiente, todo el mundo sale del bar, se va a las casas de apuestas y se juega todo el dinero del alquiler.

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Algunas alertas, sin embargo, no se explican tan fácilmente, como las del Hornchurch. Los analistas de Sportradar hablaron con personas cercanas a la liga en busca de respuestas. Se analizaron las comunicaciones en la liga menor y no encontraron nada. Solo pasó una vez, una sola irregularidad en un mar de aparente normalidad, pero les conmocionó.

Había algo raro. Los analistas no acababan de sentirse tranquilos por los jugadores del Hornchurch, pero sabían que había una conexión innegable. Mace y un compañero mantuvieron sus ojos atentos al Hornchurch, esperando cada partido durante unas cuantas semanas. ¿Volvería a ocurrir? La respuesta, muy a menudo, era afirmativa.

Los futbolistas entran al campo acompañados de la fanfarria en un partido entre el AFC Hornchurch y el Lewes FC del año 2011. Imagen vía WikiMedia Commons

Las alertas seguían llegando y los analistas de Sportradar observaron de más cerca a los jugadores del club, intentando saber quien de ellos podría estar involucrado. Desde 2009, Sportradar mantiene una base de datos sobre todos los agentes del deporte: jugadores, árbitros, entrenadores, incluso agentes que suman cerca de 250.000 personas en total.

La información está disponible para el público, pero combinada con el software de monitorización de los partidos, permite a Sportradar no solo detectar que partidos son sospechosos sino también quién podría ser el responsable de llevar a cabo el amaño.

A medida que aumentaba el número de coincidencias sospechosas en la Conference South y las alineaciones cambiaban de un partido a otro, se empezó a confeccionar una lista de 'personas de interés'.

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"Nosotros no solo queremos saber si ellos jugaban ese partido'", explica Mace. "Queremos saber lo que estaban haciendo antes y lo que hacían después del evento".

Mace se unió a Sportradar hace cinco años y, como muchos de sus colegas, su carrera en la industria de las apuestas comenzó en otras empresas. A los 18 años, comenzó a trabajar en una tienda de corredores de apuestas para ganar lo que él llama 'beer money'.

El portero atrapa el balón en un partido entre el Lewes FC y el AFC Hornchurch disputado en 2011. Imagen vía WikiMedia Commons

Después de graduarse en la universidad se dio cuenta de que su trabajo combinaba dos cosas con las que disfrutaba bastante —las apuestas y el deporte—, y pronto empezó a gestionar tiendas y fue subiendo rangos, primero en William Hill y más tarde para Ladbrokes, dos de las casas de apuestas más antiguas y con más reputación del Reino Unido.

Mace habla con un ritmo deliberadamente cauteloso, como si calculara el peso de cada palabra. Cuenta la historia del Hornchurch como si lo hubiera hecho cientos de veces y se muestra ansioso para llegar a la conclusión antes de contar todos los detalles de la historia.

A lo largo del otoño de 2012, los analistas investigaron al Hornchurch, manteniéndose atentos al resto de resultados en la Conference South. Les llamó la atención un incidente en particular.

"Creo que podría haber sido este chico de aquí", me dijo Mace, señalando la pantalla del portátil de un compañero. En la foto, un grupo de hombres jóvenes estaban aparentemente de vacaciones, sonriendo y cogidos del brazo. El del extremo era un tipo delgado de unos 20 años. Su nombre es Sam Corcoran.

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La falta en cuestión, que dejó que el equipo contrario montara una contra y marcara gol, es una de las historias más absurdas que se recuerda. La prensa de Inglaterra se hizo eco de la jugada y la bautizó como "el peor tiro de falta del mundo".

Ocurrió en noviembre de 2012 en un partido de la South Conferences entre el Chelmsford City, el equipo de Corcoran en ese momento, y el Hayes and Yeading.

La FDS no emitió ninguna alerta sobre el partido, y, en mi recapitulación de esta historia, Corcoran nunca fue acusado de implicación en el amaño de partidos o de cualquier otro delito. Según Mace, el incidente, "nos dio una ventaja". Se dieron cuenta de que Corcoran era amigo de muchos de los jugadores del Hornchurch y los investigadores comenzaron a examinar las conexiones en las redes sociales en la Conference South.

Buscaban señales de amistad y, tal vez, de cooperación. Y mientras el 2012 daba paso al 2013, parecía claro que el problema en la liga se había extendido más allá Hornchurch. "Estábamos buscando a un montón de jugadores, los seguimos en Twitter y vimos que estaban hablando de apostar", explica Mace.

"Algunos de los muchachos tenían claramente el hábito de apostar, que no es lo mismo que amañar partidos, pero cuando estas tratando de saber quién es el que arregla los partidos, intentas ver quién se está jugando algo".

Nota: Es ilegal que los atletas apuesten en el Reino Unido, pero probablemente esto es más común de lo que pensamos. Una empresa de representación me dijo que muchas de las estrellas de las que Sportradar sospecha tienen problemas con el juego.

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Armados con lo que pensaban que eran indicios convincentes de amaño de partidos y apuestas hechas incorrectamente, los representantes de Sportradar se reunieron con la Asociación de Fútbol Inglesa para discutir cómo proceder. Las cosas se movían lentamente. El 15 de marzo de 2013, la FA emitió un comunicado de prensa sobre la actividad de apuestas sospechosas y consideraron crear un programa informativo y educacional.

La policía fue avisada. En el mismo momento, la Comisión de Apuestas, organismo gubernamental que supervisa las apuestas en el Reino Unido, comenzó su propia investigación. La temporada terminó antes de que estos organismos pudieran tomar ninguna decisión importante.

Luego, para sorpresa de todos, Sam Corcoran, y casi todos los jugadores que Sportradar había vigilado, se marcharon del país. Un grupo reducido terminó en un pequeño equipo semiprofesional en Melbourne llamado Southern Stars, que entonces jugaba en la segunda división llamada Victorian Premier League.

Corcoran se fue a jugar con un equipo en otro lugar del país. Cuando contactamos con él, Corcoran se negó a hablar con el VICE Sports sobre los detalles de esta historia.

Foto aérea de Melbourne Park, el corazón deportivo de la ciudad australiana. Imagen vía WikiMedia Commons

"Estaba un poco molesto", asegura Mace. Un jugador, a quien Mace nos pidió que no nombráramos públicamente, era su principal sospechoso. "Él había estado implicado en las apuestas de algunos de esos partidos. Era el cabecilla de todo y se fue a Australia".

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"Recordad, esto es la sexta división de fútbol; no es fútbol profesional. Ellos no se mantienen en forma durante el verano", recuerda Mace. "Eran trabajadores y jugadores a partes iguales, chicos que además de jugar tienen su trabajo, ¿y de repente se marchan a Australia para jugar a fútbol? No es algo normal. Además estaba claro que tenía que haber sido organizado por alguien más", prosigue Mace.

"Todo esto sucedió muy rápido. Nos enteramos el domingo y el martes ya estaban yéndose en avión", añade.

Al igual que la FA inglesa, la federación australiana era cliente de Sportradar, pero la empresa solo fue contratada para monitorear la liga de máximo nivel del país. Por supuesto, los corredores de apuestas ya estaban trabajando en las ligas de nivel inferior. Si les hubieran avisado previamente, Sportradar se habría dado cuenta de que, incluso antes de la llegada de los jugadores ingleses, los resultados del Southern Stars eran muy sospechosos.

Foto exterior del edificio de Sídney en el que se aloja la federación australiana de fútbol (FFA). Imagen vía Google Maps

"No estaban en la parte inferior de la tabla", comenta Mace, "pero solo estaban dos puntos por encima, simplemente recibían palizas de cuatro o cinco goles. Así actuaban, cosa que es bastante corriente en equipos que amañando partidos. Es fácil sacarle provecho a perder por muchos goles.

Sportradar preguntó a la la Federación inglesa si podían advertir a Down Under, una empresa que colaboraba con la FA, sobre la investigación que estaba en curso sobre los jugadores de la Conference South. Las autoridades australianas actuaron con una velocidad sin precedentes. Aproximadamente 48 horas después de recibir el aviso, la Federación de Fútbol de Australia ya había contactado con la policía estatal de Victoria, que empezó una investigación de inmediato.

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La participación de la policía es una rareza en los casos de amaños de partidos. Para recurrir a las autoridades todo depende de los clientes de Sportradar, no de los analistas de la compañía. Andreas Krannich, el director general de servicios de seguridad, me dijo que los clientes acuden a la policía un 40% ciento de las veces.

¿Por qué no? Cuando Sportradar le comunica a una federación que hay indicios de amaño de partidos, la federación se enfrenta a un conflicto de intereses: si supervisan un deporte que tiene un valor que proviene en gran parte de la integridad competitiva y la misma está ahora potencialmente comprometida… ¿trabajan para defender la integridad del juego, o mejor eligen proteger su marca? Es una duda real.

Si llaman a la policía, estarán provocando una crisis de imagen pública y una más que probable pérdida de ingresos, especialmente a corto plazo. No es de extrañar, entonces, que muchos organismos opten por guardar silencio. ¿Por qué arriesgarse a sufrir la indignación pública o una investigación que no podrán controlar?

El antiguo edificio del Ayuntamiento de South Melbourne, en la capital del estado australiano de Victoria. Imagen vía WikiMedia Commons

Incluso cuando las ligas y federaciones se ponen en contacto con Sportradar en el amparo de la ley, como hizo la federación australiana, no se garantiza que el proceso sea exitoso. La mayoría de países no tienen leyes específicas contra el amaño de partidos. Incluso en Alemania, el país cuyo escándalo impulsó los servicios de seguridad de Sportradar, el amaño de partidos no es ilegal.

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Por fortuna de los investigadores de Sportradar, las condiciones en Australia a partir del verano de 2013 hicieron más fácil poder perseguir el Southern Stars. En febrero de ese año, la policía de Victoria había creado una unidad especializada en inteligencia dedicada al deporte. Unos meses después, en mayo, el Estado de Victoria señaló los amaños deportivos como una práctica explícitamente ilegal.

Victoria estaba mejor preparada para luchar contra el fraude que la mayoría de jurisdicciones en el resto del mundo. Como Mace argumentó, "ellos tenían una nueva ley y querían utilizarla".

Sportradar trabajó con la unidad de inteligencia deportiva durante toda la investigación. Durante al menos un partido, la policía estaba en contacto telefónico con analistas de Sportradar en Inglaterra, quienes les transmitían los movimientos de las apuestas a tiempo real. Un representante de la empresa me dijo que, antes de un partido, los analistas predijeron correctamente el resultado final, ante el asombro de la policía.

El estadio del Sídney FC en 2010. Lejos de los focos de la A-League, en las categorías inferiores del fútbol australiano, hay un monstruo que la policía intenta destruir. Imagen vía WikiMedia Commons

El 31 de agosto de 2013, el Stars jugó contra el Green Gully, otro equipo con sede en Melbourne. De acuerdo con las posteriores informaciones fruto de las escuchas telefónicas, un tipo de Malasia llamado 'Gerry' Gsubramaniam y su red criminal ordenó a los jugadores del Stars que se dejaran meter cuatro goles.

El Green Gully tuvo diversas ocasiones para marcar antes del descanso, pero el marcador seguía 0-0. A pesar de tenerlo todo a favor, el Green Gully no marcó su primero gol hasta el minuto 68. El estado de animo de los jugadores del Stars era de mucha tensión. Pasaron más de 20 minutos antes del segundo gol del Green Gully.

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Reiss Noel, defensa del Stars, admitiría más tarde que durante el partido recibieron llamadas telefónicas de los que habían amañado el partido: "Cuando íbamos perdiendo por 2-0 nos llamó el jefe diciendo que el portero no debía parar ningún disparo más".

En los dos minutos del tiempo de descuento el Green Gully marcó de nuevo, pero no fue suficiente. Tras el partido, Gsubramaniam estaba furioso, el 3-0 final tuvo un coste económico enrome para su organización. Noel reprendió abiertamente a sus compañeros de equipo.

A través de las escuchas telefónicas, la policía pudo determinar más adelante que Gsubramaniam era solo una pequeña pieza en una mafia internacional en la que todos los caminos llevaban a Wilson Perumal, un hombre notorio que arreglaba partidos y que formaba parte de un programa de protección de testigos en Hungría.

Wilson Raj Perumal en un evento en Hungría en 2014. Foto de Tomas Kovacs, EPA

El 15 de septiembre, con los últimos partidos de liga cerca, la policía de Victoria hizo redadas en los suburbios de Melbourne. La mayoría de los jugadores fueron arrestados en su piso compartido. No sabían que sus últimos partidos los había controlado la policía desde un coche camuflado estacionado detrás de una de las porterías y con el apoyo de una habitación llena de analistas al otro lado del mundo.

"La primera vez que escuché algo de Sportradar fue una vez ya había sido arrestado", dijo uno de los jugadores, que nunca fue imputado solicitó el anonimato al hablar para VICE Sports.

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En Australia, las detenciones coparon los titulares de los periódicos. Mace estaba de vacaciones en Copenhaguen cuando se enteró y lo celebró con unas cervezas a su regreso a Londres.

Al final, cuatro jugadores —Reiss Noel, David Obaze, Joe Woolley, y Nicholas McKoy— fueron condenados por amaño de partidos y recibieron una multa de entre 1.200 y 3.000 dólares australianos. La FIFA les prohibió jugar a fútbol para el resto de sus vidas.

El entrenador, Zia Younan, fue multado con 3.000 dólares y recibió una suspensión de cuatro meses. Gsubramaniam pasó un año en la cárcel y fue suspendido dos años. En total, se calculó que los amañadores habían ingresado más de dos millones de dólares en un par de meses de actividad en el Southern Stars.

La sede de la FIFA en Nyon, Suiza. Foto de Ruben Sprich, Reuters

McKoy ha apelado su condena y está luchando para revocar la sanción de la FIFA. En su recurso, el autor afirmó que había sido objeto de trata por la organización de Perumal. Según su defensa, el jugador se enteró de los amaños ya en Australia, cuando era demasiado tarde para echarse atrás.

"Me lo vendieron diciendo que tenía una buena oportunidad en Australia, donde podría demostrar mis habilidades e incluso llegar a la A-League", argumentó McKoy en una entrevista posterior.

Era un futbolista modesto y casi tenía 30 años, su carrera no había ido según lo previsto en el Reino Unido y esta era su oportunidad para comenzar de nuevo.

"Me fijé en uno de estos tipos asiáticos. Tenía una enorme cicatriz en el rostro. Pensé que no eran el tipo de personas a las que podías molestar. Eran gentes de mucho dinero, y uno no puede jugar con la gente y el dinero", comentó sobre los mafiosos.

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En su libro The Big Fix, el periodista Brett Forrest denomina este caso como "la investigación sobre amaños más significativa que se haya producido nunca, la que podría movilizar a gobiernos a tomar partido".

Otros expertos esperaban que el resto del mundo tomara el ejemplo de Australia. "El problema de este caso es que aquí [en Europa] no le importa a nadie" reflexiona Mace. "Cuando se hicieron las detenciones y el juicio comenzó todos pensamos que esto iba a ser enorme, pero apenas causó revuelo".

"Son futbolistas de la Conference South. Nadie se molestaría a llegar tan lejos para investigar de nuevo lo que ocurre aquí, pero es una realidad. La información es pública", afirma Mace.

El caso era relativamente pequeños y nadie le prestó atención para gran consternación de personas como Mace. No debemos, sin embargo, considerarlo un ejemplo insignificante. Es el momento de preguntarse qué más hay allí fuera.

Detrás de los grandes Mundiales —aquí, las obras de construcción para Qatar 2022— podría estar agazapada la oscura sombra del amaño de partidos. Imagen vía Reuters

Piensa en el alcance del problema: estamos hablando de una industria de juegos de azar que mueve miles de millones de dólares. Incluso si el amaño de partidos fuera universalmente ilegal —algo que está lejos de ocurrir, por cierto—, la aplicación de la ley sería muy difícil. Ni siquiera Sportradar es capaz de verlo todo. En cantidades pequeñas, como las del caso analizado, es más sencillo detectar anomalías, pero en un partido del Mundial, por ejemplo, se mueven miles de millones al minuto.

Cuando Sportradar afirma que el 1% de partidos que analiza están amañados, eso no significa que el problema esté controlado. Ellos no aplican la ley. La relación entre las federaciones y la empresa sirve para transmitir la sensación de control, pero nada más lejos de la realidad. Sportradar asegura que ha alertado de posibles amaños incluso en partidos internacionales.

El sistema no es perfecto, en otras palabras, y hay muchos obstáculos de por medio. Mace está a pesar de todo muy motivado: el caso Southern Stars está cerrado y él es ahora director de los servicios de seguridad.

Cuando habla de su trabajo, se fija sobre todo en las pequeñas victorias, en el cambio incremental. La empresa ha llegado a un acuerdo con la Interpol y la Comisión Europea ha aprobado una convención sobre la manipulación de las competiciones deportivas. Aunque ambos documentos son en gran medida simbólicos, también marcan un progreso.

Imagen de la sede de la Comisión Europea en Bruselas, Bélgica. Imagen vía WikiMedia Commons

Antes de volver a trabajar, Mace me dice, con confianza, que los gobiernos empiezan a entrar en razón. Lograr que se tomen nota es tan importante como cazar a otros amañadores.

"Todavía hay un espacio que rellenar", concluye.

Lo que se necesita para cerrar el agujero aún está por verse. ¿Un partido de Champions League amañado? ¿El Mundial entero? Tal vez entonces los gobiernos tomarían medidas sustantivas y al público le importaría… o quizás no, y tal vez nos contentaríamos con que el desarrollo de los partidos siguieran siendo plausibles.

Sigue al autor en Twitter: @bkblick