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La sangrienta esgrima clandestina de los universitarios alemanes

El Mensur es una modalidad extrema de esgrima con espadas auténticas en la que gana el combatiente que aguanta los sablazos del contrinctante... por mucha sangre que estos provoquen.

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"Lo primero que hacen es cubrir las mesas, ya que la sangre se derrama por todas partes", explica Hans. "He visto muchos duelos y ¡joder!, como manchan".

Por temor a represalias, Hans insistió en contarnos esta historia usando un seudónimo. También nos pidió no mencionar la fraternidad de esgrima de la que huyó en Heidelberg, Alemania: "No es algo público", argumenta. "No se habla de ello con la gente y no hay grabaciones de los duelos".

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Los duelos clandestinos, organizados por un pequeño número de fraternidades universitarias de Alemania, Austria y Suiza, son todo lo que queda de una práctica antes generalizada: el Mensur.

En un combate de Mensur, los esgrimidores prueban su fuerza a base de aguantar con estoicismo los golpes del adversario. A partir del siglo XIX, el deporte creció en toda Europa antes de declinar rápidamente después de la Segunda Guerra Mundial.

"Tras la guerra, solo a las personas de buena familia se les permitió llevar armas. Como los estudiantes corrían el riesgo de que les robaran durante sus viajes, el Rey decidió permitir que llevaran armas". Y entonces dijeron: "¡Genial! ¿Por qué no nos retamos?"

Se contabilizaron muchas muertes, por lo general causadas por golpes de espada en los pulmones y el corazón. La pérdida de un ojo, una oreja o la nariz era algo bastante común. En 1566, el famoso astrónomo Tycho Brahe perdió su nariz frente a la espada de un camarada.

Representación de un combate de Mensur en Gotina (Alemania) en 1847. Imagen vía WikiMedia Commons

La gravedad de la lesiones propició la adopción de trajes de cota de malla que cubrían los ojos y la nariz. "A pesar de todo, si una espada quedaba atrapada en el protector nasal, te cortaba la nariz a trocitos", dice Hans. "No funcionó demasiado bien. También podías perder un pedazo de cuero cabelludo".

"Cuando sufren un corte en la cara, los espadachines paran y se dejan coser sin anestesia", prosigue Hans. "Siempre hay un médico, aunque no te ponen demasiados puntos de sutura porque en un duelo por el honor, el hombre con el mayor número de puntos será declarado perdedor".

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"A veces hay enormes cortes con sólo dos o tres puntos: esto hace que la cicatriz aún sea más grande", relata el exduelista. Antes te arrancaban la costra o metían pelo de caballo dentro de la herida para infectarla y hacerla más grande. Tener cicatrices era muy importante para los hombres de la alta sociedad".

Además de ser signos de coraje, las marcas —llamadas Schmiss— a menudo se consideraban un afrodisíaco. "Hay una famosa cita que dice que si tienes una cicatriz en la cara seguro que tendrás una hija", explica Hans. "Como más fea sea la cicatriz, más atractiva será la niña".

Los duelos de honor ocurren cuando un esgrimidor rompe su tarjeta de visita y se la entrega a su oponente. Como nos recuerda Hans, todavía hay muchas oportunidades para hacer enemigos: "Las fraternidades están haciendo concursos de borrachos… y cuando la gente bebe mucho se insulta mucho".

Después de un año en una fraternidad, Hans se ganó el derecho a participar en su primer duelo. "Cruzamos las espadas en varias ocasiones y el otro tipo me golpeó en la cabeza con su hoja. No debes moverte de sitio, pero tenía miedo y di un pasó atrás. Todo el mundo dijo que no tenía honor. Incluso cuando ves la derrota a la vuelta de la esquina debes encajarla como un hombre", rememora.

Las protecciones de la esgrima deportiva de modalidad Olímpica son todo un lujo comparado con el Mensur. Imagen vía WikiMedia Commons

"Todavía quedaban cinco golpes para que llegara la segunda ronda, y hay unas 25 o 30 rondas según el duelo", prosigue Hans. "Nuestras espadas volvieron a encontrarse y volví a apartarme. Me expulsaron del combate y me dijeron: 'Tendrás que defender tu honor en otro duelo'. Yo de mientras pensaba: 'Dejadme en paz'".

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"Según su filosofía, no es simplemente cuestión de ganar; lo que importa es luchar por tu fraternidad. Dicen que el honor es importante, pero a nadie le importa en realidad. Perdí mi honor como esgrimidor… pero puedo vivir con ello", sentencia.

Geörg, miembro de la prestigiosa fraternidad Corps Marchia de Berlín, tiene un enfoque distinto. Este estudiante de derecho ve la Mensur como un medio de represión.

"Por supuesto que estás nervioso", admite Geörg. "Algunas personas sienten pánico, pero ellos han decidido hacerlo. Se aprende a gestionar situaciones extremas, a levantarse y hacerlo sólo porque sabes de lo que eres capaz. Al final, eso es lo que importa de verdad".

Este artículo se publicó originalmente en VICE.com Francia

Sigue al autor en Twitter: @rocmorin