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rumbo al centenario

El jugador de color que rompió las barreras del futbol y los récords del atletismo | ES | Translation

Isabelino Gradín fue el primer jugador de color que disputó una Copa América y que además acabó como campeón de goleo. También, incursionó con éxito en el atletismo.

El escenario nos ubica en la mitad de la Primera Guerra Mundial. Era el 2 de julio de 1916 cuando en el Cono Sur de América cuatro selecciones decidieron que las mejores batallas que la humanidad podía tener era con un balón botando entre las piernas. Aquel instante en el que Argentina, Uruguay, Chile y Brasil arrancaron con la pelea del torneo de futbol más antiguo del mundo, la Copa América.

La sede de aquella Copa fue Argentina, primero en el viejo Estadio GEBA donde disputaba sus partidos Gimnasia y Esgrima de La Plata, así como el antiguo estadio de madera casa Racing Club, sitio donde hoy está construído El Cilindro.

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En el juego inaugural de aquella Copa América, Uruguay despedazó a Chile con marcador de 4-0. Ese encuentro, histórico, marcó un hito en el futbol, no solo continental sino mundial. Era la primera ocasión que un futbolista de color pateaba una pelota, y además, que marcaba un gol, hablamos del inolvidable extremo izquierdo de Peñarol, Isabelino Gradín.

Gradín nació un 8 de julio de 1897 en la ciudad de Montevideo. Con raíces africanas, nieto de esclavos que provenían de Lesoto y desarrollado en el barrio de Palermo, uno de los más pobres y bravos de la capital uruguaya, es considerado un jugador que rompió paradigmas en el mundo del futbol donde luchó en contra del racismo en un momento de gran complejidad por la Primera Guerra Mundial.

En aquel encuentro frente a Chile, no fue el primer personaje en marcar un gol, pero si fue el segundo. Eso sí, fue el primer jugador que anotó un doblete al conseguirlos en los minutos 55 y 70 de la goleada frente a Chile. Tras el pitazo del árbitro, directivos chilenos pidieron que el partido frente a Uruguay se invalidara pues los charrúas habían alineado a dos futbolistas negros, los cuales no sabían si eran charrúas o africanos (Juan Delgado era el otro), hecho que por supuesto no trascendió.

Gradín, cuarto de izquierda a derecha en la parte de abajo, junto a la selección uruguaya campeona de la 1era. Copa América en 1916. Foto: CONMEBOL

El atacante acabaría el torneo sudamericano como campeón con Uruguay, además de culminar como el líder de goleo con tres tantos (le anotó uno más a Brasil en el triunfo de 2-1). Isabelino era un atacante poderoso, habilidoso, correoso y potente, descripción que le ayudaría a brillar no solo en el futbol sino también en el mundo del atletismo.

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"La suya es una historia que se ha ido contando de generación en generación y que yo, todavía hoy, le cuento a mis hijos. Son relatos sobre su exuberancia física y su futbol. Isabelino era un superdotado físicamente y tenía un gran amor por la pelota y por el atletismo. Nunca consiguió decantarse por uno de los dos deportes. Cuando dejó el futbol montó un club de atletismo", dijo en una ocasión Juan Ignacio Ruglio, directivo del Peñarol al diario El País de España.

El poeta peruano Juan Parra del Riego se sumó también a la descripción de Gradín como un futbolista "ágil, fino, eléctrico, repentino, delicado, fulminante", talento que además, lo llevó a ser el primer ídolo futbolístico de un chico que nacería en años subsecuentes de nombre Edson Arantes Do Nascimento, 'Pelé'.

El propio Parra del Riego culminó aquella frase que describía a Gradín con el siguiente párrafo: "Yo te vi en la tarde olímpica jugar […] Y te vi, Gradín bronce vivo de la múltiple actitud, zigzagueante espadachín del goalkeeper cazador, de ese pájaro violento que le silba a la pelota por el viento y se va, regresa y cruza con su eléctrico temblor. ¡Flecha, víbora, campana, banderola!"

Gradín obtuvo pocos campeonatos tanto con Uruguay como con Peñarol, en gran parte por problemas políticos de su país, conocido como "el cisma del futbol uruguayo". Sin embargo, esos títulos que se le negaron en el futbol los pudo cerrar con medallas gracias al atletismo.

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El futbolista dedicó sus esfuerzos no solo a dejar defensas atrás, sino también a otros corredores. Con la potencia y rapidez que corría en el extremo izquierdo del campo lo hacía dentro del caliente tartán de una pista de atletismo.

"La gente se levantaba de sus asientos cuando lo veía correr a gran velocidad, dominando la pelota como si caminara", escribió Eduardo Galeano.

Isabelino Gradín compitió en 200 y 400 metros planos, así como 4 x 400 metros. Ganó cuatro medallas de oro en los Campeonatos Sudamericanos de Atletismo, además de dejar cinco récords sudamericanos; en el año de 1922, dentro del Campeonato Latinoamericano obtuvo el primer lugar en la competencia de 4 x 400.

Lamentablemente para su causa, un problema entre la Federación Uruguaya de Futbol y Peñarol no pudo asistir a los Juegos Olímpicos de 1924, mientras que para la justa de 1928 decidió tampoco ir para dar espacio a las nuevas generaciones de deportistas uruguayos. Gradín se perdería ser parte del equipo uruguayo que obtuvo la medalla de oro en las Olimpiadas.

Hace poco más de 100 años, el futbol no movía el dinero que se tiene hoy en día, así que ser un crack de la pelota no generaba riqueza alguna. Tristemente, en el año de 1944 con apenas 47 años de edad, Isabelino Gradín moría en un hospital de su entrañable Uruguay. Futbolistas de Peñarol, horas antes de fallecer, alcanzaron a llevarle uno de los títulos que habían conquistado. Al menos, entre la gran pobreza con la que dejó este mundo, logró llevarse la alegría que tuvo siempre que estuvo en un campo de futbol y en una pista de tartán.