​Los Bills de Búfalo y el manual para cargar dos maldiciones al mismo tiempo
Fotografía por Idibri/Flickr vía Wikicommons

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​Los Bills de Búfalo y el manual para cargar dos maldiciones al mismo tiempo

La afición más supersticiosa de la NFL lo sabe. Con los fantasmas no se juega.

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Llegaron a cuatro Super Bowls consecutivos y perdieron los cuatro. La tragedia suele azotar a los Bills de Búfalo cuando más razones parecen haber para la ilusión. Es el equipo maldito que rozó la gloria con las manos en cuatro ocasiones y luego lo arruinó todo. Hoy paga su penitencia con la racha más larga de toda la NFL en temporadas seguidas sin pasar a playoffs. Son 16 años malditos que en este 2016 se convirtieron en 17. Una malaria que tiene nombre y apellido: La Maldición de Doug Flutie.

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En 1999, el mariscal Doug Flutie había llevado a los Bills a un récord de diez triunfos y cinco derrotas, pero en el primer juego de la postemporada, el coach Wade Phillips tomó una decisión casi paranormal: sentó a Flutie para iniciar con Rob Johnson. Los Bills perdieron 22 a 16 frente a los Titans de Tennessee, y desde aquel juego de comodines, Búfalo no se ha vuelto a parar en una postemporada. La Maldición de Doug Flutie sigue vigente.

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Y antes de eso, estaba la Maldición de Scott Norwood, el pateador que en la última serie ofensiva del Super Bowl XXV, con ocho segundos restando en el reloj y perdiendo los Bills por un punto, falló el gol de campo que le daba el campeonato a Búfalo. Al año siguiente volvieron a perder el título en el Super Bowl XXVI ante Washington. Y luego, en 1993, los Bills parecían exorcizados cuando remontaron una desventaja de 32 puntos en postemporada frente a los Oilers jugando con el mariscal suplente, para luego volver a la calamidad, arrasados por los Cowboys en el Super Bowl XXVII. Al año siguiente perdieron el cuarto Super Bowl consecutivo, nuevamente frente a los Cowboys de Dallas. Cuatro apariciones seguidas en el Super Bowl, cuatro derrotas. Scott Norwood, Doug Flutie. 17 años sin playoffs. Algo debe andar mal.

No es casualidad entonces que la afición de los Bills de Búfalo sea la más supersticiosa de la NFL, según un estudio de Researchscape en el que registró que un 35 porciento de los aficionados cree que sus acciones influyen en el destino deportivo del equipo.

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Fotografía por Kirsten Schollig-Elite Sports Tours

Jeniffer Mobilia, por ejemplo, narra las supersticiones de su amigo Mike en BuffaloFamBase.org, donde asegura que cada que los Bills pierden, Mike tira a la basura toda la ropa que usó para ver el juego. Pero si los Bills ganan, Mike vuelve a usar exactamente la misma ropa. Mike debe ser millonario, pues en la actual racha vigente de la Maldición de Doug Flutie, los Bills han perdido más de 150 partidos.

Y Mike tuvo en quién basarse para su ritual, pues Marv Levy, el entrenador en jefe que perdió los cuatro Super Bowl en fila, hacía exactamente lo mismo, según reveló el utilero Dave Hojnowski al portal oficial de los Bills.

Fotografía por RVR Photos/USA TODAY Sports

"El entrenador Marv Levy era especialmente supersticioso", dijo Hojnowski. "Si ganábamos con cierto uniforme, lo seguíamos utilizando hasta que perdiéramos. Hasta entonces se me permitía cambiarlo.

A Levy, sin embargo, le gustaba minimizar sus fetiches. "Tengo una superstición en el futbol americano. Sólo una. Es de mala suerte si no bloqueas y no tacleas", le dijo alguna vez al diario inglés The Independent.

Otro supersticioso notable en los Bills era el liniero ofensivo Joe Devlin.

"Joe era el más supersticioso de todos", explica el utilero Hojnowski. "Primero que nada, no quería que su máscara se alterara para nada. Luego de un tiempo, su máscara se aplanaba con tanta colisión, y cuando se aplana hace que el casco se haga más ancho. Teníamos que mostrarle cómo se ve normalmente una máscara y compararla con cómo se había aplanado la suya luego de tantas colisiones, y hasta ese punto era cuando nos permitía cambiarla. Tampoco le gustaba que se cambiaran las calcas. Quería mostrar todas sus cicatrices de guerra en el casco. Era uno de los tipos que nunca quería que le cambiáramos nada. Le cocíamos y le reparábamos su jersey 25 veces, pero nunca quiso que se lo cambiáramos".

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Antes de cada partido, cuando se da el calentamiento, en las bocinas del New Era Field, casa de los Bills, suena la canción "In The Air Tonight" de Phil Collins. Pero tiene que ser exactamente esa versión, pues cuando se ha sustituido por alguna otra variante, el público reclama y se tiene que tocar la versión original, y luego la versión que guste la directiva. "Puedo sentirlo en el aire esta noche, oh Dios, y he esperado por este momento toda mi vida, oh Dios", dice el tema de Collins, que se canta con un fervor casi religioso por los aficionados de los Bills, como si esa noche, por fin, pudiera romperse la maldición.

Pero cuando se intenta exorcizar una maldición, bien pudiera estarse haciendo lo contrario. De eso, como de todo lo que tiene que ver con maldiciones, malarias, sorpresas y rituales, los Bills lo saben todo. En 2011, Búfalo quiso dejar el pasado atrás y hacer como si nada hubiera pasado. Había razones para ello, pues habían arrancado la temporada en gran forma, ganando cinco de sus primeros siete partidos. Fue entonces que decidieron invitar a Scott Norwood a su estadio para homenajearlo. Sí, a aquel pateador que falló el gol de campo ganador en el Super Bowl XXV para iniciar la cadena de cuatro Super Bowl perdidos en fila.

Luego del gol de campo errado, Norwood fue el chivo expiatorio. Acosado por prensa y aficionados, apuró el fin de su carrera y desapareció del mapa. Se enclaustró en un poblado donde no quiso volver a tocar el tema de la patada trágica y donde buscaba ser una cara irreconocible. Nunca lo consiguió. Las 47 yardas del wide right lo persiguieron.

Scott Norwood volvió a pisar el campo de los Bills de Búfalo el 6 de noviembre de 2011. Todo era sonrisas, pues un arranque de cinco triunfos y dos derrotas lo ameritaba. Norwood pisó el campo, recibió el homenaje, y la maldición volvió. Ese día perdieron contra los Jets, 27-11, perderían los siguientes siete partidos en fila, y terminarían la campaña eliminados, con récord de 6-10. Scott Norwood había reaparecido mientras los Bills penaban en medio de la Maldición de Doug Flutie.

Hoy, la afición más supersticiosa de la NFL lo sabe. Con los fantasmas no se juega.