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yo-yo

La búsqueda de la legitimidad del yo-yo como deporte

Por vez primera en los Estados Unidos se realizó un torneo en un circuito cerrado de yo-yo. Si quieren convertirse en un deporte, deberan atraer a más personas.
EPA

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"¡Ya saben de qué se trata!", el animador vociferó como si fuera una pelea de boxeo. "¡Démosle la bienvenida al Sr. Patrick Borgerding!"

La multitud le vitoreó y Patrick empezó su número. Arrancó lento, sus dedos parecían arañas entre el complejo hilo de movimientos que hacía. En el momento en que la música retumbó alrededor del escenario, Patrick aumentó el ritmo. Solo tenía tres minutos para maravillar a los jueces del Campeonato Nacional de EE.UU. En sus manos dos yo-yos giraban y se desvanecían.

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Fue el tipo de manejo embrollado del yo-yo que provocó sorpresa en los miembros de la audiencia y que los tuvo al filo de sus asientos. "¡Oh!", alguien gritó entre el público después de un truco. "¡Vaya!", contestó alguien más.

En 2012, la actuación de Patrick le dio el título de campeón estadounidense en la división 3A, una de las cinco divisiones de yo-yo. (Los diferentes estilos de yo-yo son como las variaciones en el póker; un mismo juego, pero con diferente look). El estudiante de último año de la Universidad de California en Santa Bárbara intentaba replicar su éxito —esta vez sobre un escenario hecho por él mismo—.

"Estoy harto de la falta de esfuerzo previo a este evento", declaró Patrick al hablar unos días antes de que los nacionales arrancaran. "El deporte del yo-yo no puede crecer si se hacen eventos en aparcamientos, centros comerciales, y parques."

El campeonato nacional solía realizarse en un parque en Chico, California. El año pasado, las finales se mudaron a un teatro local. Después de eso, Patrick y otro campeón de yo-yo comenzaron a planear cómo poner su pasión en el mapa.

"Fuimos a México y nos emborrachamos", dice Tyler Severance. Los dos amigos se conocieron en la Ciudad de México en el campeonato de Latinoamérica, y propusieron llevar el evento de una atmósfera despreocupada a un recinto más serio. Trabajaron con Thad Winzenz y Bob Maloney, quienes están a cargo de la Liga Nacional de Yo-Yo, para mejorar el show.

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"La comunidad estadounidense del yo-yo es la más grande", comenta Patrick. "No tendría que ser un fracaso".

Esta pareja ha enfocado su esfuerzo en hacer del yo-yo un evento deportivo serio —desde lo básico, como vender boletos en las taquillas, hasta crear estrategias de mercado más avanzadas como poner a vendedores fuera del auditorio. Las competiciones nacionales solían ser gratuitas; ahora la entrada general cuesta unos nueve euros y a ellos les cuesta 90 participar. Cerca de una tercera parte de las 1.453 sillas que tiene el Redondo Beach Performing Art Center se llenaron.

Pero un escaneo rápido de los asientos —y de los chicos en el escenario— reveló uno de los problemas más grandes del yo-yo: las mujeres. Específicamente: la ausencia de mujeres. ¿Dónde estaban?

Las competiciones de yo-yo comenzaron como un deporte dominado por hombres, y ha empeorado. Hombres introvertidos invitan a más hombres introvertidos a esto del yo-yo; a las mujeres, no tanto.

"Estoy intimidada", opina Tessa Piccillo. Ella fue la campeona mundial de 2014 y solo con 18 años de edad, es uno de las competidoras más relevantes del yo-yo femenino. Solo ella i otra mujer compitieron en todo el fin de semana. Su contrincante era Stephanie Haight, quien observaba detenidamente los yo-yos de los que estaban practicando a su alrededor.

"A veces siento que llamo más la atención por ser mujer, y a veces me siento rechazada por lo mismo", explica. "Sería divertido tener más chicas con quien praticar."

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El papá de Tessa le enseñó a jugar yo-yo hace seis años, y desde entonces ha aprendido trucos en YouTube. No siempre ha sido bienvenida dentro de la comunidad. En sus propios vídeos subidos a YouTube, suele leer comentarios malintencionados sobre su género: "Vaya, eres buena…para ser mujer."

Tessa cree que el hecho que los hombres se inviten los unos a los otros limita el recibimiento de las mujeres en la comunidad. "Las chicas ven que es una gran comunidad para los hombres, por eso sienten que no forman realmente parte de ella."

El campeonato mundial es la única competición donde Tessa puede competir en una división femenina. En Estados Unidos las competiciones son para ambos sexos por igual. Tessa opina que los nacionales deberían incorporar una división para mujeres en el futuro.

"Es bueno porque la gente puede ver que las mujeres también pueden hacerlo y todo mundo las puede ver", comenta. No existen limitaciones físicas para tener que mantener a los participantes separados. "No debería haber división por géneros. Todos pueden hacer lo mismo."

Recuerda cuando fue a su primer competición: "Todos éramos tan diferentes, pero teníamos algo que nos unía. Es gratificante ver que todos nos entendiamos y que tenemos la misma pasión".

Como dijo Tyler Severan: "Entra donde encajes".

Tyler, el ayudante de Patrick para renovar las competiciones nacionales, ha ganado tres campeonatos nacionales y un título mundial. Debería estar defendiendo su título mundial, pero decidió dedicarse al cien por cien al evento.

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Se quedó parado en el soleado atrio del Redondo Beach Performing Arts Center, sin poder creer que la multitud a su alrededor estaba ahí para los nacionales. Los entusiastas del yo-yo iban acompañados de amigos, compartían trucos y probaban nuevos yo-yos. Algunos llevaban colgando yo-yos en sus cinturones, como si estuvieran listos para un duelo. Es fácil imaginarse a estas personas practicar horas y horas en sus habitaciones mientras hablan en línea con los amigos o escuchan música.

Todos ellos, independientemente de la edad, hablan el mismo idioma del yo-yo. Foto por Melody Schreiber.

"Conoces a personas con todo tipo de rumbos diferentes en la vida, hasta gente que vive de esto", dice Tyler. "No importa tu situación económica, credo o religión". En el escenario todo lo que importa es lo buenos que pueden llegar a ser con el yo-yo.

"Los yo-yos son como el alcohol. Dejan salir tu verdadero yo".

Aunque Tyler, de 24 años, ya no sube al escenario con Patrick, el yo-yo sigue siendo parte de su vida. Es dueño de una compañía, Recess International, la cual copatrocina el evento y vendió más de 100 yo-yos en el transcurso del día. También da clases en escuelas y enseña a los estudiantes cómo jugar al yo-yo —específicamente a aquellos con educación especial—. "Los niños con autismo lo aman. En este momento, quiero enseñarles unos cuantos trucos a esas niñas de allá." Señala a dos jovencitas que enredan la cuerda de sus nuevos juguetes.

Tyler explica que jugar al yo-yo te libera. No hay reglas y es una buena actividad para aquellos que no son particularmente atléticos. "Le da la oportunidad a la gente de superarse", dice Tyler, con su retórica de buen orador. "No necesitas estar fuerte; no necesitas destacar físicamente. Simplemente lo puedes hacer."

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Tyler quiere que todos tengan la misma oportunidad de sentir lo que él siente —que lo intenten y ver si la misma chispa que le prendió a él se enciende dentro de ellos—. "Pero necesita un crecimiento orgánico. Necesita ser un movimiento de raíz. No quiero que se convierta en una moda, porque las modas desaparecen."

"La práctica del yo-yo tiene un crecimiento estable —no es un hit pero sí un incremento continuo—", dice Patrick. Acaba de volver de Asia después de estar en el mundial de Tokio. En todos los lugares que visitó, conoció a otros seguidores de yo-yo. "Todos hablamos el mismo idioma", dice entusiasmado.

Quiere asegurar el espíritu de colaboración para hacer de las competiciones un evento para los fans fieles y también para los seguidores ocasionales. Pero también tiene en mente cumplir metas más grandes: "¿Qué necesitamos para salir en televisión?", se pregunta.

Paradójicamente, su intento por profesionalizar el deporte del yo-yo también podría dificultar su cobertura. Antes de que las actuaciones comenzaran, el animador anunció que las fotos con flash y los vídeos estaban prohibidos. En su lugar, un fotógrafo profesional cubriría el evento.

"Estamos tratando de hacerlo oficial", comentóel animador a la audiencia.

Ha sido un recorrido largo desde las primeras fotos con mòbil en Chico, pero aún así limita a los asistentes (y a los medios) para que no puedan compartir las fotos y vídeos —el tipo de promoción gratuita del que dependen muchos eventos para crecer—.

En el escenario, Patrick entró en calor para ofrecer un final grandioso, entrelazando y separando rápidamente ambos yo-yos. Pero después sus cuerdas se enredaron. Las separó y enrolló los yo-yos en cada mano con un jalón —un movimiento que ha hecho tantas veces que parece no no costarle más que respirar—, pero ya era demasiado tarde. Necesitaba ese tiempo valioso para intentar un último truco. La música paró y sonrió a la multitud.

Como dijo días antes de subir al escenario, "A veces comentes errores, dejas caer la cuerda y se termina. Eso pasa en todos los deportes. Es la naturaleza de la competición".

Patrick quería esta victoria —pero incluso más que eso, deseaba ese escenario y ese auditorio—. Quedó en el cuarto lugar de su división, pero se llevó lo que realmente quería. La multitud siguió animando al momento en que bajaba del escenario.