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Throwback Thursday

Cuando Michael Jordan se "retiró" para jugar beisbol

Hace 23 años, el legendario 23 de los Bulls de Chicago dejaba el basquetbol para intentar ser pelotero. Sí, es jueves de Throwback Thursday.
Foto de Val Mazzenga vía Chicago Tribune

El 6 de octubre de 1993 —curiosamente hace exactamente 23 años— Michael Jordan aparecía con un traje color beige, camisa blanca y una corbata de rallas en una conferencia de prensa que resonó por el mundo entero. Después de nueve temporadas en la NBA, y a sus 30 años de edad, Jordan anunciaba su retiro: "Cuando pierdo el sentido de motivación y el sentido de demostrar algo como jugador de basquetbol es tiempo de que me aleje del juego".

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Fue un momento complicado de digerir. Las portadas de periódicos y revistas expresaban algo entre incredulidad y homenaje ante la noticia. Jordan se despedía en un momento glorioso de su carrera, batiendo récords, logrando su tercer campeonato consecutivo con los Bulls de Chicago y con ello su tercer trofeo de Jugador Más Valioso de las finales. Su cúspide deportiva unía sus habilidades atléticas con una maduración como basquetbolista experimentado, y de la nada, Jordan decía adiós.

Michael Jordan además había elevado el estatus de los deportistas como figuras públicas, comercializando su nombre a una escala jamás antes visto en los atletas, tomó pasos enormes en la globalización del basquetbol, lideraba el Dream Team para dejar al mundo boquiabierto, y figuró dentro y fuera del deporte como pocos han logrado hacer. A sus treinta años de edad Jordan lo había logrado todo lo que se había puesto como meta e incluso terminaba rebasando sus propias expectativas, pero justo eso fue uno de los detonantes que lo llevaba al retiro.

Jordan enfrentaba la falta de retos y con ello una falta de motivación por seguir adelante. Surgían rumores que se confirmaban de Jordan gastándose millones de dólares en apuestas, seguramente mientras buscaba ese algo que lo mantuviera al borde de su espíritu competitivo. Entre todo esto, su padre, James Jordan Sr., era asesinado en una carretera por dos jóvenes que buscaban robarle el automóvil. Esto tan sólo tres meses antes de ese 6 de octubre de 1993, y era lógico que muchos especulaban que fue eso el último detonador para decidir dejar la NBA.

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"Estoy bastante sólido con mi decisión de no jugar el deporte de basquetbol en la NBA porque —y he escuchado muchas especulaciones sobre mis razones de no jugar— pero siempre he enfatizado a la gente que me conoce y a los medios que me han seguido que cuando pierdo el sentido de motivación y el sentido de demostrar algo como jugador de basquetbol es tiempo de que me aleje del juego", declaraba Jordan. "No es porque no amo el deporte. Amo el basquetbol y siempre lo amaré, sólo siento que en este momento particular he llegado a la cumbre de mi carrera, he logrado mucho en este corto tiempo que llevo, si es que lo quieren llamar corto, pero sólo siento que no tengo nada más por demostrarme a mí mismo".

Con esas palabras se despedía Jordan, y sin dudarlo, mencionando a su padre: "Yo creo que lo más positivo que puedo sacar del hecho de que mi padre no esté aquí hoy, es que él vio mi último partido de basquetbol, y eso significa mucho. Fue algo que él y yo hablamos durante mucho tiempo. Él francamente me aconsejó retirarme después de mi primer campeonato, pero tuvimos muchas discusiones, y yo argumenté que todavía tenía muchas cosas por demostrar como jugador, y quería jugar más. Al final del año, después de que ganamos ese tercer campeonato, platicamos de nuevo, y ya estaba inclinándome hacia esa dirección. Él lo sabía, mi familia lo sabía, era cuestión de esperar a este momento, cuando el basquetbol ya se acercaba, para ver si mi corazón cambiaba".

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Jordan se alejaba de las canchas, y dejaba un sabor extraño con su ausencia. La NBA no era lo mismo porque Jordan, aunque no estaba jugando, seguía siendo el mejor de todos. La NBA de repente tenía un panorama completamente distinto. Había un campo abierto para el resto de los equipos con la mayor estrella y la figura dominante de la liga repentinamente desaparecido. Los Rockets de Houston alzaban la voz y de la mano de un Hakeem Olajuwon renovado y enloquecido ganaban el título de la NBA. "¿Pero si Jordan hubiera estado jugando?", era un pensamiento que indudablemente pasaba por todo aficionado e incluso jugador.

Entre todo esto, Jordan mantenía vivo los sueños de su padre de verlo jugar beisbol y se unía a los White Sox de Chicago, un equipo del mismo dueño de los Bulls, Jerry Reinsdorf. Jordan terminó jugando en las ligas menores y en 1994 aparecía con los Barons de Birmingham y después los Scorpions de Scottsdale.

La aventura de Jordan como pelotero no fue remotamente cercano al exitoso paso que había tenido en el basquetbol, pero tampoco era el peor. Desde joven jugaba beisbol y su atletismo lo mantenía relevante, y entre sus estadísticas conseguía tres jonrones con los Barons.

Mientras Jordan seguía corriendo bases, los Bulls se mantenían como un equipo sólido liderado por Scottie Pippen, terminaban en tercer lugar de la conferencia, aparecía Toni Kukoc como novato y llegaba Luc Longley en un cambio con los Timberwolves, pero no les bastaría, quedando eliminados por los Knicks de Nueva York en la segunda ronda.

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Los Rockets eran los campeones y buscaban armar su propio súper equipo de la época con la adquisición de Clyde Drexler para la siguiente temporada (1994-95). Los Bulls de nuevo seguían como un buen equipo pero estaban lejos de ser esos intimidantes y dominantes Bulls que eran con Jordan. La MLB estaba en huelga, Jordan observaba a sus Bulls con un récord de 31-31, y de la nada, así como su despido, reapareció. El 18 de marzo de 1995, Jordan lanzó un breve y contundente comunicado de prensa que decía: "I'm Back" (estoy de regreso).

La segunda época de Jordan iniciaba. El "23" colgaba sobre el estadio como número retirado, y en su regreso portó el "45", un número de mucho significado que remonta al número que usaba su hermano mayor. El "23" llegó al ser la mitad del "45" de su hermano. A pesar del regreso de Jordan, los Bulls no alcanzaron la meta y los eliminaba el Magic de Orlando representando una nueva generación con Shaquille O'Neal y Anfernee Hardaway. Al final, los Rockets, nuevamente con Olajuwon, quedaban campeones.

Pero había un aire de frescura y alivio: Jordan estaba de regreso, no nos abandonó, no nos dejó con la duda. El resto de la historia la conocemos. Durante las siguientes tres temporadas el orden estaba de vuelta. Los Bulls de nuevo ganarían tres campeonatos al hilo con una alineación que mantenía a su gran aliado Scottie Pippen, pero con un equipo que cargaba una actitud renovada gracias a Dennis Rodman.

Después hubo más dramas de retiro, Jordan "ahora sí" dejando el deporte y los Bulls en 1999, luego reapareciendo como dueño parcial de los Wizards de Washington, y luego regresando al juego con ese mismo equipo en el 2001 para finalmente tener su último partido en el 2003.

Foto vía Wikicommons

Hoy en día Michael Jordan resalta entre las listas de los héroes deportivos más grandes en la historia, a lado de figuras como Muhammad Ali, Pelé o Babe Ruth, que trascendieron mucho más allá del deporte. Para los que no llegaron a ver el basquetbol en los 90 —década que muchos consideran una de las épocas de oro de la NBA— posiblemente no entenderían el vacío que había dejado Michael Jordan cuando anunció su retiro en 1993. Pero ni él pudo quedarse con la incertidumbre, el espíritu competitivo que necesitaba de alguna manera resucitó entre el beisbol y el ver a sus Bulls caer mientras otro equipo salía campeón, aunque hasta la fecha muchos señalan a esos dos títulos de los Rockets con el asterisco de que "Jordan no estaba jugando", casi descalificando el bicampeonato de Houston.

A 23 años de un triste anuncio que dejó a todos confundidos e incrédulos, recordamos el primer retiro de Jordan para recordar lo grande que era "his Airness", una realeza deportiva que cambió la cara del basquetbol y el deporte en general.