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Isco Alarcón o de cómo acoger el legado de "La Roja"

El centrocampista malagueño es el nuevo director de una sinfonía que carecía de adherencia después de la salida de Xavi Hernández y el bajón de juego natural de Iniesta.
Foto: Real Madrid C.F./ Facebook

Tendríamos que dedicar una ronda de aplausos para Marco Verratti por su gesto de completa sinceridad. A los que gustamos del futbol, y lo practicamos (la frecuencia es irrelevante), cuesta reconocer cuando el flujo de sucesiones en el tiempo y espacio delimitados por un rectángulo de cal corre para el lado contrario al nuestro. ¿Cuántas veces hemos estado en los tachones del centrocampista italiano? ¿Cuántas veces no hemos temido ser víctimas de una jugada tan sencilla, elegante y fugaz como lo es un "caño"? Verratti quedó paralizado, desalmado al mismo tiempo que dio un pequeño salto, viendo hacia su portería mientras el autor del ultraje corría con la bola para buscar a un compañero que le diera mayor trascendencia a su descaro. No pasó a mayores pero la estocada ya había atravesado el orgullo del italiano.

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"Ni siquiera Messi se ha acercado a ese nivel", Verratti confesó en forma de elogio.

El sábado pasado, Isco cambió la pureza del uniforme blanco por el de color sangre. El Santiago Bernabéu se abarrotó para presenciar el choque de eliminatorias para la Copa del Mundo entre su"La Roja" y "La Azzurra". Así fue como dio inicio el concierto de Isco Alarcón a los 12 minutos del encuentro.

"Magisco", le apodan al #22 del Real Madrid y la selección española de futbol, quien parece haber entendido que el legado de Xaxi Hernández e Iniesta se conserva por medio del amor al juego. A Isco se le ve contento armando, desarmando, cambiando de perfil, recorriendo todo el campo; nada le pesa y su oficio parece más un pasatiempo.

A Marco Verratti le tocó lidiar con el hombre más habilidoso y escurridizo del partido. Como todo un héroe trágico, el italiano aceptó en más de una ocasión su funesta suerte y su humillante desenlace.

Un contragolpe pensado y cristalizado por un solo hombre, y "sombrero", y una recepción dirigida con el pecho. El pincelazo final de esta obra de arte nunca llegó por el mal control de Morata.

Antes del descanso, Isco le dejaba saber a Verratti que esa noche, bajo ese escenario, le pertenecían a él y a nadie más. La dirección de Isco Alarcón en esta sinfonía colocó en solitario a "La Roja" en la cima del Grupo G con 19 puntos. A menos de un año del Mundial de Rusia, España vuelve a atraer las miradas de los seguidores como un serio contendiente para alzar el máximo trofeo del deporte profesional. Todo gracias a un hombre y su toque mágico.