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FIGHTLAND

Gussie Freeman, la cuchillera del funámbulo

En 1891, Gussie Freeman avergonzó a su familia de sangre azul al enfrentarse a la legendaria boxeadora Hattie Leslie en un combate sangriento.

Hattie Leslie

Hacia finales del siglo diecinueve, los medios en Estados Unidos empezaron a ser más tolerantes con las boxeadoras, incluso en las grandes metrópolis. En 1891, debajo de la crónica de la elegante cena anual de la Cámara de Comercio de Nueva York, en la que los hombres más acaudalados de la ciudad fumaban habanos y deglutían bistecs en Delmonico's, apareció un artículo en el New Hampshire Sentinel en el que detallaban el "famoso escándalo" de dos mujeres participando un combate de boxeo en Brooklyn. Hattie Leslie, para entonces ya famosa en la comunidad boxística de Nueva York, emitió un desafío —25 dólares a cualquier mujer que le aguantara cuatro rounds sin ser noqueada. El teatro Grand Street se llenó con la "tropa dura" del rumbo, más de 2,000 personas, y la mitad de ellas eran mujeres. Quien le salió al frente al reto fue Gussie Freeman, una neoyorquina de sangre azul que en franco desafío a su posición social, se enfrentó a Hattie Leslie frente a un público frenético. La batalla eventualmente fue interrumpida por la policía, aunque aparentemente los oficiales fueron espectadores junto con la multitud ruidosa, y sólo intervinieron cuando lo ensangrentado de las mujeres impresionó a los más enteros de la policía de Nueva York. Los reportes, como era costumbre, cacarearon lo humillante que era para la gran ciudad de Nueva York estos espectáculos de peleas entre mujeres. No obstante, ambas mujeres ya eran parte importante del complejo mediático deportivo de finales del siglo diecinueve, simultáneamente elogiadas y excoriadas por sus carreras pugilísticas, y a ninguna de las dos les importaba una chingada.

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Hattie Leslie

Nacida en Búfalo, Nueva York en 1868, Hattie Leslie era considerada, según el National Police Gazette, la "campeona pugilista del mundo", y desafiaba a cualquier mujer. Una verdadera amazona, Hattie pesaba 90 kilos, medía un metro setenta y el Police Gazette le describía como "una morena bien parecida", que no "se ve amenazante". Según el Cincinnati Enquirer, Hattie era una "boxeadora de habilidad poco común y ha noqueado a boxeadores bastante logrados en sesiones de práctica". El 15 de septiembre de 1888, Hattie boxeó con Alice Leary, quien tenía "los puños muy pesados", era "más brava", y "mucho más golpeadora" que Leslie. En algunos documentos posteriores a ambas mujeres se les identifica como "actrices" pero tenían el suficiente entrenamiento en el arte pugilístico como para estar versadas en las reglas de Queensbury. El Daily Inter Ocean publicó la crónica del combate, y lo calificó como "UNA OCURRENCIA VERGONZOSA", al tiempo que admitía que ambas mujeres pelearon bien. Según el artículo, Hattie y Alice

se golpearon en el estilo usual de los hombres… Las mujeres pelearon como tigresas por momentos, pero no cometieron ningún foul. Después de la pelea, ambas se acicalaron, regresaron a Buffalo, y sus rostros y cuerpos desfigurados fueron atendidos por los médicos.

El encabezado de este combate aparecía en la parte superior de la página, justo arriba de un artículo breve sobre el famoso boxeador John L. Sullivan, quien, según el periódico, estaba muy mal de salud en ese momento. Sullivan, un pugilista famoso con una historial de conducta licenciosa, aparecía mencionado con frecuencia en los periódicos. La ubicación de la crónica de la pelea entre Leslie y Leary por encima de Sullivan parece significativa para 1888. A decir verdad, ellas fueron las estrellas del mundo boxístico.

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Un año después de su combate con Alice Leary, Hattie Leslie estaba en las noticias de nuevo con el anuncio de un pleito con Ethel Marks. El artículo en el Cincinnati Enquirer del 19 de diciembre de 1889, anunciaba que este "Novedoso encuentro" sería sin duda novedoso, porque en lugar de boxear como siempre, Hattie y Ethel lucharían en el estilo grecorromano. Según el periódico, este tipo de exhibición nunca había ocurrido antes, así que las peleadoras y sus equipos se reunieron para discutir los términos, que resultaron ser los siguientes:

Artículos del acuerdo suscrito por Hattie Leslie, parte de la Primera Parte, y la Señorita Ethel Marks, parte de la Segunda Parte. Ambas Partes acuerdan enfrentarse en un combate de lucha en un día por ser determinado bajo las siguientes condiciones: La mencionada parte de la Primera parte se compromete a derribar a la mencionada parte de la Segunda Parte cuatro veces en una hora, o de lo contrario renuncia a una bolsa de 100 dólares.

El acuerdo estipula también que "cualquier llave peligrosa como el ahorcamiento, o llaves de estrangulamiento están prohibidas por acuerdo mutuo". "El combate", aseguró el Enquirer a sus lectores, "independientemente de lo novedad de que sus participantes fueran mujeres, promete ser bueno desde un punto de vista artístico". Ethel Marks era una levantadora de pesas, pero aparentemente era muy hábil para otras empresas atléticas. El combate, como sugería el periódico, prometía ser entretenido. Sin embargo, el Enquirer reportó el 29 de diciembre de 1889, que el combate fue más bien algo vergonzoso, dado que las dos mujeres "rodaban por la lona con la misma gracia que dos elefantes bebés en la paja". El Cincinnati Enquirer, que cambió la opinión que tenía de Hattie, de ser bella y hábil y talentosa, a ser rolliza y aparentemente 'elefantina', declaró que su habilidad para la lucha era "setenta y cinco por ciento poder salvaje". Hattie quizá no mostró sus talentos combativos contra Ethel, pero, como todos los verdaderos atletas, ella continuó hacia delante, perfeccionando su oficio durante los años siguientes hasta su pelea contra Gussie Freeman.

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En 1891, Gussie Freeman entró a la comunidad pugilística con una actitud tan relajada ante las normas sociales y de género que escandalizó y entretuvo a los periódicos y a los fanáticos por igual. En un artículo en la edición del 22 de noviembre de 1891 del Brooklyn Daily Eagle llamaban a Gussie Freeman "La cuchillera de los funámbulos", una "peleadora nata", a la que "nunca le importó asociarse con personas de su mismo sexo salvo para encontrarse con ellas en un pleito a puños y para regocijarse en su inevitable turbación". La proeza de Gussie en el ring fue reconocida durante su pleito con Hattie Leslie, y significó el inicio de su carrera, y desafortunadamente, el inminente final de la de Hattie, que moriría apenas un año después de la pelea.

Al momento de la pelea, Gussie tenía 25 años, pesaba 79 kilos y decía "no temerle a nada que caminara sobre la tierra". Respondió al desafío de Hattie en 1891 y según la crónica del New Hampshire Sentinel, más de 2000 espectadores atiborraron el pequeño salón para ver a estas dos mujeres pelear por una bolsa de 25 dólares. Quién habría ganado es imposible de saber, porque la policía interrumpió el combate, aunque no lo hicieron antes de que Hattie y Gussie se hubieran "cortado y golpeado" la una a la otra, y estaba "cubiertas con su propia sangre". Los dieciséis policías requeridos para separar a las dos mujeres formaban parte del público y sólo se metieron, según este reporte, cuando el ánimo del público se desbordó al ver el combate sangriento pero habilidoso de Hattie y Gussie. Muchos de los residentes de elite en Nueva York se horrorizaron con la noticia del combate, en especial después de que se enteraron que Gussie venía de la clase alta. En años posteriores a su enfrentamiento con la legendaria Hattie Leslie, se elevó la fama de Gussie como peleadora y como excéntrica incontenible que vivía fuera de las reglas de convivencia social y de género a finales del siglo diecinueve.

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Históricamente, las boxeadoras no ocupaban los altos estratos sociales en Estados Unidos. La mayoría de estas mujeres, y de los hombres también, trabajaban con sus manos (literalmente), lo que los distinguía de las clases medias y altas que temían a toda suerte de trabajo "rudo". Era prerrogativa de la creciente clase media en Estados Unidos emular elementos de la elite, al tiempo que formaba hábitos y convenciones que demostraban la nueva respetabilidad de la burguesía. Y el término respetabilidad era de vital importancia para los estadounidenses de clase media en el siglo diecinueve. Hombres y mujeres evitaban cualquier tipo de comportamiento que los vinculara con los escalones más bajos de la sociedad. Las mujeres pugilistas, obvio, se evidenciaban como fuera de la ideología normativa de la clase media simplemente por participar en los combates. Sin embargo, muchas de estas mujeres, cuando estaban fuera del ring, se presentaban como respetables, o por lo menos, realizaban un simulacro de propiedad victoriana estadounidense. Cuando no peleaban, Hattie Leslie y su contemporánea y homónima Hattie Stewart vestían el atuendo apropiado para las mujeres de clase media. Uno puede imaginarse que, exceptuando algunos golpes o cortes por el entrenamiento, las boxeadoras se verían como cualquier otra señorita de clase media caminando por la calle.

Contrario a Hattie, quien retenía algún remedo de la feminidad culturalmente normativa, Gussie era conocida por su aspecto masculino mientras se paseaba entre hombres, fumando una pipa, bebiendo whiskey y maldiciendo como marinero. A pesar de sus prácticas poco femeninas, Gussie no era una mujer de clase baja, sino el producto de una "familia de Long Island de excelente reputación". Como Babe Didrickson, la famosa golfista, Gussie Freeman era una atleta talentosa; practicaba varios deportes, e incluso derrotó al beisbolista profesional Jack Cassidy al lanzar más lejos que él en una ocasión. La madre de Gussie Freeman supuestamente estaba desconsolada por esta anomalía de hija, que cuestionaba sus instrucciones y actuaba más como un niño que como la delicada hija de una matrona de Long Island. Gussie no era una mujer elegante, pero tampoco hizo nada para ensombrecer moralmente su nombre. "Simplemente era una niña dura", pero no inmoral, aunque su profesión elegida siguiera enloqueciendo a su madre.

Guissie entró al mundo de los negocios con su acostumbrada excentricidad al abrir un bar en Brooklyn. Sin embargo, siguió entrenando y peleando además de cuidando su negocio. En abril de 1894, Gussie se presentó en el Ateneo Howard de Boston, Massachusetts, y peleó junto con el famoso boxeador de nombre encantador Fatty Langtry. Fatty y Gussie entrenaban juntos en vísperas de sus respectivos combates, cosa que deja en claro que algunos boxeadores y boxeadoras servían como compañeros de entrenamiento durante esta época. Gussie utilizó su experiencia como sparring de Fatty en 1895 cuando vapuleó a un tal George Schmitzer, un hielero que la insultó y le negó el suministro de hielo para su bar. Para entonces el peso de Gussie había crecido hasta unos importantes 113 kilos, pero seguía siendo técnicamente capaz con los puños. Después de confirmar que el diminuto Schmitzer, un hombrecito de unos 54 kilos, en efecto la había insultado, Gussie le exigió que la enfrentara al ponerse en guardia. Luego le dio una tremenda paliza, no obstante sus esfuerzos por defenderse y lo dejó noqueado frente una multitud de cientos.

Siguiendo el ejemplo de Hattie Leslie, Gussie se presentaba en algún lugar por un número específico de días, y aceptaba los desafíos que se le presentaran como exhibición de su habilidad. Trágicamente, el 25 de septiembre de 1892, Hattie Leslie murió a la edad de 23 años, después de perder contra la fiebre tifoidea, en Milwakee, Wisconsin. Su esposo, John Leslie, la cuidó durante toda su enfermedad, y a pesar de sus esfuerzos, su joven mujer murió. La fiebre tifoidea, una enfermedad provocada por alimentos y agua contaminada era una calamidad prevalente en el siglo diecinueve. Al momento de su muerte, Hattie tenía programado presentarse en el People's Theater, donde daba "exhibiciones de sparring contra un rival masculino" —probablemente su esposo. La muerte de Hattie fue conmemorada por el National Police Gazette con una imagen de plana completa y encabezados que decían "El último round de Hattie Leslie", en el Milwaukee Sunday Sentinel.

Un año después, Gussie desafió a otra famosa Hattie, Hattie Stewart, en febrero de 1893, a un combate siempre y cuando la bolsa fuera de por lo menos 1000 dólares. Al momento de su reto, Gussie andaba pesando casi 100 kilos, pero su manager aseguró que podía bajar a 81 kilos para la pelea y seguiría estando fuerte. Gussie aparentemente tenía alguien que la respaldaba; cualquier bolsa la respaldaría siempre que las mujeres pudieran pelear sin ser interrumpidas por la policía. Es curioso que el manager de Gussie se llamara John Leslie, el viudo de la leyenda del pugilismo y recién fallecida Hattie Leslie. Sin embargo, no parece haber evidencia de que Hattie Stewart se encontrara con Gussie Freeman en el ring, ya sea porque no se coordinaron o quizá, por miedo a encontrarse con la campeona invicta y feroz.

El legado de Gussie Freeman sigue siendo el de una mujer gozosamente única, que vivió como quiso, sin limitarse por los prejuicios sociales de la época. Su primera oponente, Hattie Leslie se vistió con el atuendo apropiado fuera del ring, pero ella también se rebeló contra el comportamiento normado por el género. La pelea de 1891 de Gussie Freeman y Hattie Leslie revela que aunque una parte importante de la gente consideraba impropio al pugilismo, siempre había público, y un público lector encantado, que valoraba las historias de estas mujeres que desafiaban las convenciones.