Rubén Amaro después de Jackie: Un pelotero afromexicano que también tumbó barreras
Foto: Philadelphia Phillies

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Rubén Amaro después de Jackie: Un pelotero afromexicano que también tumbó barreras

Falleció Rubén Amaro, un pelotero mexicano de raza negra que como Jackie Robinson, también combatió la discriminación en las Grandes Ligas

Rubén Amaro falleció este viernes en Miami, luego de una larga enfermedad. A Amaro, ex jugador de Grandes Ligas, le tocó librar una lucha que ningún mexicano imaginaría. Ni siquiera el mexicano más discriminado en Estados Unidos.

Y es que Amaro era doblemente negro, si es que cabe la expresión. Es decir, vivía una doble discriminación. Primero, por ser de raza negra; segundo, por ser mexicano, latino y no hablar el idioma.

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En marzo de 1962, los Phillies hacían su pretemporada en Florida, uno de los últimos bastiones racistas de su tiempo, y al intentar alojarse en el Jack Tar Harrison Hotel, la gerencia del hotel le informó al equipo que no le darían servicio ni a los jugadores latinos, ni a los negros. Rubén Amaro recibía el insulto por partida doble.

Rubén Amaro en 1959. Foto: Philadelphia Phillies

Si en la calle los tiempos no cambiaban en cuanto a la tolerancia a las minorías, en el diamante sí. Cuando el hotel se rehusó a darle servicio a Amaro, todo el equipo decidió que ellos tampoco se quedarían, que se irían a otro hotel, aunque la calidad del alojamiento no fuera la misma. Y es que para la década de los 60, la mayoría de los jugadores que llegaban a las Grandes Ligas ya habían jugado con peloteros negros o latinos en Ligas Menores. Por lo tanto, ya se habían creado lazos de compañerismo y hermandad, les había tocado pasar buenas y malas juntos. Era ya una generación distinta a la que brilló en los 50, cuando la discriminación racial seguía siendo un problema en el seno de los equipos.

"Eso nos dolió mucho, porque éramos muy cercanos", aseguró Dallas Green, jugador blanco de aquellos Phillies, en 2007 al diario The Trentonian. "Nosotros (los blancos) nunca habíamos pensado en ese tipo de cosas. Ellos eran nuestros compañeros, y ni siquiera te imaginabas los problemas por los que pasaban en ese tiempo. Los pobres tipos tenían que rogar por una comida en otra comunidad. Cuando nos topamos con el problema cara a cara, reconocimos que no estaban siendo tratados con justicia".

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Ruben Amaro llegó a los Phillies de Filadelfia en 1960, apenas tres años después de que la organización firmara a su primer jugador de raza negra. Era un equipo conservador que apenas se abría paso en los terrenos de la diversidad racial. Pero los Phillies no eran el primer equipo en que Amaro ayudaba a romper barreras y cambiar paradigmas, tampoco sería el último.

Amaro había llegado a las Grandes Ligas en 1958 con los Cardinals de San Luis. En ese entonces, era el equipo más al sur de la geografía beisbolera en las Grandes Ligas, y por lo tanto, era también la plaza más racista. Todavía en la década de los 50, a pesar de que Jackie Robinson había roto la barrera del color unos años antes, en las tribunas de San Luis los aficionados de raza negra solo podían acceder a una pequeña sección de gradas, y los que no cupieran tenían que encontrar un radio afuera del parque para escuchar el juego. Esos eran los Cardinals a los que Rubén Amaro llegó en 1958 con 22 años. El mexicano abrió camino, pues seis años más tarde, en 1964, los Cardinals derrotaron a los míticos Yankees en una épica Serie Mundial y lo hicieron con un equipo pleno de diversidad racial: Bob Gibson, Curt Flood, Lou Brock y Bill White, súper estrellas de raza negra; Julián Javier y Mike Cuéllar, talentos latinos.

El mexicano era un jugador que se caracterizaba por su buen guante principalmente como parador en corto, posición en la que ganó el Guante de Oro en 1964, como el mejor defensivo de su posición cuando aún jugaba con los Phillies.

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En 1966, Amaro llegó a los Yankees, uno de los equipos que más se había resistido a contratar jugadores de raza negra. En 1955, firmaron a Elston Howard, y por años se mantuvieron con él como su único jugador negro, a pesar de que ganó el MVP en 1963. Nuevamente, a Rubén Amaro le tocaba construir la diversidad.

Rubén Amaro con los Yankees. Foto: Archivo Bettmann

Pero lo más severo de la discriminación en el beisbol, Rubén Amaro lo vivió mientras subía en el sistema de Ligas Menores, particularmente, cuando le tocó jugar en la Liga de Texas a finales de los 50.

"No podía estar con mis compañeros en el tren, más que en el vagón restaurante", recordó Amaro en 2007 a The Trentonian. "Cuando estábamos en la gira, tenía que quedarme en el otro lado de las vías del tren".

Amaro, con menos de 20 años en ese entonces, estuvo cerca de desistir en su aspiración de ser jugador de Grandes Ligas, pero fue su padre quien lo reanimó a seguir.

"Luego de mi primer año en Texas, regresé a casa en México y dije, 'Ya estuvo, me regreso'", según Rubén. "Mi padre me dijo, 'Me pediste permiso para jugar beisbol en las Grandes Ligas, no para renunciar en Doble A. Eso fue lo que me hizo regresar".

Y es que a su padre, Santos, Rubén Amaro no solo le debía el color de piel, sino también su carrera como beisbolista. Santos Amaro era cubano, de raza negra, y uno de los mejores extranjeros que llegaron a la Liga Mexicana en la década de los 30, cuando México se convirtió en el paraíso para los jugadores que eran discriminados por su color de piel en otros países. Dueño de uno de los brazos más memorables de su tiempo, a Santos le tocó brillar en la época en que las Grandes Ligas estaban cerradas para los peloteros de raza negra. Y sin embargo, había persistido. Él había combatido contra los demonios frente a los cuales Rubén pensaba claudicar. No lo dejó, y Rubén llegó a las Grandes Ligas.

Rubén Amaro nació en Nuevo Laredo, Tamaulipas, en 1936. Su padre era jugador del equipo La Junta de esa ciudad, uno de los mejores equipos de su tiempo en el país.

De Amaro puede decirse que fue un mexicano que siempre portó su raza con dignidad. Se sabía diferente a la mayoría de los mexicanos, y luchó por que su color de piel, el de los afromexicanos, fuera reconocido en su propio país. En 1968, cuando jugaba con los Yankees, hizo su propia protesta de cara a los Juegos Olímpicos que se celebrarían en México en 1968. Exigía que se boicotearan los Juegos en su país, si se permitía la participación de Sudáfrica que todavía vivía el Apartheid, un sistema en que las personas de raza negra eran segregadas de los blancos en todos los aspectos. Era un sistema similar a lo que él le había tocado sufrir en su ascenso en el beisbol, y era una práctica que ya no cabía en el mundo. El Comité Olímpico Internacional no permitió la participación de Sudáfrica.

La pelota vive sus propios movimientos de rotación y de traslación con el paso del tiempo. Y todo ello, gracias a hombres como Rubén Amaro que mueven al mundo, rompen barreras y aceleran el curso de la historia. Se ha ido un mexicano diferente, un mexicano como pocos, pero un mexicano ejemplar.