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Elecciones

Veracruz: La guerra sucia electoral llega a las canchas de futbol

Fidel Kuri Grajales ha lanzado la advertencia. Si no gana el Partido Revolucionario Institucional (PRI) la jornada electoral del próximo 5 de junio, el pueblo veracruzano se quedará sin su equipo de futbol, el Club Tiburones Rojos de Veracruz.

Kuri y el candidato priísta Héctor Yunes Landa. Foto: Imago7

Fidel Kuri Grajales ha lanzado la advertencia. Si no gana el Partido Revolucionario Institucional (PRI) la jornada electoral del próximo 5 de junio, el pueblo veracruzano se quedará sin su equipo de futbol, el Club Tiburones Rojos de Veracruz.

Grajales, dueño del equipo de la Liga MX, afirmó el martes que si el candidato del PRI a la gubernatura de Veracruz, Héctor Yunes, no gana las elecciones, se llevará el equipo a otro estado. Las opciones, según el empresario, son Yucatán, Tamaulipas o Sinaloa.

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"No, no tengo estrategia, simplemente o gana Héctor Yunes o Tiburones tiene riesgo de que se vaya. Tengo tres propuestas en otros estados de la República", afirmó el también diputado federal por el partido tricolor.

El intento de coacción al voto no es una nueva táctica de Kuri Grajales, quien fue amonestado el año pasado por el Instituto Nacional Electoral por el uso indebido del equipo en la campaña electoral. La imagen personal del empresario apareció junto a los integrantes del equipo de futbol en espectaculares, y en boletos de cortesía para partidos del club.

A principios de 2015, Kuri cambió el futbol por la política y cedió la presidencia del equipo a su hijo, Fidel Kuri Mustieles. El Reglamento de la Federación Mexicana de Fútbol condena el proselitismo político y religioso.

El candidato de la coalición entre PRD y PAN, Miguel Ángel Yunes Linares, dijo durante un debate que no usará dinero público para apoyar a ningún equipo profesional del estado en caso de ganar. Ante las declaraciones de Kuri, explicó que apoyará al equipo mientras no afecten otras prioridades.

"El equipo Veracruz tiene un largo arraigo, una larga tradición, lo queremos todos los veracruzanos. No hay ninguna razón para que se vaya de Veracruz", dijo.

Las declaraciones de Kuri ponen a los ciudadanos de Veracruz —la tercera entidad con mayor número de votantes con 7.9 porciento del total del padrón electoral— frente a una nueva encrucijada a la hora de emitir el voto en un estado plagado de corrupción, y con altos índices delictivos de desapariciones, asesinatos, y violaciones.

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Desde tiempos inmemorables, el deporte, especialmente el futbol en el caso de México, ha sido la estrategia perfecta de los gobiernos para distraer al pueblo de la problemática social, como un mundial en tiempos de constante represión, o en el caso de Veracruz, unos Juegos Centroamericanos y del Caribe mientras se destapan narcofosas. O, como se vio recientemente, una novela en tiempo real sobre el secuestro de un futbolista para que un gobierno fuertemente ligado al crimen organizado sea aplaudido por su (in)acción.

En el caso de los Tiburones Rojos, no es la primera vez que sus estrechos vínculos con el poder político causan polémica. El club, que anteriormente era patrimonio estatal, ha estado fuertemente ligado al gobierno de Javier Duarte.

En mayo de 2013, el club Reboceros de La Piedad, Michoacán, cambió de sede a Veracruz y tomó el nombre de los "Tiburones Rojos de Veracruz". El gobierno de Duarte otorgó el usufructo de los bienes del club —nombre del equipo, marca comercial, logotipo, el Centro de Alto Rendimiento y el estadio Luis Pirata Fuente— al diputado federal por medio de un contrato de promesa.

Sin embargo, el contrato de comodato no fue autorizado por el Congreso del estado hasta diciembre de 2015, cuando permitió entregar parte del patrimonio del estado a un particular.

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Así como Duarte, quien enfrenta acusaciones de malversación de recursos públicos, el club se ha visto rodeado de irregularidades. Los Tiburones aún no han pagado a un grupo de ex empleados del club, salarios caídos e indemnizaciones por más de 10 millones de pesos después de cinco años en batallas legales.

Poca transparencia y opacidad marcan la estrecha relación entre gobiernos y equipos de futbol alrededor del país. En 2014, El Economista registró al menos 47 clubes que reciben recursos y apoyo público de gobiernos estatales, municipales y dependencias. No hay ningún partido político importante, afirmó la publicación, que no figure al menos alguna vez en el censo.

En Veracruz, de los estados con mayor índice de pobreza e impunidad, siempre ha reinado el PRI. Es bien sabido que el mexicano rara vez castiga a los partidos políticos con el voto. Ahora, de acuerdo a varias encuestas de medios nacionales, los tres candidatos se encuentran en empate técnico, manteniendo viva la esperanza de la alternancia política.

Luego de los escándalos y denuncias durante la campaña electoral en el estado, se habla de una posible anulación de la elección. Aún así, el domingo, los veracruzanos escogerán democráticamente, en un entorno de descomposición social, impunidad, violencia de género, asesinatos de periodistas, desapariciones, lavado de dinero, a un nuevo líder, cuyo partido político definirá el incierto futuro del sueño futbolístico en el estado. Pero una cosa es segura, el perdedor ya está declarado: el pueblo veracruzano.