Infantino, ¿La FIFA se parece al Vaticano? | ES | Translation
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Infantino, ¿La FIFA se parece al Vaticano? | ES | Translation

Se parecen más de lo que crees...

Como organizaciones cuyo poder pasa por encima de fronteras entre países -poder supranacional, en otras palabras- y cuyo uso empleado deslealmente viola diversas leyes nacionales e internacionales, la respuesta es sí: la FIFA y el Vaticano se parecen bastante. Ninguna de las dos está sujeta ni subordinada a ningún estado soberano (el Vaticano es un estado por sí mismo), pero ambas se han hundido en los pantanos del escándalo y la controversia cuando sus miembros violan el Estado de Derecho de que son sujetos territorialmente: corrupción, lavado de dinero, malversación, fraude, despilfarro, inmoralidad, soborno y doble discurso.

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¿Aceptaríamos como respuesta de la Santa Sede hacia los casos de pederastia clerical una serie de reformas (concilios o sínodos les llaman) para administrar los sacramentos de la fe a través de la televisión o las redes sociales, algo así como el matrimonio vía Twitter? Indudablemente lo veríamos como un modo de elusión o de intentar tomarnos el pelo a todos: una cosa es el descrédito causado por las instancias de abuso de poder en la operación cotidiana de la Iglesia y otra muy distinta es si su doctrina religiosa debe abrirse o no a las nuevas tecnologías.

Pues algo del estilo ocurre con Gianni Infantino en sus primeras semanas como líder de la FIFA: los vuelos baratos de EasyJet que él aborda comparados con los jets privados de su antecesor; la apertura de las Reglas de Juego a las tecnologías de repetición comparada con la cerrazón de su antecesor; la disposición para disminuir las sanciones más estrictas en jugadas que cortan oportunidades de gol comparada con la desidia de su antecesor.

"Restauraremos y reconstruiremos una nueva era en la FIFA en la que pondremos al fútbol nuevamente en el centro del escenario", dijo Infantino tan pronto fue declarado ganador y ocupante del cargo dejado vacío por su antecesor.

Pero Infantino no restaurará ni reconstruirá la credibilidad de la FIFA si antes no va a la raíz de los abusos de poder que caracterizaron a sus miembros durante los 17 años de Blatter. Lo que derrumbó el imperio con sede en Zúrich no fue el rechazo a las herramientas tecnológicas en el arbitraje o la llana apatía para hablar de futbol, ni tampoco la predilección por vuelos privados en lugar de vuelos comerciales de bajo costo. Lo que hizo venirse abajo la fachada de la FIFA (mas no sus peores fundamentos) fue que los gobiernos de Estados Unidos y de Suiza decidieron investigar y perseguir las flagrantes violaciones a sus respectivas leyes que los de la FIFA creían quedarían impunes por siempre al amparo de su "aura" de supranacionalidad.

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¿Cómo creerles a los del Vaticano cuando hablan de los pobres si ellos están inundados en oro y plata?", reza la crítica y no fue sino hasta 2012 con el escándalo de las revelaciones de VatiLeaks que el entonces pontífice, Benedicto XVI, resolvió tomar medidas más resolutas respecto del Banco Vaticano, foco de corrupción y opacidad.

Foto: Punto Digital

Un artículo del 2015 firmado por Alexander Stille en el The New Yorker sugería: "A principios del nuevo milenio, el Vaticano estaba enlistado entre el top ten mundial de los países que eran considerados 'paraísos financieros' para la evasión de impuestos y el lavado de dinero". Aunque desde 2010 la Santa Sede había aprobado leyes anti-lavado y asimismo establecido una Unidad de Inteligencia Financiera -además de solicitar asesoría del órgano supervisor de flujos monetarios del Consejo de Europa-, fue VatiLeaks ese impulso decisivo para cerrar más de 400 cuentas turbias del Banco Vaticano e iniciar -ya con Francisco- el cumplimiento de estándares internacionales de transparencia mínimos.

Más que repeticiones y tecnología para mejorar el futbol, lo urgente en la FIFA es acabar con la estructura corrupta que esconde el origen de sus dineros, sus transferencias y sus destinos finales. Recordemos que Blatter tiene abiertos procesos criminales en su contra por gestión desleal y malversación de fondos. La fiscalía suiza investiga un contrato por el cual otorgó unilateralmente los derechos televisivos de los mundiales de 2010 y 2014 a Jack Warner a cambio de 600 mil dólares (que Warner nunca pagó) en perjuicio de las finanzas de la FIFA. Asimismo hoy en día Franz Beckenbauer todavía no puede decir para qué propósito depositó 10 millones de dólares a cuenta del comité organizador de Alemania 2006, de dónde los sacó, y mucho menos conoce dónde acabó ese dinero. Al menos eso dice él.

Seguirle el rastro al dinero del órgano rector del futbol desde Zúrich permitiría inaugurar esa nueva era de la que Infantino habló en su discurso inaugural. De lo contrario, las cuentas de la FIFA, -como las del Vaticano antes de Vatileaks- seguirán manejándose a la buena de Dios o por obra y gracia del espíritu santo.

@CesarKickoff