El vía crucis de Sebastian Vettel: El largo camino para poner a Ferrari en la disputa del título
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Formula 1

El vía crucis de Sebastian Vettel: El largo camino para poner a Ferrari en la disputa del título

Sebastian Vettel y Ferrari entraron juntos, en 2016, en una de las peores crisis de su historia. Pero en 2017, se asoma la luz al final del tunel

Cuando terminaba la temporada 2013 de Fórmula 1, el ascenso de Sebastian Vettel parecía imparable. El alemán había conseguido su cuarto título mundial de una manera avasalladora, con un record de nueve victorias consecutivas para sellar la campaña. Aún así, a los 26 años —una edad a la que la mayoría de los campeones se hacen de su primer título— ya estaba reescribiendo los libros de récords. Parecía que Seb superaría a su héroe Michael Schumacher y su récord de siete títulos de Fórmula 1 con relativa facilidad.

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Después de la octava de esas nueve victorias, en el Circuito de las Américas, el alemán habló con su equipo Red Bull por la radio: "Recordemos estos días", dijo Vettel, al regodearse con unas donas postcarrera. "No hay garantía de que duren para siempre. Disfrutémoslos mientras duren".

Eran palabras maduras para un atleta de 26 años. Pronto quedaría claro que serían proféticas.

Después del invierno de 2013 a 2014, los enormes cambios a las regulaciones para los motores vieron como la sociedad Red Bull-Renault se quedó atrás, y Mercedes le quitó una enorme ventaja a la oposición. Después de haber ganado solo 13 carreras en 2013, el equipo se ha llevado cinco victorias desde entonces —y ninguna de ellas cortesía de Vettel.

2014 fue el peor año —el annus horribilis— de Vettel. En su defensa, incluso un gran campeón se merece el derecho este tipo de bajón, en particular dado el cansancio que provoca ganar cuatro títulos de manera consecutiva. Aún así, debe haberle dolido ser superado por su nuevo coequipero, el juvenil Daniel Ricciardo. Por primera vez, vimos un cambio en el ánimo de Vettel. Hasta entonces, Seb parecía estar siempre sonriente. Bromeaba, hacía chistes, asistió a Top Gear y sorprendió a ese programa típicamente inglés con su sentido del humor.

Vettel con su indumentaria Red Bull // PA Images

De 2010 a 2013, Vettel fue el campeón que la Fórmula 1 necesitaba —y el campeón a quien Bernie Ecclestone apoyaba abiertamente—. Pero en 2014, con un auto que no se comportaba a la altura, y un joven y decidido Ricciardo superándolo en la pista, la personalidad de Vettel parece haber cambiado. La sonrisa desapareció y tampoco había muchas razones para hacer bromas. Bernie tampoco parecía estar tan entusiasmado. Lewis Hamilton —"el mejor campeón mundial que hemos tenido" y "un super promotor del deporte"— era el nuevo favorito del jefe.

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Ricciardo ganó tres grandes premios contra ninguno de Seb en 2014, y derrotó a su coequipero campeón cuatro veces del mundo por 71 puntos y dos posiciones en la tabla. No es común que los multicampeones del mundo reciban ese vapuleo, por lo menos no mientras están en su punto más alto profesionalmente hablando.

Hacia el final de la campaña, Vettel anunció que dejaba Red Bull para irse a Ferrari. Esa maniobra llevaba un tiempo cocinándose: habían circulado rumores de que usaría el uniforme rojo, en particular dado que pasó su infancia admirando a Schumacher y su dominio con la Scuderia. Era su destino; un destino extremadamente lucrativo.

El cambio además adquirió una nueva dimensión en vista del estado de salud de Schumacher. En diciembre de 2013, el siete veces campeón sufrió un accidente de esquí que lo dejó aferrándose a la vida, y tres años después, sigue en un estado incógnito de recuperación. Algunos sugerían que Vettel se mudaba a Maranello para reconstruir el equipo que flaqueaba en honor a Schumacher. Es casi seguro que no había nada de fundamento en este rumor, dado que Vettel había hablado con Ferrari antes del accidente de Schumacher, pero como narrativa resultaba muy atractiva. Lo que es más, el humor de Seb pareció volver después del anuncio del cambio.

Su primer año con el equipo fue extremadamente bueno. Aunque no estuvo ni cerca de la batalla por el título, Vettel fue sin duda el mejor de los demás, ganó tres Grandes Premios (el único piloto sin un Mercedes que se paró en la parte más alta del podio) y cimentando su reputación como un conductor de élite en la Fórmula 1. En 2015, Vettel hizo lo que los verdaderos pilotos deben hacer para consolidar su estatus: tomó un auto decente y, en ocasiones, lo hizo parecer excepcional. Sus victorias en Malasia y Hungría fueron bien merecidas y confirmaron lo acertado del cambio a Maranello. Pero lo realmente sobresaliente fue su conducción en Singapur. En la carrera más demandante físicamente del año, Vettel se quedó con la pole por más de medio segundo y derrotó a Ricciardo para ganar después de más de dos horas de carrera. Esa quizá fue su mejor actuación en un auto de Gran Premio.

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La de Singapur en 2015 es de las mejores carreras de Vettel // PA Images

Y después de un año de ir a la saga de su compañero, Seb una vez más se convirtió en el macho alfa del equipo, al pasar por encima de Kimi Raikkonen en la calificación —donde quedaron 15-4 a favor de Vettel y el promedio de la diferencia de tiempo fue de 0.5 segundos— en el campeonato, y superó al finlandés por 128 puntos.

La cereza en el pastel fue la caída en el desempeño de Red Bull. Esto no quiere decir que Vettel se regodeara en la lucha al ver a sus antiguos patrones flaquear —sin duda tiene a muchos amigos en la escudería. Pero no sería un campeón del mundo si no se considerara a sí mismo como uno de los aspectos más importantes del éxito, y verlos rezagarse le habría confirmado esto.

Con todo esto, llegó una mejora en su humor. Vettel parecía volver a su antiguo ser, sonriendo, bromeando y pasando gran parte del 2015 echando carrilla a los conductores de Mercedes en las conferencias de prensa.

La de 2016 supuestamente sería la temporada en la que Ferrari volvía a contender por el título. Mercedes iniciaba su tercer año al frente del grupo e, históricamente, es muy difícil seguir siendo dominante en tres temporadas sucesivas. Ferrari y Vettel estaban en la mejor posición para darle batalla a las Flechas Plateadas esta temporada.

Pero no sucedió. Sería simplista decir que Vettel tuvo un año verdaderamente malo. Hubo algunas sesiones impresionantes, mega vueltas, y días en los que parecía que el viejo Seb estaba de vuelta.

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Pero sería también muy difícil argumentar que manejaba al nivel que uno espera de un cuatro veces campeón del mundo que, a los 29 años, debería estar en el punto más alto de sus habilidades. En la segunda parte de la temporada Vettel ganó solo dos podios —afortunadamente para él, uno llegó en Italia—. Registró cinco en la primera parte de la campaña, pero su auto se rezagó, las actuaciones de Seb parecen haber sufrido igual, con errores y colisiones en la pista.

La comparación con su coequipero es particularmente preocupante. Una sombra de lo que fue en 2015, Raikkonen tuvo un mejor 2016. Más o menos. Aunque no es el Kimi de antes, sin duda estuvo mucho más cerca de Seb. En medio de la caída de forma de Vettel, el jefe del equipo Maurizio Arrivabene, llegó a decir: "Lo justo es que, cualquiera, no importa de quién se trate, se gane su sitio y su salario". Dado que el salario de Vettel se dice que llega a los 50 millones de dólares por temporada, eso parece razonable, aunque no es la mejor manera de mostrar que el equipo está unido.

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El humor de Vettel había caído, como era de esperarse. De hecho pareció haber llegado a bajos históricos en 2016.

Los mensajes de radio de Seb acerca de "bandera azul" cada que se topa con uno de los rezagados se han vuelto ya tediosos. Lo dice una y otra vez, seguido después de un exasperado "¡Vamos!"

Vettel es un operador inteligente y, como los demás conductores, usa sus mensajes de radio para que el mundo conozca sus opiniones. Si quisiera decirles estas cosas en privado, lo diría en el tráiler de Ferrari, o en la oficina del Charlie Whiting, el director de carrera. Hay sin duda un elemento de estrategia en estas comunicaciones, particularmente para intimidar a los (más jóvenes e inexperimentados) conductores del fondo de la tabla.

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Pero la frustración que mostró durante el Gran Premio de México de 2016 sugiere que han sido menos un plan calculado para que se escuche su voz y más un conductor que no puede con su frustración. Vettel le estuvo diciendo "idiota" después que el español lo mantuviera atrás en FP2. Alonso es su antecesor en Ferrari y, aunque no es ningún extraño a la queja, tiende a dar exhibiciones de clase mundial de vez en cuando sin importar la maquinaria que conduzca. No obstante que puede ser un hincha pelotas por momentos, el Alonso en la pista no es ningún idiota.

El español se mostró más entretenido que nada por el incidente: Vettel, sugirió, "está viviendo un periodo muy frustrante para él y para Ferrari". La implicación es que Seb está descolocado.

Y luego claro, está la carrera en la que en repetidas ocasiones se estuvo quejando constantemente sobre los pilotos de Red Bull. Vettel tenía todo el derecho de estar frustrado por la situación en la que estaba en esas últimas vueltas, con Verstappen aferrándose aparentemente de forma ilegal a la tercera posición y luego haber llevado a Vettel contra su coequipero Ricciardo, a quien Vettel luego fue acusado de haber mantenido retrasado de modo ilegal.

Pero la frustración que expresó en la radio durante esos intercambios fue algo más. No me malinterpreten: fue entretenido y, de hecho, refrescante escuchar a un piloto en un deporte que puede ser terriblemente corporativo y soso perder la cabeza de esa manera.

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Pero no habla bien del estado mental de Vettel. Su mensaje a Charlie Whiting —un "fuck off" que sonó como si estuviera pronunciado con una gran cantidad de rabia— también dejó entrever que las menciones de banderas azules no eran simplemente una estrategia. Estaba realmente frustrado con los oficiales, de quienes Whiting es el más prominente, al punto de que les quería decir que se fueran a la chingada. Y lo hizo. Dos veces. No sonaba como un piloto inteligente enviando un mensaje a los altos mandos del deporte; sonaba como un hombre profundamente frustrado incapaz de controlar su enfado.

Naturalmente, sus rivales aprovecharon estos exabruptos de Vettel y lo vieron como una señal de debilidad. "Obviamente está un poco frustrado por como ha ido la temporada", dijo Ricciardo. "Probablemente pensó que quizá [Ferrari] tenía una mejor oportunidad de pelear con Mercedes, pero no ha sucedido así". El jefe de Red Bull, Christian Horner, y el supervisor austraico Helmut Marko también cuestionaron el comportamiento de Vettel.

Y todo esto hizo, en su momento, que los sufrimientos de Vettel se volvieran una historia en 2016, una que puede comentarse en televisión, en los medios impresos, en línea. Eso no le hace bien ni a Vettel ni a su equipo —Ferrari simplemente no están hechos para lidiar con el conflicto interno—.

Vettel no está solo al frustrarse cuando las cosas no le salen. Así le pasa a los campeones. ¿Dónde estaba la dulzura y ligereza de Lewis Hamilton en su mala temporada en 2011? Muy lejos. ¿Qué tal se pone Fernando Alonso cuando un auto con motor Mercedes rebasa su McLaren-Honda? Mucho peor. Los ganadores consideran todo lo que no sea una victoria como algo intolerable. Pueden tolerar el camino hacia la victoria —de ahí la actitud tan positiva de Vettel en 2015—, pero si hay un desvío, entonces se ponen casi irracionalmente iracundos.

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El tiempo ha dado la razón: no había que tachar a Vettel todavía. Lejos de eso, es un campeón en cuatro ocasiones. Parece estar haciendo todo lo que puede para sacar a Ferrari de ese estancamiento (relativo), hasta el punto que muchos creen que está haciendo demasiado, incluido su jefe. El hecho es que, con un buen auto, Vettel volverá a estar al frente.

Y el alemán ha cumplido en el arranque de la temporada 2017. Rompió una racha de 27 carreras consecutivas sin victoria para Ferrari, al subirse a lo más alto del podio en el Gran Premio de Australia, la primera carrera de la temporada.

Ferrari ya había mostrado buena forma en la pretemporada, pero a menudo esas buenas actuaciones se descartan porque los equipos suelen guardarse algunas cartas. En la calificación, Vettel se había visto bien, pero fue superado por Lewis Hamilton que hizo una vuelta de ensueño para quedarse con la Posición de Privilegio. En carrera, Vettel demostró porque es un tetracampeón.

Aprovechó una entrada prematura de Lewis Hamilton a los fosos para amasar una ventaja, que le permitiera a él mismo, entrar después a los fosos y salir en el liderato. Y lo logró. Una detención impecable para la cuadrilla de Ferrari en los fosos, y Vettel salió apenas adelante de Verstappen y Hamilton. Con llantas frías que resultaban en un auto bronco, Vettel defendió como una leyenda la posición, frente a los embates desesperados de Verstappen y Hamilton. Conforme se calentaron las llantas, Vettel adelantó, mientras que Hamilton no lograba pasar a Verstappen, y así se escribió la historia. Sebastian Vettel se fue solo al frente para llevarse la carrera. Y hacer relinchar de nuevo al Cavallino Rampante.

El Vía Crucis de Sebastian Vettel parece encontrar su recompensa. Ferrari promete pelear el campeonato llanta con llanta frente a Mercedes.

@Jim_Weeks