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lo tiene todo controlado

"Las apuestas no tienen que ver con la suerte": así vive un apostador profesional

El alemán Dirk Paulsen se dedica a apostar, pero no por afición, sino como profesión. Hablamos con él para descubrir cómo es posible vivir de las ganancias de las apuestas... y qué relación tiene la suerte con todo esto.

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A sus sesenta y pocos años, Dirk Paulsen parece un tipo alegre de lo más normal. Este alemán, como mucha otra gente de todas las edades, hace apuestas a resultados de fútbol… pero lo hace de una forma distinta a los demás: él apuesta para ganarse la vida.

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Paulsen es una mezcla de jugador loco, genio de las matemáticas y fanático del fútbol. Dirk, sin embargo, no es víctima de su propia adicción; de hecho, mantiene a su familia a través de las apuestas futbolísticas. Al principio no parece real, pero después de una agradable conversación con este ordenador humano de las apuestas, nos vamos a casa bastante convencidos.

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¡Hola, Dirk! Vives con tu familia en un gran apartamento, tienes varios hijos y te ganas la vida en el mundo de las apuestas. ¿Tienes mucha presión encima de tus hombros?

¡Hola! Bueno, la presión es alta… sobre todo, porque siempre existe la tentación de apostar en contra de las cifras y estadísticas y hacerlo en función de lo que te dice el instinto. Pensar irracionalmente, no obstante, te puede hacer perder una gran cantidad de dinero. Por ahora, tengo bastante experiencia y siempre apuesto con la cabeza fría. No me va nada mal, la verdad.

Los partidos de la Bundesliga son el principal campo de acción (¿o deberíamos decir de trabajo?) de Dirk Paulsen. Foto de Fabrizio Bensch, Reuters.

¿Cuál ha sido tu peor apuesta?

Hasta el año 2008 apostaba solo [ahora tiene "socios"]. Normalmente ingresaba más de 10.000 euros por semana. Hubo también momentos en los que se me iban por el desagüe 30.000 euros, y de vez en cuando me sumía en períodos más largos donde las cosas salían mal, pero te tienes que saber sobreponer. Por otro lado, también es muy importante saber mantener las buenas rachas el mayor tiempo posible sin que eso afecte tu manera de apostar. Es muy importante no perder la cabeza, ni en los momentos positivos ni en los negativos.

Apuestas sobre todo en fútbol. Si el balón rebota en el palo es cuestión de suerte que entre o que salga: ¿cómo calculas las posibilidades de algo tan aleatorio?

He desarrollado yo mismo un programa que funciona basándose completamente en las matemáticas. Mis apuestas no tienen nada que ver con la suerte: nunca nada depende de un presentimiento, todo se basa en cálculos.

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¿Tienes algún título, o siempre supiste que querías ser vivir de las apuestas?

Estudié matemáticas, pero empecé a jugar más y más. Desarrollé el programa en la universidad y empecé a jugar en el oscuro mundo de los adultos. Comencé con el backgammon y el blackjack, más tarde seguí con el fútbol, y finalmente acabé el programa que había empezado a diseñar cuando estudiaba.

Paulsen se inició en el mundo de las apuestas con juegos como el blackjack. Imagen vía WikiMedia Commons.

¿Cuántos años tenías cuando empezaste a apostar?

Tenía 24 años cuando un amigo me enseñó una hoja de datos del sistema SSP Overseas Betting. En aquel entonces había que apostar por escrito. Al principio, yo no lo entendía en absoluto, pero de todo modos hice mi primera apuesta. Perdí algo así como 5 euros y me cabreé: entonces empecé a pensar… y me di cuenta de que podía hacer cálculos en vez de ir a ciegas.

¿Cuándo empezaste a ganar basándote en los cálculos de tu programa?

Hicimos nuestras primeras apuestas profesionales durante la Copa de Europa de 1988 y ganamos algo así como 2.000 euros. Cuando llegó el Mundial de 1990 acabé finalmente mi programa y fue todo un éxito; después, dejé mi trabajo como programador y desde entonces me he dedicado al negocio de las apuestas a tiempo completo.

Fue muy arriesgado dejarlo todo y convertirse en un jugador profesional gracias a un buen Mundial, ¿no?

Parece una locura, pero… ¡estaba tan cómodo! Me sentía capaz. Cuando tenía 26 años gané 18.000 euros en el campeonato mundial de backgammon de Mónaco. Ya sabía que no solo era un capricho, sino que quería centrarme por completo en las apuestas. Sabía que iba a ser mi trabajo.

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Los encantos de Mónaco podrían ser tentadores, pero Paulsen supo cuándo debía parar. Imagen vía WikiMedia Commons.

Eras joven, tenías el equivalente de 18.000 euros en tu bolsillo y estabas en el centro de Mónaco. Debiste tener delirios de grandeza, ¿no?

Sí, totalmente. Hice algunas cosas estúpidas, o disfruté mucho, mejor dicho. Las chicas de Mónaco se dan rápidamente cuenta de cuando tienes éxito y ese es un muy buen sitio para divertirse. Después de esa victoria, viajé durante seis semanas y después volví a las apuestas.

Entre todos estos juegos y apuestas… ¿crees que eres adicto?

A decir verdad, no. En ese momento [después de ganar los 18.000 euros] me fui de Mónaco, porque me di cuenta que estaba teniendo mucha suerte y que eso no podía durar. Así que estuve seis semanas de fiesta por St.Tropez, Niza y París. Luego volví a Berlín con el mismo dinero que con el que había llegado a Mónaco: 2.500 euros. Esa apuesta ganadora me había permitido vivir lujosamente durante seis semanas.

¿Qué te diferencia de la otra gente que apuesta?

No seguir a un equipo favorito o tener un número de la suerte. Lo baso todo en la ciencia y las matemáticas. He creado tablas estadísticas, cosa que interesa a los equipos, a los entrenadores, a los gerentes, al periodista deportivo… realmente, a todo el mundo. Tengo rankings de datos que son mucho más precisos que sus tablas y modelan mucho mejor su funcionamiento. También he calculado la proporción de mi suerte para calcular mis oportunidades.

Robert Lewandowski, en general, tendrá más confianza para tirar a puerta que la mayoría de delanteros de la Bundesliga. Foto de Fabian Bimmer, Reuters.

¿Cómo mides la suerte del equipo?

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Voy a explicártelo con un ejemplo. Si el Werder Bremen está atacando y tienen una oportunidad de tirar desde lejos, hablamos de más de 20 metros de lejos de la portería, quizás prueben suerte. Disparan, pero realmente no tienen ocasión de marcar. Un jugador de Bayern de Múnich, en cambio, seguramente buscaría pasársela a un compañero que estuviera en una mejor posición.

Además, está el hecho de que una mejor delantera utiliza mejor sus posibilidades. Así que cuando Robert Lewandowski tiene la misma oportunidad de gol que tiene, qué sé yo, Philipp Hosiner, del 1.FC Köln, podemos decir que Lewandowski intentará disparar el 50% de las veces, mientras que Hosiner sólo alrededor del 25%.

Si tomamos como referencia la proporción de suerte de la primera mitad de temporada, ¿quién ha sido afortunado?

Yo apuesto sobre todo en la Bundesliga, que es la liga de mi país: ahí he descubierto que, por ejemplo, el Hertha BSC tiene mucha suerte cuando juega. Por el contrario, el VfL Wolfsburg realmente es desafortunado.

¿Cómo reacciona la gente al conocer a que te dedicas?

Una reacción típica es: "Si apuestas es que haces trampa". Obviamente eso es totalmente falso. Las apuestas son solo matemáticas, y las matemáticas son justas por definición. Por suerte, la sociedad de hoy en día lo reconoce cada vez más como una profesión, por mucho que aún haya quien lo considera un trabajo deshonesto —sobre todo las personas mayores.

¿Cómo explicas a tus hijos de dónde viene el dinero?

Mis hijos pequeños están entendiéndolo gradualmente. Además, ven que, generalmente, hay dinero en casa y pueden tener lo que quieran. En la escuela, si alguien les pregunta, responden que no lo saben del todo, supongo que deben decir algo parecido a que "mi padre hace algo relacionado con las apuestas de fútbol". No les da vergüenza en absoluto: ¿por qué debería hacerlo?

¿Alguna vez te ha preocupado pensar que les estás dando un mal ejemplo con tu profesión?

Mi hijo mayor tiene 18 años y hace poco se dio cuenta de que tenía que conseguir un trabajo. Le ofrecí trabajar conmigo. Durante una semana le estuve explicando el programa y cómo entender las estadísticas, clasificaciones y todo lo demás: me sentí como si le estuviera transfiriendo mi legado. Aparte de él, nadie más puede trabajar con el programa. Así que no le estoy dando mal ejemplo, ¡todo lo contrario!