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"Escape a la victoria" 35 años después: volver a ver la épica película de futbol de Stallone y Pelé

Stallone derrotó al comunismo "Rocky IV," pero la película en la que hizo equipo con Pelé y Michael Caine para derrotar a los nazis en futbol está en el olvido. Arreglemos eso.

Cuando uno piensa en Sylvester Stallone y en el Pacto de Varsovia, lo primero que viene a la mente es la ya clásica Rocky IV. Pero menos de cinco años antes que Rocky Balboa llegara a aquella fortaleza comunista desolada e invernal que era en realidad Jackson Hole, Wyoming, Sly hizo una película deportiva ambientada en la Segunda Guerra Mundial, en Hungría, con algunos de los actores y los futbolistas más famosos del mundo Occidental. Convirtió así una leyenda de Europa del Este con una dosis dudosa de verdad, en una fantasía absoluta occidental y americana. Así de poderoso era Stallone en los ochenta: viajó al otro lado de la cortina de hierro e hizo al mundo mejor a través del poder del deporte, no sólo una sino dos veces.

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Escape a la victoria, conocida como Victory, es una buena copia, nada del otro mundo, de The Great Escape, pero con bastante pedigrí. Además de Stallone, Escape a la victoria incluye a estrellas como Michael Caine, Max Von Sydow y el jugador de futbol más importante del momento, Pelé. El resto del cast está lleno de campeones del mundo (como Bobby Moore y Osvaldo Ardiles), algún raro nominado al Oscar, y las mismas personas que habían estado interpretando el papel de Nazis tres décadas antes de que se estrenara Escape a la victoria. Con todo y el poderío actoral, Escape a la victoria parece haber sido olvidada por la cultura popular, excepto porque quizá haya servido como inspiración para el título de un episodio de Father Ted. Es una película en general olvidable, y la suma es menos que sus partes, pero bueno, hombre, esas partes no son cualquier cosa. Hay que verla aunque sea una vez, por lo menos para ver a Sylvester Stallone perder con algunas de las estrellas del futbol del siglo XX.

Sylvester Stallone es Robert Hatch, un americano tan dispuesto a ir a la guerra que se apuntó con el ejército canadiense después de Pearl Harbor. Es una decisión de la que quizá se arrepintió al terminar con prisionero en un campo alemán. Ahí choca cabezas con John Colby (Michael Caine), quien ansía volver a jugar para el West Ham United una vez que termine la guerra, y pasa sus días organizando partidos de futbol entre sus compañeros de prisión. Eventualmente, el comandante nazi/prefecto iracundo Karl Von Steiner (Max Von Sydow) decide usar a Colby y su StaLiga como propaganda. Organizan un partido de exhibición entre los prisioneros y una diezmada pero aún bastante buena selección nazi para el público de la Paris ocupada. Colby utiliza la oferta para negociar un mejor trato para su equipo y como excusa para lograr que algunos de los prisioneros de "Europa del Este" que la pasan mal se unan a ellos.

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Es lo más cerca que llega la película a mencionar el Holocausto, y también a mencionar explícitamente la película húngara de 1961 Two Half Times In Hell, de la que Escape a la victoria es casi un remake oficial. La leyenda del Partido de la muerte, en la que el equipo ucraniano FC Start derrotó a un equipo de soldados nazis en 1942 durante la ocupación —algunos de los jugadores fueron asesinados como represalia por haber ganado— ha rebasado los hechos, y el incidente actual ha sido borroneado por las múltiples repeticiones de la historia en la pantalla, desde una película Rusa reciente (con un marcado sesgo antiucraniano) al clásico de 1974 entre prisioneros y guardias The Longest Yard y sus remakes.

En esta versión de la historia, Hatch intenta hallar una vía de escape, pero ve frustrados sus planes más por los oficiales británicos que supervisan todos y cada uno de los intentos de escape que por la seguridad nazi al estilo Hogan's Heroes. Cuando nuestro héroe logra evadirse, lo hace en los términos de alguien más —debe contactar a la resistencia francesa para asegurar el escape del equipo al medio tiempo del partido y luego lo capturan—. Para poder sacar a Hatch del confinamiento solitario en el que lo tienen, Colby le rompe el brazo al portero de su equipo para que Hatch pueda salir al campo. Los rivales no se toman muy en serio a Sylvester Stallone como portero, y él cumple con esas expectativas. Para el medio tiempo, su equipo va perdiendo 4-1, con Pelé lesionado, y las ganas de ganar de Michael Caine son tales que abandona el meticuloso plan de escape justo cuando su equipo está por escapar por el sistema de drenaje del estadio. En lugar de irse, el equipo sale al segundo tiempo a empatar el partido, por lo menos hasta que esos estúpidos (literalmente) árbitros nazis anulan el gol.

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El ya mencionado mejor jugador de futbol de todos los tiempos regresa al terreno de juego y Pelé se sacude una lesión en el brazo —los aficionados al deporte sabrán que técnicamente no es necesario tener los dos brazos sanos para jugar al futbol— para anotar un golazo que empata el partido. Hatch entonces hace un paradón ante Baumann, el capitán alemán —interpretado por el antiguo compañero de equipo de Pelé en el Cosmos Werner Roth— y con ello aseguran un empate que los Aliados pueden contar como una victoria. Se desata una revuelta y eso permite que los jugadores escapen y lleva a la presunta ejecución, fuera de cámara, de Karl Von Steiner. No es exactamente el monólogo de "si yo puedo cambiar, tú puedes cambiar" de Rocky IV, pero funciona también.

El maldito John Huston, el padre devoto y abuelo de Chinatown, y uno de los mejores directores de la historia dirigió Escape a la victoria cuando tenía más de setenta y ya estaba luchando contra el enfisema que lo mataría en 1987. A pesar de su mala salud, Huston estaba en medio de una racha de buenas a muy buenas películas, algo parecido a la racha ganadora de Clint Eastwood en los últimos veinte años. Todo parece mucho más sorprendente si consideremos que Escape a la victoria fue realizada más de cuarenta años después de que Huston dirigiera El halcón maltés. Hay una cierta antigüedad en el ambiente de Escape a la victoria, que va más allá del hecho de que su trama mezclando The Longest Yard y The Great Escape ya estaba bastante manoseada para 1981.

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Cuando le tienes que explicar las reglas del futbol al tipo que salió en "El Halcón" Imagen via YouTube

Max Von Sydow es mejor actor de lo que su papel requería, pero actúa bien como el "buen nazi" de cajón, tan bien como cualquiera. Von Steiner es un tipo que, después de un largo día cometiendo crímenes de guerra, solo quiere sentarse y ver deportes; así como lo haría Brewmeister Schmidt en Strange Brew de 1983, Von Sydow aporta más dimensiones de las necesarias al personaje. Anton Diffring, un actor al que veremos más una vez que salga la versión definitiva de The Day the Clown Cried, interpreta al anunciador nazi, cuyo truco de animar artificialmente los ruidos del público habrá inspirado a un joven Vince McMajon. Daniel Massey —incluso un adicto a las películas como yo apenas si sabía que existía y mucho menos sabía que había sido nominado al Oscar en 1968 por Star!— interpreta al Coronel Waldron, que da su aprobación al plan de escape pero luego es relegado a un papel de anciano gruñón de los Muppets en las gradas junto con otro oficial.

El legendario actor marroquí-francés Amidou interpreta al líder de la resistencia francesa que asiste en el escape del equipo, mientras que Carole Laure no es tanto el interés amoroso genérico sino la mujer genérica, punto. Incluso para los estándares generosos de las películas de escapes de cárceles demasiado elaborados, la trama del escape de Escape a la victoria tiene mucha cuerda, y todos los trucos en los vestidores del estadio [en Budapest que finge ser Colombes] parece ridículo en retrospectiva cuando al final parece que todo lo que tenía que haber echo el equipo para escapar era instigar una revuelta en las gradas. Que los disturbios en el estadio hayan terminado en algo menos que tragedia es quizá el detalle más revelador de que la película se hizo a inicios de los ochenta.

Escape a la victoria es derivativa incluso más allá de sus orígenes "inspirado en un caso real" de por sí poco original, y todo lo que toma prestado resalta mucho justo por lo que elige tomar prestado/robar. Bill Conti, que ya lo había logrado con Rocky y a unos años de ganar un Oscar por The Right Stuff, hizo muy poco de lo que haría en esa otra película, y "tomó prestado" mucho de la sinfonía Leningrado de Dmitri Shostakovich (que para entonces en Occidente se consideraba parte del dominio público). También hay una escena en la que los extras húngaros pretendiendo ser franceses cantan La Marseillaise, y recuerda a cierta película de la era de la Segunda Guerra Mundial. También, no hay tres personas en el mundo que harían la "V" como la hacen Stallone, Caine y Pelé en el poster de la película; y si lo hicieran, sería más bien en una película de horror corporal al estilo Cronenberg, y no en una inofensiva película menor de John Huston sobre futbol.

Al final, Escape a la victoria apenas si logra el empate. Stallone, Caine y Pelé estén bien en sus papeles, pero el proyecto en general los traiciona tanto a ellos como a Huston, el director. Hay una buena película en esta premisa, cosa que puedo decir con seguridad porque se han hecho ya varias en realidad; seguro hay algunas variantes en puerta. Durante este verano de futbol, es posible asegurar que hay mucho mejores maneras de celebrar el futbol —y las carreras de aquellos que participaron en esta película— que dedicándole dos horas y media a Escape a la victoria. Quizá valga más la pena esperar el remake.