FYI.

This story is over 5 years old.

historia y futbol americano

Teddy Roosevelt y su complicada relación con el futbol americano

El presidente Theodore Roosevelt es recordado como un ferviente seguidor del futbol americano, pero las lesiones de su hijo provocadas por este deporte le provocaron emociones encontradas.
Library of Congress

El comisionado de la National Football League, Roger Goodell, declaró que si tuviera un hijo le permitiría jugar futbol americano. Promotores de este deporte como Scott Hallenbeck, el Director Ejecutivo de USA Football, y Julian Bailes, el Director médico de Pop Warner, están de acuerdo; ambos tienen hijos que jugaron futbol americano en la escuela.

Aunque abogar a favor del futbol americano para menores es una postura cada vez más engañosa, dado el interminable debate sobre trauma cerebral, la idea de los padres en conflicto no es nueva. Desde que se ha practicado este deporte, incluso los defensivos más aguerridos han tenido que lidiar con las consecuencias físicas como daño de articulaciones y fracturas. Tal vez nadie incorpora esta ambivalencia mejor que Theodore Roosevelt, el mismo hombre que alguna vez escribió que "en la vida, como en un partido de futbol americano, la premisa es esta: "¡Golpea fuerte la línea. No comentas faltas y no rehúyas, pero golpea fuerte la línea!"

Publicidad

Sin embargo, el presidente famoso por apoyar al futbol americano se preocupó cuando su hijo decidió practicar este deporte hace más de un siglo.

Leer más: El Bacardi Bowl, el tazón de futbol americano colegial que unió a estadounidenses y cubanos

Durante la década de 1890, Roosevelt, en ese entonces trabajando para la Civil Service Commission, utilizaba su tiempo libre para promocionar el futbol americano, elogiando sus virtudes y refutando a los "tontos" críticos con discursos, cartas, y artículos. En lo particular, sentía aversión por Charles W. Eliot, quien como rector de la Universidad de Harvard —el alma mater de Roosevelt— encabezó un movimiento para reformar, y tal vez eliminar por completo, la práctica de este deporte en el campus, al describirlo como una actividad "que no encaja en la universidad" por su brutalidad.

Mientras que Roosevelt había optado por no jugar futbol americano en la universidad, criticó a Eliot ante sus compañeros alumnos en el Harvard Club de Washington. "Soy padre de tres niños", declaró Roosevelt. "Puedo afirmar en este momento que si llegase a pensar que algunos de ellos pusiera como excusa la fractura de un hueso para no formar parte del equipo de futbol americano de Harvard, lo desheredaría". Los hombres de Harvard, alborotados, gritaron, "¡Así se habla Teddy!"

Histéricas nociones de hombría se expandieron por todo Estados Unidos en el período posterior a la Guerra Civil, provocadas por el miedo cultural a una generación "afeminada" de hombres sin experiencia militar. Conforme la vida agraria abrió paso a la urbanización e industrialización, las voces del darwinismo social empezaron a estar presentes. Los símbolos de rudeza se hicieron populares, y la violencia del futbol americano quedó como anillo al dedo. Roosevelt, el famosos, astuto cristiano muscular y político en ascenso, incluyó el fragmento narrativo "The Strenuous Life" en un discurso, y declaró que no había una mejor actividad para moldear a un hombre que el futbol americano.

Publicidad

Por ende, ningún detractor de dicho deporte estaba a salvo, ni siquiera los amigos de la familia Roosevelt. Maria Longworth Storer, esposa del político Bellamy Storer de Ohio y que frecuentaba la casa de los Roosevelt, expresó alguna vez su esperanza para que los niños de la familia no practicaran el "salvaje" deporte. Theodore reacción enfadado, Storer recodaría tiempo después: "Se me quedó viendo, y pronunció entre dientes: 'Preferiría ver a uno de ellos sin vida antes de verlo crecer como un hombre débil".

En privado, sin embargo, Roosevelt era mucho menos estridente.

Theodore Roosevelt, mandatario estadounidense. Foto por Library of Congress

En otoño de 1901, Roosevelt recién había ingresado al Despacho Oval, como sucesor de William McKinley después de su cargo como Vicepresidente. Mientras tanto, su hijo de 14 años, Theodore Jr., o Ted, comenzó a jugar futbol americano en Groton School en Massachusetts, un fértil lugar de reclutamiento para los entrenadores universitarios. Sin demora alguna, Ted sufrió una fractura de clavícula y en un diente.

Edith Kermit Roosevelt, la reservada pero enérgica esposa de Theodore, no estaba muy convencida de que sus hijos jugaran este deporte. En una carta de 1902 dirigida al director de Groton y amigo cercano Endicott Peabody, Roosevelt discutió, apenado, la situación de su hijo en torno al futbol americano.

El problema, como Peabody describiría en una carta posterior, era simple. Ted era robusto. También era pequeño y lento, demasiado lento para jugar en casi cualquier posición con excepción de la línea de golpeo, donde por lo regular se enfrentaba con niños más grandes y aguantaba el castigo físico. Theodore y Edith estaban preocupados de que otros niños molestaran a su hijo, y se aseguraron de que sólo jugara en el segundo equipo.

Publicidad

Al igual que su esposa, Roosevelt estaba preocupado por la seguridad de su hijo. "Querido Peabody: Además de la fractura de clavícula de Ted, el dentista me dice que también se fracturó un diente jugando futbol americano, y que pronto se le pondrá negro". Después el presidente procede a explicarle a Peabody que Ted debe evitar enfrentarse a "chicos más pesados": "Tengo el mal presentimiento que si sigue así, no podrá jugar antes de que llegue a la universidad".

Cuando Ted rompió su nariz al año siguiente y dejó de jugar futbol americano, su padre escribió, aliviado, el 15 de noviembre de 1903: "Quiero saber qué le pasó a tu nariz. Me alegra que la temporada haya finalizado por tu propio bien".

Theodore Roosevelt Jr. (a la derecha del hombre con la corbata de moño) y el equipo de futbol americano de Harvard en 1905. Foto por Library of Congress

Sin embargo, para 1905 Ted estaba de regreso para darle una oportunidad al equipo de Harvard. A pesar de su 1.70 de altura y sus 65 kilos, jugó como ala cerrada y de inmediato se lastimó la cara durante la práctica.

En la mayoría de los partidos, Ted solía salir del campo lesionado antes del último silbatazo. Conforme el joven Roosevelt acumulaba lesiones, los periodistas elogiaban su valentía; uno de ellos escribió que "parecía no importarle la forma en que sus oponentes lo derribaban".

Mientras el futbol americano seguía maltratando a Ted, su padre luchaba para salvarlo. Para 1905, el juego alcanzó nuevos niveles de brutalidad: puñetazos, patadas, y la formación "flying wedge" eran permitidos. Las protestas para reformar o vetar este deporte habían alcanzado un tono más candente, y Eliot, el rector de Harvard, encabezaba el movimiento. Ese mismo año en octubre, Roosevelt congregó a los entrenadores universitarios a la Casa Blanca para discutir los problemas del futbol americano y buscar una solución.

Publicidad

No obstante, Roosevelt siguió comprometido con este deporte, y en especial con el equipo de su alma mater. Para mediados de noviembre, Ted le había comentado a sus padres que los visitaría, pero Theodore le indicó a su hijo que no lo hiciera, ya que Harvard estaba a punto de enfrentar al archienemigo Yale. "Desde luego que nos encantaría verte, pero no quiero que vengas si ello significa interferir en tu calendario de futbol americano", el presidente escribió. "No debes perderte la oportunidad de jugar en un partido contra Yale".

Ted obedeció y se alistó. Sus padres no pudieron asistir, y Edith se sorprendió al leer los reportes del maltrato que su hijo sufrió en el emparrillado. "Theodore Roosevelt Jr., fue azotado tantas veces por los jugadores de primer año de Yale que tuvo que ser retirado del partido en la segunda mitad", reportó Times. En Washington, el Post realizó un relato gráfico bajo el encabezado "THEODORE LESIONADO EN PARTIDO: el hijo del presidente sale del campo en camilla":

"A la hora del partido, el joven Roosevelt jugó de forma valerosa. Tacleó abajo y fuerte, y aunque es más ligero, disputó cada jugada sin piedad. Cuando por fin los gigantes de Yale comenzaron a cansarlo, jamás mostró señal para renunciar y luchó hasta el cansancio.

Realizó tacleos sin miedo, pero luego de estar cansado, Yale mandó una y otra vez jugadas hacia él".

Theodore Roosevelt Jr., tras fracturarse el tobillo en el entrenamiento. Foto por Library of Congress

Luego de leer el acontecimiento en la Casa Blanca, Edith y su hija, Ethel, reaccionaron molestas. Por su parte, el presidente redacto de inmediato una carta: "Querido Ted: Me alegro por ti. Por supuesto, siento que hayan perdido ante Yale, pero me alegro que hayas entrado al equipo y estoy orgulloso de la forma en que jugaste".

Publicidad

Pero a Ted le faltaba lo peor: se fracturó la nariz de nuevo, esta vez requiriendo cirugía, un ojo negro y una lesión de cuello. Es probable que también haya sufrido trauma cerebral después de quedar inconsciente en dos ocasiones. Tal vez de forma no sorpresiva, el presidente agregaría un P.S. en su carta: "Estoy increíblemente contento de que hayas jugado futbol americano este año…y de que consideraras que fuera tu último".

Días después del partido contra Yale, Roosevelt se volvió más estricto con las medidas en el futbol americano, entregando sus propias recomendaciones a través del Dr. J. William White, profesor de cirugía de la Universidad de Pennsylvania. Las instrucciones de Roosevelt incluían ejercer "el juego limpio", eliminar los actos de fuerza desmedida, y establecer reglas uniformes a nivel nacional. Posteriormente, un grupo a favor de las reformas se unió con el comité para crear lo que después se conocería como la National Collegiate Athletic Association (NCAA).

El fervor en contra del futbol americano comenzó a disminuir; al final de cuentas, Roosevelt quedaría en la historia como el presidente que lo "salvó". Claro, las nuevas reglas en realidad no solucionaron muchas de los problemas de salud y seguridad inherentes, e incluso Roosevelt declararía que el juego seguía siendo "homicida". Sin embargo, continuó promoviéndolo entre los niños y su ambigüedad sería olvidada conforme el futbol americano se convirtió en el deprote favorito de los Estados Unidos.

¿Qué hay de Ted? Cuatro días después de ser noqueado, el hijo de Roosevelt trató de llevar un perfil bajo y evitar a la prensa que patrullaba el campus. Uno de los periodistas lo encontró. Al ver la nariz destrozada del jugador, su ojo morado, y su cuello torcido, el tipo le preguntó si estaba de acuerdo con su padre de que el futbol americano tenía que ser más fácil.

"No quiero salir en los periódicos", respondió. "He estado en los encabezados lo suficiente".