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Cómo la lucha libre profesional ayudó a establecer el MMA femenil, y éste le regresó el favor

Celebrando el nuevo formato de lucha libre femenil de la WWE y su nuevo cinturón, analizamos los caminos similares del MMA femenil y la lucha femenil hacia el éxito.

Fotos vía WWE.com

Tal vez Ronda Rousey no apareció en Wrestlemania 32 en Dallas, Texas el domingo —a pesar de meses de especulación y rumores sobre lo contrario— pero su presencia se sintió durante el espectáculo previo a WWE Wrestlemania 32. Después de que Amy "Lita" Dumas, quien forma parte del Salón de la Fama de la WWE, revelara el nuevo cinturón de campeonato de la WWE femenil en el ring, mismo que fue creado para reemplazar el desafortunado cinturón de las Divas que tenía una gran mariposa y que había vivido desde 2008, el nombre de "Rowdy" apareció en un panel de discusión sobre el rol de las mujeres en el mundo deportivo. Atletas como la excampeona gallo y las boxeadoras olímpicas, como lo dijo el panel de personalidades de la WWE, disfrutan éxito a nivel competitivo y comercial que las mantiene en el centro de la atención pública de la misma manera o aun más que sus contrapartes masculinos. Y como parte de este cambio cultural las mujeres en la WWE merecen ser tratadas como iguales en su promotora.

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Esto refleja el sentimiento expresado por Stephanie McMahon cuando inició la "Diva's Revolution", el movimiento que culminó en el cambio de nomenclatura, marca y el cinturón de campeonato que vimos anoche, en el episodio de Monday Night Raw del 13 de julio de 2015. "Comencé a hablar sobre la revolución en el deporte femenil, haciendo referencia a Ronda Rousey y su éxito obtenido como la primera campeona de UFC, la enorme popularidad de Venus y Serena Williams que trasciende el tenis y la victoria del equipo nacional de futbol femenil que atrajo más espectadores que cualquier otro juego de futbol en la historia", escribió McMahon en su artículo sobre la nueva división en The Player's Tribune. "Dejé claro que nuestras artistas femeniles tendrían la misma oportunidad en la WWE".

Es apropiado decir que Rousey debería tener un papel prominente en la discusión pública de la WWE sobre el cambio de actitud que presentó la promotora con respecto a su talento femenil, no sólo porque Rousey apareció en Wrestlemania 31 con "La Roca", sino porque el deporte que aún representa en el mundo exterior (incluso ahora que ya no lo domina) tiene una relación única con la lucha libre profesional. Durante el transcurso de los últimos quince años, las artes marciales mixtas femeniles y su contraparte coreografiada y predeterminada han aumentado en fama y respeto de igual manera, y en ocasiones han ayudado indirectamente a impulsarse una a la otra.

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No tengo datos para apoyar este argumento, y la extensión de mi anécdota se limita al aspecto social y profesional, pero personalmente nunca he notado la misma simpatía hacia la lucha profesional entre mis amigas fans del MMA y excompañeras de entrenamiento como de parte de mis amigos. (Muchos de mis colegas escritores aún gustan del deporte, o al menos lo siguen, tal vez porque crecimos leyendo o escuchando sobre la lucha libre profesional en medios como The Wrestling Observer o Live Audio Wrestling). Siempre me he preguntado si esto es porque presenta una amenaza hacia un tipo de masculinidad.

Entonces los hombres que gustan del MMA pero están en contra de la lucha libre por lo general desestiman la forma de arte de una manera clásica: es falso. Pocos de los que utilizan esa frase con lo suficientemente viejos como para recordar los días del Kayfabe, así que no es como si el realismo de lo que han presenciado esté bajo debate. Y desestimar algo sólo porque es ficticio es absurdo. He pasado gran parte de mi carrera profesional hablando con documentalistas y aunque se quejan del cine de ficción —principalmente en términos de la cantidad de fondos y atención que recibe comparado con su medio— nunca he notado a alguien rechazándolo sólo porque es "falso". Eso es tonto y simplista.

Pero puedo ver cómo la combinación de deportes con entretenimiento puede causarle ansiedad al macho alfa. A pesar de tener funciones similares en nuestra sociedad, las dos cosas se han tratado de manera muy diferente.

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Los deportes, algo que es predominantemente masculino es considerado como algo más serio. El entretenimiento es percibido como algo menos relevante, más suave y femenino. Es bastante revelador que la segunda queja sobre la lucha libre profesional es que es como una novela, una forma de entretenimiento que es comúnmente, aunque de forma injusta, es asociada con el estereotipo de amas de casa aburridas.

La lucha libre profesional, al incluir presentaciones impresionantemente planeadas y actuadas, combina atletismo con ficción, llevando un poco de actuación al mundo importante del atletismo. Así que se piensa que la lucha libre debe ser desestimada y ridiculizada para defender la santidad de deportes reales como el MMA.

El público de otros deportes puede no tener las mismas preocupaciones sobre la masculinidad, lo que nos deja libres de ser indiferentes hacia la lucha o de disfrutarla. Y para las mujeres que gustan de ella —particularmente aquellas que se toparon con el deporte antes del éxito de Gina Carano— la lucha libre profesional ofrecía algo muy particular: modelos a seguir.

En casi cada promotora en la historia de la lucha libre profesional, el tratamiento del medio sobre su talento femenino ha demostrado estar lejos de ser ideal. Han sido tratadas como utilería, usadas para emocionar al público y no son valoradas. Trish Stratus fue obligada a ladrar como perro, y existen más ejemplos desafortunados. Pero gracias a las mismas mujeres y a sus actuaciones, desde leyendas de la vieja escuela como Mae Young y The Fabulous Moolah hasta la generación de Litas, la lucha se volvió parte de la cultura popular en Estados Unidos presentando la fuente más consistente de mujeres rudas.

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Los hombres siempre han sido capaces de verse representados en el boxeo y el MMA. Pero no fue hasta que Christy Martin comenzó a atraer espectadores a las carteleras preliminares de Mike Tyson y Gina Carano se volvió el rostro del MMA femenil, que la lucha libre profesional era el único deporte donde las mujeres que gustaban de la pelea podrían aspirar a estar y tener ejemplos a seguir. E incluso cuando llegaron Martin, Carano y sus contemporáneas, las luchadoras se mantuvieron siendo los ejemplos más famosos de mujeres peleadoras en el deporte y el entretenimiento.

La influencia de la lucha libre profesional ha sido evidente en la fama de Ronda Rousey. La excampeona nunca ha temido al hablar sobre su gusto por la lucha libre, o al emplear técnicas que la ayudaron a promover sus peleas y a sí misma. Y son estas mismas técnicas las que ayudaron a volverla una persona fascinante para el público dentro y fuera del MMA, mismo que la ayudó a convertirse en una estrella tan grande en la cultura pop.

A cambio, el éxito de Rousey ayudó a sentar el camino para la actual generación de artistas que antes se hacían llamar Divas en la WWE. En términos de trabajo, estas mujeres merecen todo el crédito. Estrellas como Charlotte Flair, Becky Lynch, y Sasha Banks, quienes se presentaron en el evento WM32 de anoche, trabajaron duro para llevar la lucha libre femenil a otro nivel. Pero es gracias a atletas como Rousey que la WWE se vio obligada a reevaluar la manera en la que tratan a su talento femenil y finalmente hicieron los cambios necesarios para tratarlas como iguales al llamarlas Superestrellas, así como sus contrapartes masculinos, y al darles un cinturón que no parece diseñado por una niña.

La lucha libre profesional fue el camino a seguir para generaciones de chicas que querían pelear, ya sea que el resultado fuera predeterminado o no. Esas mujeres entonces se adelantaron y ayudaron a cambiar el mundo para que las demás atletas femeniles —regidas por coreografías o no— pudieran al menos comenzar a ser celebradas por sus logros. Es un ejemplo muy ideal de lo que una hermandad femenil debería ser: mujeres con formaciones, disciplinas y metas diferentes trabajando juntas para ayudarse a ellas y entre ellas. Lo real reconociendo lo real, incluso cuando una parte de su arte es "falsa".