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corazón de atleta

​Corazón de atleta: Cuando la determinación no es suficiente | ES | Translation

El corazón de atleta es un corazón extraordinario, pero hay un límite, una zona gris entre lo sano y lo patológico.
Wikicommons

El deseo de hallar al superhombre ha encontrado un nicho fértil que se ha ido explotando cada vez más, tanto en lo deportivo como en lo comercial. La revolución tecnológica, la ciencia y las crecientes sumas de dinero han generado pruebas deportivas complejas y exigentes, mismas que abren una interrogante sobre los límites a los que puede llegar el cuerpo humano. La tecnología dentro del entrenamiento, la mayor cantidad de científicos y especialistas involucrados, los avances en nutrición, ropa y calzado deportivo son un complemento importante que define los atletas actuales, pero ¿son las "evoluciones" físicas, permitidas por estos complementos, las que llevan a un lugar en el podio?

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Empecemos hablando un poco de estas competencias. El primer maratón olímpico moderno se realizó el 10 de abril de 1896 y su ganador fue Spiridon Louis, un griego que corrió desde la llanura de Maratón hasta el estadio olímpico de Atenas (40 kilómetros) en 2:58:50 horas. El hombre se convirtió instantáneamente en una celebridad pues ésa era la prueba más exigente de aquel entonces. Louis caminaba grandes distancias transportando diariamente agua en su natal Marousi, y fue "descubierto" por un coronel militar, quien lo entrenó semanas antes de la prueba.

El último récord mundial de maratón fue conseguido por el keniata Dennis Kimetto, quien cronometró la marca de 2:02:57 horas en el Maratón BMW de Berlín del 2014, en los 42.195 kilómetros, la distancia actual de dicha disciplina. Eso marca una mejoría de casi una hora entre la marca de Spiridon Louis y Dennis Kimetto, después de 120 años de desarrollo del deporte.

Luego de aquel primer maratón de Atenas, los atletas comenzaron a dedicarle más tiempo a sus preparaciones a pesar de que las primeras ediciones olímpicas no permitían dedicarse al deporte como profesional y cobrar un sueldo por ello. El frenesí de crear y hallar al atleta más completo apenas comenzaba, y en 1920, el periódico francés L'Auto informó acerca de un concurso llamado Les Trois Sports, que iniciaba con una carrera de tres kilómetros a pie, seguida de 12 kilómetros en bicicleta y finalizando con nado en el Canal del Marne-Rhin. Las tres pruebas se llevaron a cabo sin interrupción y a este concurso se le adjudica el origen del triatlón.

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En 1974, en Hawáii, el comandante John Collins y unos marines estadounidenses juntaron nuevamente las tres disciplinas para crear una carrera en la que tendrían que completar las pruebas más exigentes de la isla: la Waikiki Poughwater Swim, un nado de 3.8 kilómetros, la Around Oahu Bike Race, un circuito ciclista de 180 kilómetros y el finalmente el Maratón de Honolulu.

La prueba se consideraba tan dura que los organizadores anunciaron: "A aquel que termine en primer lugar le llamaremos Ironman". El vencedor fue Gordon Haller que terminó en 11:46:58 horas. El récord actual de esta competencia hoy en día reconocida simplemente como Ironman es de 7:41:33 horas, establecido por Andreas Raelert en 2011.

El inicio del Campeonato Mundial de Ironman en Hawái. Foto: Wikicommons

Estamos hablando de marcas que impone un humano diferente a ti y a mí. Se ve distinto al hombre promedio y no sólo en su exterior. Su cuerpo por dentro también es diferente. La transformación de su organismo le permite un desempeño excepcional.

Esta excepcionalidad está íntimamente ligada a un órgano capaz de convertir al cuerpo en esa máquina todopoderosa, el corazón.

Para conocer un poco más sobre esos corazones excepcionales, consulté al Dr. Julio Pazos Urrieta, especialista en medicina del deporte, académico e investigador de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), responsable del laboratorio de pruebas en la Comisión Nacional del Deporte (CONADE) y especialista a cargo del Laboratorio de Pruebas Físicas del Centro Nacional de Alto Rendimiento (CNAR), y quien me habló de esa "evolución".

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"El corazón de los deportistas sufre adaptaciones de las cavidades y paredes del músculo cardíaco ante estímulos y cargas de entrenamiento. El corazón exhibe distintas adaptaciones dependiendo del deporte que se practica. Al conjunto de estas adaptaciones se le conoce como 'corazón del atleta'", comenta el Dr. Pazos.

El Dr. Henschen, en 1899, introdujo por primera vez el término al examinar a un grupo de esquiadores olímpicos y reportar el efecto estructural y funcional del entrenamiento físico sobre el corazón. Las conclusiones del médico sueco fueron que: "esquiar produce un alargamiento cardíaco, lo que le permite realizar un mayor trabajo que un corazón normal".

Aclara el Dr. Pazos, sin embargo, que no todos los deportes —por el tipo y duración de los entrenamientos— ocasionan los mismos agrandamientos. "No es lo mismo un deportista de fondo o de resistencia que uno de velocidad o arte competitivo. Cada deporte tiene un componente distinto. Ejercicios de alta intensidad y corta duración como halterofilia —que tienen que ver con la fuerza rápida— no tienen cambios tan drásticos como los que se observan en los deportes de resistencia, llámese triatletas, ironmans, fondistas, maratonistas. En estos deportistas se observan cambios en las densidades del corazón".

Tener un corazón de atleta —si eres deportista— hará más eficientes las funciones fisiológicas implicadas en el rendimiento deportivo. Algunas adaptaciones que presentan este tipo de corazones, son las siguientes:

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Cardiomegalia: agrandamiento del corazón. Los entrenamientos frecuentes de mucho volumen y duración fomentan el crecimiento del órgano para cumplir con dichas exigencias. El mayor tamaño permite oxigenar mayores volúmenes de sangre por minuto mientras se realiza la actividad deportiva. El tamaño del corazón del ciclista Miguel Indurain le permitía movilizar casi medio litro de sangre en un sólo latido. Esta gran capacidad de bombeo le hacía funcionar con una frecuencia cardiaca bajísima de tan solo 28 latidos por minuto en reposo. Consideremos que en hombres entre 20 y 29 años de edad, una frecuencia cardiaca en reposo normal sería entre 70 y 80, y una considerada buena sería entre 60 y 70, aproximadamente.

Bradicardia: ritmo cardíaco por debajo de los 60 latidos por minuto en reposo. Atletas de resistencia, sobretodo ciclistas, algunos maratonistas y triatletas, exhiben bradicardias extremas de 20-30 latidos por minuto en reposo gracias al enorme tamaño del corazón. Reiteramos, la frecuencia cardiaca de una persona normal y sana es de 60 a 80 latidos por minuto.

Presión arterial disminuida en reposo: se refiere a la presión con la que circula la sangre por el interior de las arterias y está directamente relacionada al corazón. Ésta puede disminuir hasta 10 mmHg (milímetros de mercurio, que se utiliza para la medición de la presión arterial) después de cuatro semanas de entrenamiento en zona aeróbica.

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Aumento del volumen de oxígeno máximo (Vo2Max). El Vo2Max es un indicador del grado de capacidad aeróbica en un individuo, es decir, la cantidad máxima de oxígeno que el organismo puede absorber, transportar y consumir. Este oxígeno es utilizado por los tejidos como resultado de la máxima cantidad de sangre que pueda bombear el corazón por minuto y de la máxima diferencia de oxígeno de la sangre arterial y la sangre venosa central.

El atleta que ha registrado el mayor Vo2Max es Bjørn Dæhlie (esquiador de fondo) con un Vo2Max de 94mil/kg/min. Atletas como Kilian Jornet o Mo Farah, superan los 85ml/kg/min, mientras que en las mujeres el récord lo tiene una esquiadora de fondo rusa, con 74ml/kg/min, seguida por Grete Weitz, corredora de maratón y 10 kilómetros cuyo registro se encuentra en 73,5 ml/kg/min. Para fines de comparación, la media de un hombre sano de entre 20 y 30 años es de 45-55ml/kg/min.

Menor gasto cardíaco: se llama gasto cardíaco al volumen de sangre expulsado por un ventrículo en un minuto. El gasto normal de un hombre es de cinco litros por minuto mientras que en un deportista puede ser de hasta 40 litros por minuto. En una mujer el gasto cardíaco es menor.

Con todo esto me surge la duda de si todos los deportistas y atletas generan estas adaptaciones, ante lo cual el Dr. Julio explica que: "en atletas de potencia, alta intensidad y corta duración, como en un velocista de 50 o 100 metros, estas adaptaciones son mínimas. Hay muy pocos cambios. Prácticamente vemos el corazón del tamaño del de una persona normal de su edad. En los deportes de resistencia, ciclismo, triatletas, ironmans, natación de fondo (más de 1500 metros), carreras de fondo… el corazón es más grande, se vuelve más eficiente y exhibe estas características".

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Entre deportistas, es común que estos cambios puedan ser un dato para presumir. Y sí es impresionante escuchar que alguien tenga una frecuencia cardiaca en reposo de cuarenta y tantos. Pero a pesar de que estas adaptaciones parecieran completamente benéficas para los deportistas, el doctor hace la siguiente aclaración:

"Todos los atletas de alto rendimiento por la intensidad y frecuencia con la que entrenan, generan una fibrosis en mayor o menor grado. Fibrosis es un tejido cicatrizado que se va deteriorando y ya no tiene la misma capacidad de conducir el estímulo eléctrico. Estos tejidos fibróticos ya no tienen buen aporte de oxígeno a través de la sangre y generan arritmias".

El Dr. Julio platica cómo cada día atienden una mayor cantidad de atletas con corazones agrandados y tejido fibrótico. Lleva el seguimiento de atletas que realizan Ironmans desde hace más de 10 años y que son relativamente jóvenes pero que exhiben corazones fibróticos muy grandes que no generan síntomas.

"Cuando vemos un corazón que nos alarma porque tiene todo este proceso degenerativo pero el atleta sigue haciendo ejercicio en su vida normal y no ha tenido hasta cierto punto ninguna arritmia, ningún síncope, ningún síntoma que te oriente a parar su entrenamiento, entonces ¿qué hacemos con esos casos? A veces no sabemos. Tenemos que orientarlo a que siga entrenando y seguirlo evaluando pero ¿hasta que punto? Hay un límite, una zona gris entre lo sano y lo patológico. Esa zona gris la podemos medir con un ecocardiograma."

El ecocardiograma es un estudio común y relativamente sencillo porque no es invasivo. Continúa el Dr. Julio: "Hacerle un ecocardiograma a un atleta es conveniente porque nos ayuda a ver cómo va creciendo y aumentando este corazón para que se mantenga dentro de los límites indicados, sanos. Si se empieza a pasar o tener síntomas hay que bajar la carga o parar el entrenamiento durante algún tiempo".

El tiempo nos ha demostrado que todavía estamos muy lejos de llegar a los límites que creemos tiene el cuerpo. Actualmente una oleada de atletas y deportistas no profesionales comparten entrenamientos de intensidades extraordinarias. Entrenamos cada vez más fuerte y tomamos menos tiempo en recuperarnos. Cada año hay más competencias y pruebas más duras que superan individuos con corazones enormes y llenos de determinación.

Nos acercamos a marcas registradas inimaginables por los atletas de décadas pasadas, como hacer un maratón en menos de dos horas. ¿Qué va a pasar con un corazón así? Anteriormente hablamos de la muerte súbita en el deportista, y por supuesto que esto viene a la mente. (Pueden leer ese artículo aquí). ¿Podremos trazar una línea clara de lo posible y las limitantes fisiológicas en el deporte? Es algo que todavía no vemos y, que los médicos como el Dr. Julio Pazos seguirán observando, midiendo y analizando para tratar de determinar si estamos cerca de esa frontera que divide lo humanamente posible de lo extraordinario.

El Dr. Julio Pazos trabaja con otros especialistas en una clínica particular de medicina deportiva, ciencias del deporte y terapia física, y lo pueden obtener más información e incluso contactarlo en su página web.