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José Aldo, Max Holloway, y el punto de inflexión de los hematomas

En UFC 212, el cambio de dueño en la división pluma vio a su viejo campeón llevarse una paliza para la historia.
Fotos de Buda Mendes/Zuffa LLC

La historia de la carrera de José Aldo está escrita con hematomas. Primero fueron las "orejas de coliflor" que recibió después de abandonar el sueño de su niñez de convertirse en futbolista profesional, y comenzó a pelear profesionalmente al cumplir 13 años. Después llegaron los recuerdos morados y negros que sus piernas le dejaron a las de Urijah Faber en su penúltima pelea en WEC, la promotora donde era un asesino serial en las 145 libras. Tampoco olvidemos el embrión alienígena que dejó de recuerdo en la frente de Mark Hominick en su debut de UFC hace seis años, cuando se consagró como el primer campeón pluma más dominante de toda la promotora.

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Pero la noche del sábado, en la pelea principal de las 145 libras de UFC 212 en Río de Janeiro, la cabeza de Aldo presentó un bulto en la parte izquierda de su rostro. El chipote se convirtió en la prueba de las combinaciones que Max Holloway conectó para ganar la pelea en el tercer round. Fue un punto de inflexión, una ocasión para pensar en el hombre victorioso y en el viejo campeón que perdió; una escena difícil de presenciar.

Holloway es el arquetipo de la aclamada "siguiente generación" de las artes marciales mixtas, peleador larguirucho, improvisador, que entretiene y mejora ante el público. En algún tiempo, Holloway hizo su debut en UFC con 20 años en 2012 obteniendo resultados regulares en una docena de peleas, pero desde entonces ha ganado 10 consecutivas en una división donde ganar dos compromisos al hilo no es poca cosa. Su último enfrentamiento había sido en UFC 206 en diciembre, cuando desmanteló al excampeón ligero Anthony Pettis por el cinturón interino pluma para ganarse, finalmente, el derecho a pelear con uno de los campeones más enigmáticos de UFC.

Aldo ha sido voluble durante su estancia en lo más alto. Atacado frecuentemente por las lesiones nunca pudo posicionarse como uno de los favoritos del público a pesar de sus siete defensas de campeonato seguidas en UFC. De hecho, la promotora lo ha expuesto en varias ocasiones, como cuando su lesión en las costillas pospuso su pelea con el invicto Conor McGregor. Luego de perder ante McGregor en 13 segundos en diciembre de 2015 —su primera derrota en una década— el brasileño aseguró la versión interina siete meses después ante Frankie Edgar, se retiró brevemente cuando su revancha con McGregor no se concretó, y después recobró el cinturón gracias a la salida de McGregor de la división pluma.

La pelea de unificación de este sábado fue una de los enfrentamientos más trascendentales y emocionantes del 2017, pero arrancó como una típica pelea a lo Aldo. El brasileño conectó un rodillazo en el rostro de Holloway en el primer round y se adueñó de la acción sin mucha prisa durante 10 minutos con el apoyo del público brasileño. Pero Holloway, bien plantado y cambiando de guardia, encontró su alcance y ritmo en el tercer episodio. Derribó a Aldo, lo atacó, y provocó que todos los presentes en el Jeunesse Arena y a kilómetros de distancia se mantuvieran a la orilla de sus asientos.

Esto no significa que el réferi John McCarthy hiciera algo mal. Se dice que en las peleas de campeonato, los árbitros dan el beneficio de la duda a los peleadores que van perdieron y les otorgan más tiempo para recuperarse. Aldo utilizó todo momento arriba de la jaula: se liberó de un intento de estrangulación desnuda posterior y aguantó todo tipo de golpes que parecían sellar la contienda, pero nunca se le notó capaz de regresar. McCarthy dejó que Holloway conectara más golpes de lo necesario ante un Aldo resguardado con piernas y brazos, y después finalizó la contienda. Cuando vi a Aldo protestar la decisión, sólo pude preguntarme si el único resultado que no le habría molestado hubiera sido despertar en una cama de hospital.

¿Se trata de otra conspiración en la carrera de Aldo donde hay más hematomas por ver? Es difícil recordar, dado el castigo en su rostro y el tiempo que ha sido objeto de nuestro placer visual, que Aldo tiene solamente 30 años, y que la derrota del sábado es tan sólo la tercera en su carrera de 29 contiendas que data del 2004.

Pero al desenlace de la pelea no le interesa todo eso. Holloway se regaló el truco publicitario perfecto para el 2017: un campeón que quiere enfrentarse a los mejores retadores de su división. "No quiero peleas simplemente por el dinero: Quiero que me paguen", dijo Holloway después de la pelea. ¿Entonces cuál será la imagen recurrente de la racha de Max Holloway? La primera, por el momento, es la imagen donde le exige al presidente de UFC, Dana White, más peleas de campeonato. Mientras tanto, Aldo caminaba con dificultad de vuelta a los vestidores. La hinchazón apenas comenzaba.