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Ronda Rousey intentará poner orden al caos de la que fue su división

La ex campeona regresa a una división donde se respira caos.
Photo by Jason Silva-USA TODAY Sports

Cuando Ronda Rousey regrese a las Artes Marciales Mixtas el 30 de diciembre, la ex campeona de peso gallo se encontrará en una división que ha cambiado por completo desde que se ausentó. En aquel entonces, el problema más grande era encontrar a una contrincante en las 135 libras que pudiese siquiera hacer sangrar a Rousey antes de que la estadounidense le dislocara el brazo o golpeara su cara, casi siempre, en los primeros segundos del primer episodio. Su agresividad se convirtió en una preocupación existencial: si Rousey derrotaba a todas sus posibles contrincantes en su peso, el andamiaje que había sostenido a todas y cada una de las mujeres en la UFC podría venirse abajo.

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Qué extraño recuerdo. Han pasado 11 meses desde que Holy Holm mandó a Rousey a descansar con una patada en la cara. Pero en lugar de la coronación de una nueva reina, la victoria de Holm y la derrota de Rousey inauguraron el caos en las 135. Holm perdió el cinturón ante Miesha Tate en marzo, y después volvió a perder contra Valentina Shevchenko en julio. Tate le regaló el campeonato a Amanda Nunes en el combate principal de UFC 200. Ninguna campeona, después de Rousey, ha podido defender exitosamente su faja en más de una ocasión.

El día de ayer, UFC anunció el regreso de Rousey en UFC 207 en contra de Nunes por el título de por medio. Después de 13 meses alejada del octágono, la responsabilidad y constancia de Rousey —características que dimos por hecho— lucen más impresionantes ahora que el reino que alguna vez dominó con mano dura ha caído en la anarquía.

Es entendible ver a Rousey obtener una oportunidad para hacerse del campeonato inmediatamente después de una derrota como parte del itinerario de UFC para generar más dinero sobre cualquier cosa, donde el aspecto mediático y las compras de pago por evento truncan los méritos de los demás. Después de todo, Rousey se hundió conforme su fama llegó a su punto más alto: sus polémicas declaraciones sobre su físico y su frase "do-nothing bitches" la convirtieron en la heroína feminista de lo mainstream y posicionó a UFC 190 —cartelera poco memorable encabezada por Rousey y Bethe Correia— como parte del resurgimiento del pago por evento de la promotora en 2015. Su vida amorosa sirvió como material de revistas de espectáculos y apareció en varios programas de televisión por la mañana. Para UFC 193 en Australia, Rousey tuvo que cargar con el peso de las relaciones públicas. Nadie le daba el beneficio de la duda a Holm, y además había mostrado muy poco en sus últimas dos peleas como para pensar que podría superar a Rousey, y mucho menos sobrevivir. Holm era la campeona boxeadora, pero Rousey era quien aparecía en la portada de la revista The Ring.

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Entonces, Holm vapuleó a Rousey, escapando de su llave de brazo y ensangrentando su cara, y todo cambió. El péndulo había cambiado de "es invencible" a "siempre ha sido mala". Rousey había sido tan directa y desagradable en público que sus compañeros de profesión, internautas, y moralistas como Donald Trump, presumieron su júbilo en redes sociales por su derrota. Se alejó de los reflectores y confesó frente a Ellen Degeneres haber pensado en quitarse la vida después de perder ante Holm. Sufrió lesiones que la mantuvieron lejos del deporte por meses, y tuvo que soportar las críticas en internet que pretendían herir sus inseguridades más ocultas. No se sabía a ciencia cierta si algún día regresaría al deporte que le había dado todo y que después se lo había arrebatado.

Solíamos preguntarnos si las mujeres sobrevivirían en UFC después de la ausencia de Rousey, pero en los últimos 11 meses, las mujeres en las artes marciales mixtas encontraron su auge. La campeona paja, Joanna Jedrzejczyk, posee el aura de invencibilidad que Rousey tenía en el 2014. Cristiane "Cyborg" Justino, la némesis de Rousey en las 145 libras, logró dos victorias contundentes en peso pactado durante el abandono de Rousey. La pelea por el cinturón gallo entre Tate y Nunes encabezó el evento UFC 200, sin Rousey de por medio.

Después de enterarse que Rousey regresaría para disputar un campeonato, Julianna Peña —ex campeona TUF con récord de 4-0 en UFC, marca que la pone entre las contendientes al título— declaró para MMA Fighting que era "injusto". "Es la peor peleadora en la lista, no puedo concebir el hecho que no me den una oportunidad a mí", dijo Peña. ("Cyborg" compartió su sentir).

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Peña añadió que está considerando dejar a UFC como protesta. "Tal vez me vaya a pelear a Combate Americas o algo parecido porque, al parecer, me quieren dar una suma importante de dinero y están dispuestos a darme un cinturón de inmediato como UFC quiere hacer con Rousey", comentó Peña. "Le acaban de dar un cinturón a Ronda y Combate me dará uno a mí, así que no lo sé, veremos como salen las cosas".

Sin embargo, el cinturón de Rousey no fue otorgado como un favor: ya lo había ganado, y defendido la faja en las 135 cuando peleaba en Strikeforce. Se quedó con él cuando UFC absorbió a la promotora y al plantel de peleadoras que de todas maneras habrían enfrentado. Sucedió algo similar cuando WEC se fusionó con UFC, y José Aldo y Dominick Cruz se convirtieron en los campeones de las nuevas divisiones establecidas por UFC. Y en caso de que lo olvidemos, los logros olímpicos de Rousey, su auténtico talento para atraer atención, y su instinto para utilizar llaves de brazo, le abrieron la puerta a las mujeres en al UFC en 2013, mucho después de que Dana White comentara que nunca los agregaría a su plantel.

Pero la como la gratitud es una pésima razón para obtener una oportunidad de ganar el título, veamos el récord de Rousey: 12 victorias consecutivas antes de su derrota ante Holm, incluyendo siete defensas consecutivas (entre ellas las hechas en Strikeforce). Tarde que temprano, Rousey obtendrá su revancha con Holm. Pero no está dispuesta a hacerlo de inmediato porque Holm, al igual que Tate, no pudo defender su cinturón. Con excepción de Nunes y Peña —cada una tiene cuatro victorias al hilo—, nadie más en la división gallo tiene más victorias consecutivas en su historial reciente. Por más que sea su indignación, sólo las últimas dos victorias de Peña —ambas por decisión— han sido sobre peleadoras de renombre.

Aunque Dana White declaró que una victoria sobre Nunes pavimentaría el camino para una pelea con "Cyborg", nadie se sorprendería si Rousey decidiera dar fin a su carrera el 30 de diciembre —en especial si pierde ante Nunes, cuya pegada podría dejarla viendo las luces del techo si sale a pelear como lo hizo ante Holm—. Incluso ganado, tiene la opción de huir permanentemente de las peleas para actuar en películas de acción o iniciar una carrera libre de violencia que posiblemente le haga ganar más dinero sin tanta exigencia.

Ronda Rousey no es una celebridad a la que se le está dando una oportunidad que no merece. Antes de que el cinturón de las 135 libras se convirtiera en un ornamento que todas podían poseer, Ronda era el factor que ponía orden en la división y la fuerza estabilizadora: los méritos de todas las demás eran juzgados en comparación con los suyos. Ahora será juzgada en comparación con las demás.