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Viajamos a la Maratón de la Gran Muralla China

Corredores de 63 países se dan cita cada mes de mayo en China para correr una maratón en un lugar ciertamente inesperado —y ciertamente maravilloso.
Photo courtesy Steen Albrechtsen

En su forma actual, la Gran Muralla China mide 8.851 kilómetros. No obstante, su longitud original —la estructura completa desde que los primeros ladrillos se colocaron el año 221 a.C.— se estima que alcanzó los 21.190 kilómetros, el doble de lo que se creía originalmente. Sea como fuere, los 42 kilómetros de la Maratón de la Gran Muralla parecen un pitufo en comparación.

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Iniciada en 1999 con 800 corredores daneses, la Maratón de la Gran Muralla es más que un test de resistencia: es un reto inusual, una especie de aventura de Indiana Jones convertida en carrera. La prueba reúne a mucha gente para quienes ésta no solo es la primera maratón, sino también la primera visita a China; y, a diferencia de otras solitariaspruebas 'ultra', como la Maratón des Sables en el Sahara, la Gran Muralla es un lugar estrecho… y lleno de gente.

No hay nada como la Maratón de la Gran Muralla porque no hay nada como la estructura militar más grande del mundo, incluso si en realidad no es posible verla desde el espacio como suele decirse. La Gran Muralla China es tan única, impredecible e inmisericorde como el país que la acoge.

La maratón de 2015, que tenía que completarse en menos de ocho horas, era un circuito que empezaba con una pendiente de 4,8 kilómetros y luego continuaba por la Muralla durante 4 kilómetros más que incluían el famoso 'Camino de la Cabra' —700 metros de brutal desnivel plagados de escalones.

La Muralla, para más inri, no es regular: las fortificaciones se construyeron a lo largo de los siglos con distintos materiales, por lo cual el terreno es desigual y cuesta adaptarse a su consistencia. Algunas partes son suaves, otras durísimas. Los escalones son estrechos y empinados; hay tramos que requieren un paso corto, otras exigen un equilibrio excelso a menos que quieras terminar en el suelo de bruces tras rebotar escalera abajo con el trasero. Por si ello fuera poco, hay varias torres a lo largo del camino. Son estructuras pequeñas, con capacidad para unas seis personas que cortan el ritmo si te encuentras con gente visitándolas.

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Al lado de la Muralla, las vistas son espectaculares: sigues el curso de un río y atraviesas campos, granjas y pequeños pueblos desde los cuales los aldeanos te saludan diciendo "Ni Hao!"… al menos hasta que te toca afrontar el 'Camino de la Cabra'. Al llegar a la meta, los corredores que logren terminar habrán triunfado sobre nada menos que 5.163 escalones de la Gran Muralla como nadie lo había hecho desde los tiempos de Gengis Khan.

"Trabajando en China hemos aprendido que tenemos que adaptarnos, como el año en el que se instalaron barreras de metal a lo largo de la ruta. Contratamos a un soldador para que las cortara y las reinstalara al cabo de dos días", explica Steen Albrechtsen, de Albatros Travel, la empresa organizadora de la carrera. "En 2015, en cambio, nos tocaron unos maravillosos días de cielo azul, aire limpio y fresco y temperaturas cercanas a los 30 grados. Llegaron 2.500 corredores, felices, con el sueño de conquistar la Gran Muralla".

Técnicamente, de los 2.500 apuntados, 2.376 empezaron la carrera y 2.225 lograron terminarla; y esta última cifra incluye a quienes corrieron la media maratón y la carrera de entretenimiento de 9 kilómetros. El número oficial de maratonianos que completaron la ruta de 42 kilómetros fue de 920 corredores procedentes de hasta 63 países.

La Gran Muralla discurre por territorios llanos… pero también por zonas con un tremendo desnivel. Foto cortesía de Steen Albrechtsen, Albatros Travel.

"No importa la nacionalidad ni de dónde seas: todos nos parecemos en el hecho de que amamos la aventura y estamos suficientemente locos como para apuntarnos a uno de los eventos más duros del planeta", explica la maratoniana estadounidense Jordan Reynolds. Química, de 23 años, Reynolds empezó a correr recientemente tras dejar la natación competitiva. Cuando se apuntó a la Maratón de la Gran Muralla, no tenía muy claro en lo que se metía: "La Muralla es una de las maravillas del mundo. ¿Quién no querría correr una maratón ahí?".

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En un año normal, el danés Henrik 'Mr. Gran Muralla' Brandt sabría exactamente en qué se está metiendo. La edición de 2015 fue la decimosexta en la que participaba: es la única persona que las ha corrido todas. Brandt, auditor autónomo de 56 años, considera esta carrera la maratón más dura del mundo… y sabe de lo que habla: ha completado 53 maratones distintas, incluyendo tres ultras. Este año, no obstante, los obstáculos a la hora de cruzar la línea de meta fueron más duros que en cualquier otra carrera que Brandt hubiese corrido.

"He estado lesionado seis meses. No pude correr en las semanas anteriores a la prueba", explica Brandt. "Fui al médico, al fisio, al masajista deportivo, al acupunturista y al reumatólogo. Me hablaron de ruptura de fibras y de hernias. En julio me hice un TAC, pero antes quería correr en la Gran Muralla, así que lo hice con un 'tape' y un vendaje elástico. Mi ambición era simplemente acabar, con terminar en 7:59h ya hubiese tenido suficiente".

Brandt se impuso a la lesión y terminó en 7 horas y 13 minutos. Su plan a largo plazo es correr las primeras 25 ediciones de la Maratón de la Gran Muralla, lo cual implica participar en nueve más.

Matt Cotter, un australiano de 40 años, asegura por su parte que lo importante para él es proseguir con su afición de correr maratones en lugares de importancia geopolítica. En 2006, Cotter participó en una carrera de entretenimiento de 10 kilómetros en Dili, Timor Oriental; la ruta empezó en el palacio gubernamental y siguió por la ruta costera; lo que la hizo única, no obstante, es que los efectivos de seguridad estaban por todas partes debido al conflicto que asolaba el país.

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Para seguir con la tradición, en 2007 Cotter compitió en la carrera Super Long de la Pan Indo Hash, en Bali. "Nadie sabía cómo era de larga la ruta, al final la carrera duró cuatro horas y fue espectacular. Empezamos cerca de los templos de los monos y corrimos a través de junglas, valles, campos de arroz y aldeas", explica.

"¡'Ni Hao', visitantes!". Foto cortesía de Steen Albrechtsen, Albatros Travel.

Cotter, que se dedica a la gestión del agua y del alcantarillado en su país natal, superó con creces su expectativa de terminar la Maratón de la Gran Muralla en menos de 6 horas tras completarla en 5:36h. Su objetivo inicial era correrla en 4:30h, pero una inspección más cuidadosa del entorno reveló que muchas zonas con escalones y gran desnivel solo podían recorrerse a baja velocidad. Al final, como a los demás, el tiempo no le importó.

"La Gran Muralla se convirtió en mucho más importante que los tiempos. La carrera fue eléctrica. Había un montón de niños al lado de la ruta, saludando, animando y dando la mano a los participantes. Llevaba un iPod conmigo y no lo encendí en ningún momento: no me hizo falta", relata Cotter.

¿Quién necesita una distracción cuando puedes disfrutar de China desde la cima de una de las grandes maravillas de la historia de la Humanidad? ¿Quién querría ponerse música para desconectar cuando estás recorriendo una ruta que siguieron tantísimos hombres y mujeres a lo largo de miles de años?

No obstante, si dejamos a un lado la belleza del entorno, la comunidad que se crea entre los corredores y la gloria de la República Popular China, resulta que alguien tiene que terminar ganando la prueba, ¿no? En 2015 fue un local, Jason Shen, de Shanghai. Shen recorrió los 42 kilómetros en 3:18h, cerca de su mejor marca en maratones, que estableció en 2:53h. Fue la primera Maratón de la Gran Muralla para Jason: su resultado llenó de orgullo a su clan.

"Correr es una actividad familiar. Corro con mi familia, mis padres y mi hija de siete años. Cuando ella era un bebé, corrí una maratón llevándola en el cochecito", explica Shen, de 38 años. "Es una experiencia que te quita el aliento y te recompensa enormemente. Ganar es inspirador por lo que significa la Gran Muralla para todos los chinos".

"Hay un proverbio chino que dice, 'no puedes considerarte un héroe si no has estado nunca en la Gran Muralla'. Estoy orgulloso de haber practicado con el ejemplo ante mi hija y haberle mostrado que su papá es un héroe", concluye Shen, sonriendo.