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¿Por qué te tatuaste, Kevin Durant?

Para ser atletas que ganan muchísimo dinero, los tatuajes de algunos jugadores de la NBA son de los más feos.
Foto por Kelley L Cox-USA TODAY Sports

El atleta tatuado es algo cada vez más común. Casi más común que atrapar a un Rattata, cosa que no tiene nada que ver con esto pero asumí que si usaba un término más "de onda", mis seguidores jóvenes en esta columna se triplicarían. Asumí mal. Mejor volvamos a empezar.

El atleta tatuado es algo cada vez más común. Basta ver a toda la selección chilena de futbol para darnos cuenta que los tabúes que se tenían de los tatuajes están desapareciendo muy rápido. Tan rápido que un tatuaje en el cuello dejó de ser algo que te impedirá conseguir trabajo el resto de tu vida y se ha convertido en el primero de muchas personas. Es probable que aunque un 80 por ciento de los atletas del planeta estén tatuados, los que más resalten sean los de la NBA por el factor jersey sin mangas. El cuerpo de los basquetbolistas siempre ha estado más expuesto que el de los demás (dejando a un lado a los nadadores y clavadistas, obviamente) y por ello podemos ver con lujo de detalle lo que se rayan nuestros jugadores favoritos.

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Leer más: ¿Quién es el verdadero dueño de los tatuajes?

Ya estamos en un punto donde realmente dudo que algún equipo tenga a alguien sin un solo tatuaje. Eso está bien. No tengo nada en contra de los tatuajes, tengo varios en mi cuerpecito pero mi problema es otro; los tatuajes suelen ser algo caro, —bueno, los tatuajes chingones con gente con experiencia que te van a quedar bien, suelen ser algo bien caro—. Los mortales normales tenemos que ahorrar un rato para poder hacernos algo chido. Esto implicaría que mientras más dinero tengas, mejores tatuajes puedes tener, ¿no? Tienes cuatro casas, siete Bentleys y una cadena que vale más que todo mi patrimonio, obviamente te puedes gastar cuatro mil pesos en un buen tatuaje. Si alguna vez han visto a un basquetbolista tatuado, sabrán que, por razones que ignoro, eso que acabo de escribir no aplica para ellos.

No entiendo cómo cuando ya les alcanza para rayarse cosas increíbles, siguen yendo a que su amigo que apenas puede trazar una línea les tatúe toda la espalda. No lo entiendo y me enoja pero también me da toda la información y referencias posibles para lo que estoy escribiendo.

Vamos a ver varios tatuajes de jugadores que contaban con dinero de sobra para hacerse cosas dignas de museo y en vez de eso terminaron con cosas que duelen a la vista. Quiero dejar claro que entiendo que muchos de estos terribles tatuajes se hicieron antes de que recibieran sus contratos millonarios, pero como verán, hay muchísimos más que ya ocurrieron cuando mandaron un avión privado por su tatuador a Queens porque les daba hueva salir de su penthouse en Miami. Tampoco estoy juzgando el gusto del basquetbolista. Si Reggie Miller quería un "tramp stamp" en el ombligo, todo bien. El problema es cuando queda así:

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Así que venga, empecemos. Les aviso que podría intentar comentar algo "jocoso" de cada tatuaje pero no me gusta patear a un hombre que está en el suelo y las imágenes hablan por si solas.

Monta Ellis y su árbol genealógico.

El león de Gilbert Arenas

Y la espalda de Gilbert Arenas

Todo el cuerpo de J.R. Smith.

Los emojis de Mike Scott.

Esto de Michael Beasley

Vía Twitter

Las manos rezando de Stephen Jackson

Y todo esto nos lleva al ganador y perdedor de los peores tatuajes que los millones no pueden corregir —porque no pude distinguir cuáles tatuajes de Carmelo fueron antes y después de los millones—, ¡Kevin Durant! Sí, tal vez crean que Durant no tiene tatuajes pero están muy equivocados, simplemente tiene montones de cosas horrendas fríamente calculadas para siempre ser tapadas por el jersey.

Sí, vieron bien, tiene el logo de los Nationals de Washington por ahí.

Ahora su espalda.

Y más espalda.

Afortunadamente, todos estaban fuera del alcance de los ojos de niños inocentes hasta que hace una semana decidió tatuarse a 2Pac en la pierna.

¿Por qué hacen esto? ¿Por qué me hacen esto? Tanto dinero debería convertir sus cuerpos en lienzos eternos con el mejor arte que ha salido de la mano de tatuadores legendarios pero no, en vez de eso tenemos a Durant con un Jesús que no sabemos si está dormido, crudo, pensativo o borracho.

Vaya, mejor gástense ese varo en coches o champaña Cristal.