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FIGHTLAND

Un argentino y un poco de fútbol en American Top Team

Visitamos al argentino Santiago Ponzinibbio para conocer uno de los campamentos mas importantes de artes marciales mixtas en el mundo.

Con sólo verlo de afuera ya resulta imponente. Los autos que circulan a importante velocidad por la autopista pasan como si nada por al lado de este monstruo, muchos desconociendo qué se encuentra ahí adentro. Las letras que le dan su nombre en la pared frontal se pueden percibir a gran distancia dada su magnitud y la puerta principal, de reconocida estatura, sería capaz de permitirle el ingreso sin inconvenientes hasta al propio Goliat. Para situarnos en el mapa estamos hablando de Coconut Creek, en la mismísima ciudad de Miami, donde día a día late la sede central del American Top Team.

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El motivo de mi estadía en Estados Unidos era puramente vacacional. Disfrutando del descanso y del ocio; y aproveché el buen trato que me une a Santiago Ponzinibbio y, sabiendo que hace ya dos años entrena a diario en esta academia, rápidamente me contacté con él. Su respuesta fue completamente positiva: "Venite el día que quieras a un entrenamiento y te muestro cómo es el lugar". Sin dudarlo, asistí un día de pleno sol —parece ser la norma en Miami— junto a dos de mis amigos que jamás habían pisado un gimnasio de MMA.

Ni las mejores palabras que puedan salir de mi pluma ni las fotos que logré capturar van a ser capaces de evidenciar la sensación que tuve cuando estuve dentro del monstruo. Cada punto de entrenamiento alcanza una magnitud que jamás había visto. Cientos de peleadores, cada uno enfrentando a uno de su misma talla y peso, intercambiaban golpes en un tatame que horas más tarde sirvió para que los brasileños lo utilizaran como cancha de fútbol. Ahí, ya se pueden dar la pauta de lo grande que resulta.

Ingresé con un Santiago apurado que rápidamente se metió a la clase de lucha. Apenas seis alumnos a las once de la mañana, lo que hace más fluido el trato con los profesores, quienes estaban atentos a los movimientos de todos. Mientras miraba los ejercicios, a mi lado se sentó un tal Robbie Lawler, simplemente para ver cómo se movían sus colegas. Juro que no pude evitar girar mi cabeza unas diez veces para confirmar y reconfirmar que el campeón wélter de UFC estaba a mi lado. En otra faceta a la que estamos acostumbrados a verlo; esta vez pasivo, sin lanzar golpes y apenas estudiando colegas con sus ojos.

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Los entrenamientos son duros, sacrificados y requieren mucho esfuerzo. Sin embargo, estando ahí pude corroborar que los peleadores también se toman su tiempo para un rato de jolgorio y diversión. Una pelota rodó en pleno tatame y en un abrir y cerrar de ojos los brasileños ya habían armado dos equipos de fútbol y estaban jugando. "Les voy a demostrar cómo juega un argentino", dijo un Ponzinibbio que salió a las corridas del sector de lucha y se despachó con dos goles en poco más de diez minutos. "Maradona", le gritaban entre risas, mientras uno por uno iban abandonando la cancha imaginaria con arcos armados a base de guantes de boxeo.

Llegó el turno de la recorrida y, ¿me creés si te digo que había hasta un jardín de infantes dentro del gimnasio? "Muchos dejan a los hijos acá y tenemos dos profesores que también hacen artes marciales en American Top Team que les dan clases. Es una escuela dentro de la academia", me relató Ana, la responsable del turno de mañana dentro del complejo. "Ni en Brasil entrené en un lugar así, esto es increíble", acotó al paso Ponzinibbio, mientras nos dirigíamos al segundo piso del complejo, donde radican las habitaciones para quienes quieren hacer su campamento ahí.

El ascensor nos invitó a conocer lo que en Argentina llamamos pensión. Allí, pagando una cuota fija, pueden vivir los chicos que son amateurs y están realizando campamento para alguna pelea. La cocina es imponente y tienen inmensas facilidades para que sólo tengan que dedicarse a entrenar. Ah, además de contar con el lujo de hacerlo al lado de los mejores peleadores del mundo. Nada mal, ¿no?

"Y eso que hoy estaba casi vacío", cerró Santiago cuando nos íbamos, mientras entre mis amigos comentábamos acerca de la inmensa cantidad de gente que había entrenando en sintonía. Haberse metido en el corazón del día a día de parte de los peleadores más importantes del mundo no tuvo precio, pero más aún destacable resultó porque lo pude hacer en las instalaciones de un American Top Team que realmente impresiona y da sana envidia. Tal vez, al ingresar en semejante monstruo uno recién consigue reflexionar acerca de lo lejos que está Latinoamérica de un centro de entrenamiento de ese calibre.

Me quedará guardado en la retina un recuerdo inmenso mezclado con una angustia que me hizo entender que hoy en día el (casi) único camino de los latinoamericanos está en mudarse a esta clase de gimnasios para no dar ventaja. Y me quedó claro que, por su magnitud, su profesionalismo y las bestias que entrenan allí, este monstruo no es para cualquiera.