Mario Hezonja ha llegado para reavivar tu vida sexual

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Incluso las relaciones más fuertes viven en peligro constante de fracasar. El amor permanece, pero el fuego que alguna vez ardió se termina convirtiendo en la ceniza oscura de una cerilla apagada. De vez en cuando tenemos que alimentar ese fuego —no en demasía para no ahogarlo, pero sí lo suficiente para revivirlo—. Hay que probar algo nuevo, algo inesperado, algo que le recuerde a nuestra pareja la pasión que compartíamos. Ir a París, cocinar juntos, darse masajes… lo que sea. Hay que mantenerse en el alambre para que la cosa funcione siempre.

Incluso las cosas que más amamos pueden llegar a cansarnos después de un tiempo. Así es como funcionala vida. Nuestra relación con los deportes muchas veces puede seguir el mismo camino: después de un tiempo, los mates pierden espectacularidad y los 'pick-and-rolls' se convierten en algo rutinario por mucho que quien haya machacado sea LeBron James o que nuestro base sea Chris Paul.

Necesitamos la chispa, algo que nos haga recordar la razón de nuestro amor por este deporte. Una mezcla de novedad y picante, de confianza y potencial. Necesitamos al jodido Mario Hezonja.

Hezonja, que el año pasado provocó que muchos aficionados al baloncesto odiáramos a Xavi Pascual por su incomprensible política de reparto de minutos, no es exactamente una bocanada de aire fresco para la NBA: eso sería una metáfora demasiado amable y placentera. Mario es algo más enfermo, más alocado y apetecible. El croata es un par de esposas color rosa, un vendaje en los ojos y una colección de aceites aromáticos. Si sois almas sensibles y esto os parece demasiado erótico, mejor ved este 'alley-oop' con pase suyo y me contáis.

Sí, está claro: Mario Hezonja es el ingrediente que necesitamos para reavivar la llama de nuestra relación con el baloncesto.

En la NBA, los Orlando Magic necesitan a Hezonja aún más de lo que le necesitamos nosotros. Todo equipo necesita a ese jugador que opera fuera de la familiariedad; ese cabrón impredecible que mantiene a las defensas adivinando, en una tensión inaguantable, capaz de lanzar en cualquier momento un pase sin mirar que sorprenda hasta a sus propios compañeros.

Hezonja posee todas las cualidades necesarias para que su baloncesto sea fluido y fresco: un físico atlético excepcional para poder machacar de forma espectacular, un movimiento de muñeca rápido y suave que le permite tirar en cualquier situación, una buena flexibilidad que le capacita para tirar las fintas más inesperadas… y sobre todo, una confianza y un descaro infinitos que le llevan a intentar cualquier acción por loca que parezca.

Por si fuera poco, Mario es un personaje fuera de la pista. Sin duda habrás oído hablar de alguna de sus excentricidades, como chocar la mano al entrenador contrario tras meter un triple o decir que él no había ido nunca a ver jugar a Messi, porque era Messi quien debía ir a verle a él. ¿Cómo no va a gustarnos un tipo así a los aficionados?

Vemos un poco de Manu Ginóbili en Hezonja: un jugador que nunca se inmuta por el miedo y cuyo descaro te hace preguntarte si realmente conoce el significado de la palabra. Durante años, Ginóbili ha existido más allá del complejísimo sistema de los San Antonio Spurs de Gregg Popovich. En ocasiones, ha vuelto loco a Pop; en todo momento ha sido parte esencial de los cinco campeonatos de los Spurs.

La clave para estos jugadores —y el factor más importante en la formación de Hezonja— es saber cuándo improvisar y cuándo seguir las reglas. Ginóbili ha perfeccionado este acto de equilibrio: seguirá cometiendo errores, pero como el mismo Pop ha dicho, los bueno supera sistemáticamente lo malo. Esto no aplica a tipos como J.R. Smith, por ejemplo.

Hezonja tendrá que encontrar ese equilibrio pronto si quiere ver minutos bajo el histórico y exigente Scott Skiles, un entrenador que favorece la rigidez y la ejecución al pie de la letra. También tendrá que demostrar su compromiso con la defensa agresiva de Skiles: con Scott, si no bajas el culo y te pones a defender no verás la pista más que desde el banquillo.

La defensa, de hecho, siempre ha sido un problema central para Hezonja. Mario tiene el físico y el talento para ser un gran defensor, pero… ¿le importa lo suficiente el lado menos glamuroso de la pista?

Hezonja merece una oportunidad para demostrar de qué está hecho, y no solo porque haya sido el cuarto seleccionado en el draft. Principalmente, Mario aporta algo que muy pocos jugadores en los Magic hacen: tiro a canasta. Elfrid Payton, aun siendo un jugador bastante entretenido, tiene problemas para meter tiros libres, así que no hablemos ya de los triples; Victor Oladipo ha mejorado, pero sigue siendo más un Dwyane Wade que un Ray Allen; C.J. Watson puede ayudar, igual que Channing Frye —si puede regresar a su ritmo después de su desastrosa primera temporada en Orlando—. Hezonja metió un 38% de tiros de tres puntos en la ACB el año pasado: no hay razón para creer que sufrirá un retroceso en la NBA.

No hay otro jugador en el plantel de los Magic que posea tantas ventajas físicas, talento y confianza en sí mismo como Hezonja. Sencillamente, en Orlando nadie puede hacer lo que él hace. La única duda, pues, es si logrará desarrollar su juego bajo la guía de Skiles.

En las últimas dos temporadas hemos esperado a que el núcleo de jugadores del Magic sea algo más que una colección heterogénea de jóvenes con talento, pero de momento nos hemos llevado un chasco. Este año podría ser diferente. Este año, los Magic serán impredecibles de una forma alarmante y atractiva, porque tienen en su poder al novato que le pondrá sazón a su ofensiva y emocionará a sus fans.

Los Orlando Magic tienen a Mario Hezonja y no hay nadie que pueda salvarse.