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Ediciones VICE

Gente nos cuenta qué videojuego infernal nunca pudo terminar

El tipo de 'Prince of Persia' debe seguir colgado de la misma pared desde 2003.

Como si la vida no fuera lo suficientemente complicada como para pasártela —llegar vivo a los, no sé, noventa años y tener el suficiente dinero como para dejar una herencia como para que tus hijos, al menos, te compren un ataúd y te entierren—, algunos humanos tuvieron la genial idea de crear eso llamado "videojuegos" y complicarlo todo un poco más. Ya sabéis, esos entretenimientos aparentemente inofensivos cuya dificultad a veces puede hacernos caer en una espiral de desesperación.

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Todos tenemos ese juego que NUNCA nos hemos podido pasar, ya sea por falta de dedicación o por una incapacidad incrustada en nuestro ADN. Pese a que le dedicamos más de 500 horas, el tipo con pijama blanco del Prince of Persia nunca llegó a rescatar a la tía esa. Menudo drama.

Hemos hablado con varias personas para que nos contaran cuál es su juego imposible.

'GHOSTS ‘N GOBLINS' (NES)

“Nunca me pasé el Ghosts ‘n Goblins de la NES. Un juego de esos que están hechos para que la gente sufra. No pasé ni de la segunda pantalla, y os lo dice un tipo que se pasó el Tortugas Ninja y el Battletoads. Empezaba facilillo, pero al cabo de medio minuto aparecía un demonio volador que primero te dejaba en calzoncillos y luego te masacraba sin ningún tipo de piedad. Encima cada vez que morías te enseñaban un mapa de todas las fases que te quedaban por delante a modo de humillación. En fin, hace unos años me enteré de que para ver el final 'de verdad' tenías que pasarte el juego entero dos veces seguidas; ahí me quedó claro que la gente que lo programó estaba mal de la cabeza”. — Victor, 35 años

“Una música que acojonaba, una estética brutal y un tío con armadura que luchaba por amor. Este juego lo tenía todo. Eso sí, en el mejor de los casos llegué solo a la tercera pantalla. Unos cabrones del inframundo hacían que tu ambición preadolescente se esfumara en menos de dos minutos. Una y otra vez. Al primer toque en gayumbos, al segundo estabas muerto. Creo que en una ocasión fardé en el cole y para ser un héroe por un día dije que me lo había pasado. No dio resultado. Me llevaré a la tumba esa mentira y el sabor del fracaso. JUEGAZO”. — Iri, 33 años

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'CRÓNICAS DE NARNIA' (SONY PLAYSTATION 2)

“Mi trauma nace con el primer juego de Narnia de la PlayStation 2. No me pasé ni la primera pantalla de ese juego, los putos lobos de las nieves me mataron y remataron mil veces. Como no tengo paciencia decidí rendirme, y desde ese día sé que soy y seré un fracasada”. — Ariadna, 23 años

'PRINCE OF PERSIA' (PC)

“Soy muy jugona pero, como todo el mundo, tengo mi espinita clavada, bastante literalmente: hablo del Prince of Persia de PC, en MS-DOS. Había un estúpido pozo con pinchos en el que siempre caía: era un problema tonto relativo a los controles, pulsara lo que pulsara caía irremediablemente y acababa hecha un pincho moruno en el primer minuto de juego”. —Cristina, 35 años

'ALEX KIDD IN MIRACLE WORLD' (SEGA MASTER SYSTEM)

“Tuve la suerte o la desgracia de ser obsequiado el día de mi comunión con una Master System con el Alex Kidd in Miracle World. Este juego era la contrapartida de SEGA al Super Mario Bros. de la NES. Debido a su endiablada dificultad, sus pocas vidas y al no tener continues, cada partida se convertía en un verdadero suplicio. Esto provocaba que de mi boca de niño emanaran las blasfemias más oscuras que os podáis imaginar. Mi récord de improperios por minuto fue en la fase de la moto saltando pinchos, mientras unos hombres monos te lanzaban plátanos desde unos árboles. Los que hayáis jugado a este juego, ya sabréis de lo que hablo. Existía la leyenda de que si tenía más de 800 $ cuando te mataban y pulsabas arriba y ocho veces el botón 2, durante los dos míseros segundos que duraba la pantalla de 'Game over', te dejaba continuar. Como os podéis imaginar, nunca logré el truco de continuar y mucho menos pasarme el juego.

No fue hasta 20 años después, cuando decidí cerrar mis heridas infantiles, volviéndome a enfrentar a este juego en un emulador. La batalla duró una larga tarde y de mi boca volvieron a emanar todos aquellos bellos improperios de mi infancia, y, al final, lo logré. Allí estaba Janke, el enemigo final del juego. Tras un duelo de piedra, papel y tijera y cuatro puños, me pasé el juego. Pero no os voy a engañar, me lo pasé guardando partida cada dos segundos, por lo que puedo decir que este hijo de puta todavía me perturba en lo más profundo de mi corazón”. — Iker, 36 años

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'CRASH BANDICOOT' (Sony PlayStation 1)

“Había pantallas muy asequibles pero, en cambio, había otras realmente imposibles. De esas que si no haces exactamente los mismos movimientos en el mismo orden y en el momento correcto es imposible pasársela. De hecho terminé buscando un truco en un foro para poder desbloquear todas las pantallas y poderlas probar, comprobando que realmente hubiera sido imposible pasarme el juego por méritos propios. La banda sonora era muy buena, eso sí”. — Sergi, 28 años

'EARTHWORM JIM' (SEGA MEGA DRIVE Y SNES)

“Abrieron una tienda de alquiler y pillé el Earthworm Jim. Muy bonito, muy colorido y muy jodido. Era un caos de plataformas y enemigos espídicos. Nunca pasé de la pantalla con cuenta atrás en la que eres solo una larva. Lo alquilé tantos fines de semana que me habría salido más a cuenta comprarlo”. — José Luis, 28 años

Earthworm Jim, el primero y en versión SNES, el que me dijo mi tío que me comprara. Tan pocas pantallas ya le hacían olerse a mi yo de 10 años de qué iba a ir todo esto, a ese, al que tiene más reflejos que el actual. Ni contraseñas ni nada, solo vacas, el gato ese malvado, el cuervo, el perrito que tienes que custodiar. No fue el más famoso de su tiempo pero recuerdo cada pantalla y cada gota de sudor, hasta la pantalla en la que estabas a oscuras”. —Davit, 32 años

'EL REY LEÓN' (SEGA MEGA DRIVE)

“Corría 1994 y un niño jacarandoso y vivaracho flipaba los fines de semana con la Mega Drive —ya sabes, la consola es para los findes (malditos padres)—. El pequeño ser, repleto de bondad y buenas intenciones, acababa de ver ese maravilloso filme que marcó a toda una generación con las aventuras de Simba y compañía. ‘¡Hakuna matata, hakuna matata!’, gritaba con una límpida mirada aquel diminuto ruiseñor.

Llegó la Navidad y con ella los Reyes Magos. Sorpresa, los tres señores hasta los topes de mirra le trajeron el videojuego de El Rey León. ¡Menuda noticia! Era una maravilla gráfica acompañada de las diversas sintonías de la película. Vamos, el sueño de todo niño de la época. Todo eran sonrisas y aventuras trepidantes hasta que se topó con el infranqueable muro llamado Scar. Era la última pantalla, el final boss, y la incapacidad por poder eliminar al malo semana tras semana hizo que la ponzoña de maldad comenzara a reinar en la sabana de su corazón.

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Jugando y jugando le atrapó el verano, el invierno volvió, los años pasaron y aquel pequeño ruiseñor se convirtió en un ser desalmado sin apego alguno por el ser humano. Hoy en día es un insensible emocional que le ha dado por redactar su frustración con el videojuego de El Rey León. Hakuna matata tus muertos”. — Jordi, 31 años

'LA ABADÍA DEL CRIMEN' (AMSTRAD CPC 6128)

Clasicazo patrio de enormes píxeles y horrendos colores, y además eres un cura. Este juego es el producto de un polvo entre el Indiana Jones & The Fate of Atlantis y el Snake. Tienes que intentar no salirte de la baldosa correcta e ir dándole esquinazo a un abad feo. ‘¡¡¡El suelo es lava!!!’. Cuando pisas la baldosa que no, ¡¡¡MUERTE!!! Tienes que rezar en tu baldosa, si no, ¡MUERTE! Comer en tu sitio, si no, ¡¡¡MUERTE!!! Y resolver un crimen sin equivocarte de baldosa, si no, ¡¡¡MUERTE!!! Nunca he superado el 14 por ciento del juego, pero puedo dibujarme en la piel el laberinto de baldosas de los 10 primeros minutos de juego: llevo 30 años sin pasar de ahí. Se lo recomiendo a gente con un TOC incipiente. De lo contrario, ¡¡MUERTE!!”. — Aida, 39 años

'LOOM' (PC)

“Con el Loom todo el mundo usaba trucos para pasárselo pero yo pringaba. Parecía un juego fácil e inocente, pero era de lo más raro y complejo. Era de LucasArts y lo daban al comprar un PC, junto con el Monkey Island”. — Maurici, 38 años

'FLASHBACK' (SEGA MEGA DRIVE)

"Mis padres me compraron la consola Mega Drive (era la primera unidad que llegaba a la única tienda de juegos de mi pueblo; no es como ahora que llegan a todas las tiendas a la vez). Me compraron el Flashback no sé por qué. Era un juego de plataformas con historia pero jodidísimo. El mando de la Mega era superincómodo y duro para un niño y el personaje era más bien lento. Nunca pasé de tercera pantalla. Sigo recordando el password de la segunda pantalla de Flashback: Betsy". — José Luís, 28 años

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'ODDWORLD: ABE'S ODDYSEE' (SONY PLAYSTATION 1)

"Empecé a disfrutarlo hace 20 años con el estreno de la Play 1 y luego, cuando sacaron la PSP, volví a jugar con un emulador al Oddworld: Abe's Oddysee. Era complicado comunicarte con otros Mudokons o controlar a otros personajes. Además que los puzles eran una rallada total. Eso sí, la calidad gráfica, en ese momento, era brutal. El caso es que jamás llegué a terminar esa maravilla. Son cosas pendientes antes de morir." —Rubén, 38 años

'GEOMETRY DASH' (PC)

"El problema empieza cuando decides darle a 'Jugar'. No voy a culpar a la estética del juego por llamar mi atención, pero sí al hilo musical que es lo que hace que me mantenga enganchada. Por un lado es motivador, por el otro te lleva de cabeza a la frustración. Es una bonita arma de doble filo ya que esa música te ayuda tanto a seguir el ritmo como a motivarte demasiado y cagarla. Así de sencillo. La velocidad, los cambios de ritmo y los obstáculos no tienen nada que ver con esa dificultad. La agilidad de mis manos, tampoco”. — Marta, 30 años

'PONG' (TV)

“Mi primer contacto con PONG fue en un televisor Thomson allá por los 80. En su pantalla se proyectaba un campo dividido en dos, un rectángulo a cada lado y una pelotita. Todo bien. Hasta que mi padre cogió un mando, yo el otro y recibí el primer 'gol'. A partir de ahí entrabas en un loop infinito, una especie de TOC para pasar la pelota al otro lado de la forma más incómoda posible a tu adversario, mientras él trata de hacer exactamente lo mismo. (Metáfora de la vida). Toda mi construcción como persona se puede definir en aquel instante: la inocencia rota y una inmediata comprensión que el mundo iba a ser un lugar competitivo de cojones. No recuerdo si aquella versión de PONG tenía final, pero en el fondo no importa: siempre querías más y más en un trastorno obsesivo infinito alimentado por el miedo a perder y la avaricia de ganar”. — Ferran, 40 años

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'FORBIDDEN SIREN' (SONY PLAYSTATION 2)

“Jugar a este survival horror era realmente difícil. Más incluso que intentar mantener las plantas del Ikea un mes vivas. Mientras el resto de gente de mi instituto destruía su vida con la cocaína, las novelas de Sven Hassel o escuchando a Pau Donés, yo me encerraba a tratar de pasarme la primera puta misión de ese maldito juego. Que fácil, tardaría dos días en entrar en la puta camioneta y arrancarla. A la extrema dificultad había que sumarle que la fluidez en ese juego era un poco limitada, pero la historia me llamaba muchísimo la atención. Todo ese ambiente japo de terror que realmente te hacía sentir ‘algo’, que te pedía querer jugar más e indagar en qué les pasaba a esos señores raros. Lo jodido de todo esto es que daba por hecho que no llegaría, ni de lejos, a la mitad del juego. Me sentía como una ballena varada entre las latas de cafeína y de ravioli con las que me enclaustraba. Acabé dándolo por imposible.” — Curro, 29 años

'PUZZLE BOBBLE' (ARCADE)

“El Puzzle Bobble era sencillamente una puta mierda a ojos de un daltónico. Hay varias versiones de este juego y varias versiones de daltonismo, pero este parecía que estaba diseñado para reírse de mí. También fue jodido por la época (era un adolescente), porque tenía que estar dando explicaciones todo el rato sobre mi daltonismo cuando el juego se puso de moda. Las mofas de los amigos más cercanos no las cambio por nada eso sí, nos hemos echado buenas risas. Pero básicamente en el juego había cuatro colores eléctricos de bolas, para mí la oscura rojanegra; la azul o azul claro o marino o como lo quieras llamar, y después las otras que eran por joder: verdenaranjas unas y naranjerdes otras, horroroso. Encima el fondo iba cambiando de colores también según la pantalla.

Vale, las bolas tenían dibujos diferentes pero también eran imposibles de diferenciar a la velocidad a la que jugaba el contrario. Eso en las primera pantallas, luego se iban añadiendo colores. Encima, en los recreativos de Tavernes de la Valldigna, donde veraneaba, por la mañana daba el sol directo a media pantalla de la fila de máquinas y eso ya era de coña. Lo he pasado peor con ese juego que con los putos test de daltonismo, el problema es que ese juego estaba en todos lados. Verderanjas y naranjerdes, esas eran las peores”. —Carlino, 37 años

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CUALQUIER JUEGO DE LA LYNX

“Cualquier juego de la maldita Lynx de Atari que durase más de 20 minutos. La Lynx es recordada por tres cosas: fue la primera consola portátil a todo color y de 16 bits, tiene un catálogo más limitado que el menú del Pokins y porque chupaba seis pilas alcalinas cual anuncio de horchata Chufi de los 80. La maldita consola se vendía en España junto al California Games, el juego perfecto para la consola, ya que cada partida a uno de los minijuegos no te duraba más de 90 segundos, lo mismo que te duraba la consola encendida como te atrevieras a ponerle pilas recargables para ahorrar. Si querías fardar en el patio del cole con tu portátil a todo color, te tenías que dejar la pasta en unas buenas Duracell alcalinas y rezar a los dioses del Olimpo para que te durase los 25 minutos de recreo. Yo tenía tres juegos para la consola: El California Games, uno de F1 y el Rygar. Del Rygar tengo los 10 primeros minutos del juego marcados a fuego en mi psique. Nunca jamás conseguí pasar de los 10 minutos sin que se me apagase la puta consola”. — José Luis, 34 años

LOS VIDEOJUEGOS ASÍ EN GENERAL

"Nunca jamás me he pasado ningún puñetero juego. Ni si quiera ese Super Mario Land que compartía con mi hermanastra semana sí semana no. Ni si quiera el Pokémon Amarillo. El último que probé (Prince of Persia) me lo recomendaron mis amigos con la esperanza de que me enganchara a algo y los dejara un poco en paz, pero no sirvió de nada y encima no me lo pasé porque siempre me quedaba enganchada en el mismo punto. El tipo debe seguir colgado de la misma pared desde 2003". — Andrea, 25 años

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