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rumbo a río 2016

La vergüenza de los 'popeyes' mexicanos

Después de ver esto, no nos queda más que alabar a Rommel Pacheco y sentir una inmensa vergüenza por las estupideces de quienes mandan en nuestro deporte.
Foto: Twitter

Ayer fue un día que consideramos histórico para el deporte mexicano, el día que un atleta nacional ganó un primer lugar en un Mundial y en lugar de vestir el uniforme de su país, portó una playera de Popeye; en lugar de sonar el himno mexicano, se entonaron las 'sagradas' letras del himno de la FINA… ¡Qué maldita vergüenza!

Y no Rommel, tú eres el que menos culpa tiene, eso lo sabemos todos. De hecho, el valor que nuestro clavadista enseñó ayer es para que todas y cada una de las personas que amamos e impulsamos el crecimiento del deporte mexicano nos pongamos de pie y le brindemos un aplauso de varios minutos.

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Pacheco consiguió el triunfo que los clavadistas mexicanos nos tienen acostumbrados. No es una sorpresa que este deporte sea uno de los que más da la cara por México. Rommel Pacheco consiguió un valioso primer lugar en la Copa Mundial de Clavados en el trampolín de tres metros venciendo a Yona Knight de Jamaica y Kristian Ipsen de Estados Unidos con 504.40 puntos.

Luego de la sanción que la FINA le impuso a la Federación Mexicana de Natación -por tramposos, las cosas se dicen como son- los atletas mexicanos tendrán que pararse en el podio, con la ropa que pueden y escuchar cómo suena el himno de la FINA. En lugar de portar el uniforme que representa al país, izar la bandera y escuchar el Himno Nacional de México, la frialdad de escuchar música ajena a las raíces de cada persona, mientras el mundo se cuestiona por qué carajo no hay símbolos patrios del país ganador. Nuevamente, ¡qué maldita vergüenza!

Rommel hizo lo que tenía que hacer. Imaginar en su cabeza que la bandera de su país estaba presente y que su himno retumbaba el recinto donde se encontraba. Valientemente, cantar las letras de nuestro himno nacional, una imagen que alaba la fortaleza de nuestros atletas, su lucha, que muchas veces es de ellos contra el resto, y la deplorable situación que se vive en el deporte mexicano en general, y en algunas Federaciones de CONADE.

Lo de Rommel Pacheco fue histórico. El día en que el deporte mexicano fue evidenciado -una vez más-, el día que aplaudimos la actitud del clavadista y nos avergonzamos -una vez más- de sus dirigentes. Rommel y nuestros clavadistas son eso, 'Popeyes'.

Y se vienen los Juegos Olímpicos, la oportunidad ideal para volver a ganar, y para volver a dejar en ridículo a la Federación Mexicana de Natación. Repito, ¡qué maldita vergüenza!