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clásico mundial de beisbol 2017

Un costoso error y un manager que no cree en el toque de bola hunden a México en el Clásico Mundial

El manager Edgar Gonzalez lo había explicado antes del torneo, él no cree en el toque de bola. Ante Puerto Rico, en un momento crítico, no ordenó el toque de bola y México cayó.

La noche del sábado, México volvió a perder en su segundo partido en el Clásico Mundial de Beisbol y volvió a hacerlo con los mismos ingredientes funestos del primer juego: dirección cuestionable del alto mando y errores costosos. Esta vez, México cayó contra Puerto Rico por pizarra de 9 a 4.

Cuando el equipo mexicano perdía 5 a 1, logró un racimo de tres carreras en la parte baja del séptimo episodio, para acercarse en el marcador 5 a 4, y levantar de nuevo el ánimo en el equipo.

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Sin embargo, nuevamente la debacle se hizo presente. En la parte baja del octavo episodio, México venía a buscar el empate. Luis Juárez abrió con sencillo, y sin outs, corría la carrera de la igualada por primera. Era ahí, cuando se antojaba que el mánager mexicano, Édgar González, hiciera uso de la estrategia. Juárez es un corredor pesado y quizás, hacía falta que González lo cambiara por un corredor emergente que pudiera anotar desde primera, pero el relevo nunca llegó. Sin embargo, lo más grave del momento no fue eso, sino que no ordenara el toque de sacrificio al bateador en turno, su hermano Adrián González, para avanzar al corredor y ponerlo en posición de anotar.

En condiciones normales, no se mandaría el toque de sacrificio al mejor bateador. Pero el Adrián González del Clásico Mundial de Beisbol 2017 no está en una condición normal. No ha dado hit en todo el torneo y está afectado por una lesión. Ante eso, lo natural era ordenar el toque de bola, poner al corredor con el empate en segunda base, y esperar el hit productor de un bateador en mejores condiciones que el Titán. Pero Édgar no cree en el toque de bola.

Apenas unos días antes del arranque del Clásico Mundial de Beisbol, Édgar González había explicado, en una reveladora entrevista a Iván Pérez de El Economista, las razones por las que no cree en el toque de bola.

"El beisbol ha tocado mucho la bola", explicó Édgar, "pero estadísticamente el toque es lo peor que se puede hacer. Si tú ves un hombre en primera base sin outs, el porcentaje de anotar es de 33%, un hombre en segunda con un out anota 28 por ciento de las veces. Cuando tocas la bola estás regalando 33% de los outs. Para ganar 25% de las bases, hay tres outs en el inning, por qué regalar uno. No digo que universalmente es malo tocar, pero con un pitcher o con un bateador que anda muy mal, eso conviene. Durante toda la vida el toque se ha usado de todas las maneras, no es algo benéfico".

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Con un bateador que anda muy mal, el toque de bola conviene. Eso es lo que dijo Édgar González pero no aplicó esa noción con su hermano en la parte más crítica del partido. Adrián González andaba muy mal, y aun así, no lo mandó a tocar. La carrera del empate en ese octavo episodio no llegó.

Entonces, México tenía que colgar el cero en la parte alta de la novena entrada, para luego buscar otra oportunidad para empatar en la baja del episodio. Pero ahí fue donde llegó un costoso error.

Los relevistas mexicanos Fernando Salas y Joakim Soria se habían combinado en la alta del noveno episodio para sacar dos outs y solo permitir un hit. Entonces, con dos outs, corredor por primera, y Soria lanzando bien, el boricua Carlos Beltrán sacó un elevado facil en terreno de foul que prometía ser el tercer out. El receptor mexicano Xorge Carrillo pidió la bola, se colocó con tiempo debajo de ella, pero la pelota le pegó en el borde de la mascota y cayó al suelo. Su reacción, la de los jugadores, y la de los miles de mexicanos en el Estadio Panamericano, fue instantánea: la tragedia se asomaba de nuevo.

Beltrán siguió vivo y negoció la base por bolas ante un Joakim Soria que perdió la concentración. En lugar de que cayera el tercer out y se colgara el cero, ahora México tenía corredores en primera y segunda. Vino Yadier Molina y dio sencillo para que entrara una carrera. Luego vino Javier Báez y dio cuadrangular para que anotaran Beltrán, Molina y el propio Báez. En un abrir y cerrar de ojos, habían caído cuatro carreras después del error.

Y así fue como el partido quedó sentenciado