Por qué España debe copiar a Alemania
Foto de Hannibal Hanschke, Reuters

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molaría hacer las cosas bien

Por qué España debe copiar a Alemania

Portugal puede haber ganado la Eurocopa, pero a quien España debe imitar para volver al sendero del éxito no es al equipo de Cristiano Ronaldo sino a la Alemania de Joachim Löw.

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Portugal ha ganado la Eurocopa. Muchas felicidades, _às armas _às armas__, Balón de Oro para Cristiano Ronaldo ya y todas esas cosas que se suelen decir en estos casos. Hasta aquí, todo bien; los lusos han ganado su primer gran título internacional y los franceses han roto con su bonita tradición reciente de ganar todos los torneos que disputan en casa.

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Si me preguntas, sin embargo, a quién apostaría mis ahorros para llevarse el título mundial en Rusia, no te diría precisamente al equipo que dirige Fernando Santos. Ni a Francia, la subcampeona. Ni a España, lógicamente, ahora que la selección vuelve a ser la máquina de decepcionar que había sido toda la vida.

No: la selección que realmente mola, a la que todos deberían querer parecerse, es Alemania.

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"Si solo han ganado uno de los últimos diez grandes torneos internacionales", me dirás. Y sí, será verdad, como será verdad que en la Eurocopa del 2004 dieron pena y no pasaron ni de la fase de grupos. Correcto. No obstante, hay bastante más a tener en cuenta que las finales ganadas.

Empecemos por lo más importante. Alemania ya no funciona como una selección: la Mannschaft es casi casi un club. La gestión del equipo germano ha sido tan regular a lo largo de estos últimos años que prácticamente no importa quién juegue; la idea siempre es la misma y se nota. Marco Reus puede caer de la convocatoria y no pasa nada; siempre estará el Julian Draxler de turno que pueda sustituirle.

Mario Götze celebra el gol que dio la victoria a Alemania en la final del Mundial de Brasil con sus compañeros de equipo. Foto de Dylan Martinez, Reuters

En esa regularidad tiene mucho que ver la figura de Joachim Löw. A pesar de la discutible afición de 'Jogi' de tocarse partes del cuerpo sin demasiado pudor, el técnico germano es la gran cara visible de este proyecto: no es un seleccionador al uso, uno de esos técnicos de quita y pon que usan la mayor parte de federaciones para descargar las frustraciones de sus aficionados. No: Löw es un entrenador de la selección, un tipo dedicado exclusivamente a dirigir el proyecto nacional.

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Desde que se hiciera cargo del equipo en 2008 —allí ya tenía dos años de experiencia como segundo de Jürgen Klinsmann, por cierto—, Löw nunca ha bajado de semifinales; alcanzó la final de la Eurocopa en 2008, hizo semifinales en el Mundial de 2010, volvió a alcanzar las semis en 2012, fue campeón del mundo en 2014 y de nuevo estuvo entre los cuatro mejores en 2016. Entre la convocatoria de 2008 y la de 2016, por cierto, solo han repetido tres jugadores: Bastian Schweinsteiger, Mario Gómez y Lukas Podolski.

¿Conoces a alguna otra selección que haya sido tan regular durante un periodo de tiempo tan largo a pesar de cambiar tantísimas piezas?

Lukas Podolski y Bastian Schweinsteiger son dos de los tres únicos 'supervivientes' de la convocatoria de la Euro 2008. Foto de Kai Pfaffenbach, Reuters

Además de la continuidad, la otra gran clave del éxito alemán es el trabajo coordinado con todas las canteras del país. Tras el desastre en la Eurocopa del año 2000, Alemania vio las orejas al lobo: los germanos se dieron cuenta de que confiar en su tradicional fútbol de ida y vuelta, en su disciplina y en su potencia física no les aseguraría éxitos en un futuro dominado por la técnica.

Lejos de quedarse de brazos cruzados, la Federación alemana (DFB) reestructuró completamente su fútbol formativo, coordinó sus escuelas y estableció un método estándar de evaluación. La empresa Double Pass tiene mucho que ver con esta labor con los jóvenes valores. Los resultados son fáciles de ver: en la Mannschaft de hoy prima la técnica y la táctica por encima de la intensidad física. Alemania es, claramente, la selección que mejor juega del mundo.

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Alemania ha sabido trabajar a largo plazo y a día de hoy es el equipo que mejor juega con diferencia

¿Qué tiene que aprender España, que hasta hace muy poco era la indiscutible mejor selección del planeta? Pues más de lo que parece. Para empezar, hay que recuperar la filosofía de la selección como club, un equipo al que van los jugadores más necesarios para el buen funcionamiento del modelo y no necesariamente los que están más en forma. Si ello implica que el Diego Costa de turno no llega a debutar a pesar de marcar tropecientos goles en su club porque no encaja con la idea, que así sea.

El segundo paso es entender la importancia del seleccionador a largo plazo. Si la idea es evitar que España vuelva a ser una selección autoparódica al estilo de Inglaterra, que consigue ilusionarse justo antes de cada torneo —¿te puedes creer que ahora suena Roberto Mancini… y que hay gente a quien le gusta la idea?— solo para volver a pegársela en cada campeonato, es momento de tomar decisiones valientes.

Como dice el tópico, no hay selección pequeña y hay que pensar en el próximo partido. Imagen vía Reuters

Los nombres que han sonado hasta ahora son prácticamente lo opuesto a dicha valentía. José Antonio Camacho es una vuelta al pasado sin ningún sentido; Joaquín Caparrós es un excelente formador, lo cual es un punto a su favor, pero ni su lenguaje futbolístico es el mismo que ha hecho triunfar a España ni parece tener el potencial de entrenador de superélite por el que cabría apostar en este caso.

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Evidentemente, lo ideal sería que la Federación contase con un Unai Emery, un Pep Guardiola o —¿por qué no?— un Paco Jémez preparados para pasar diez o doce años en el cargo; dado que todos están ocupados en clubes, quizás sea el momento de apostar por un técnico joven y prometedor. Al fin y al cabo, el altísimo nivel de los entrenadores españoles, cuya formación es espléndida, es una ventaja competitiva enorme que hay que aprovechar.

Mira, aquí un potencial seleccionador. Foto de Christian Hartmann, Reuters

El tercer paso es seguir con el excelente trabajo de las canteras españolas, que son muchas y de mucho nivel, pero cuyos productos difícilmente terminan reunidas en un solo club. Este hecho facilita enormemente la cohesión de la selección: solo hay que ver el rendimiento de las Italias basadas en la Juventus de Turín o de la España basada en el FC Barcelona.

La selección, pues, puede esperar a que el Barça disponga de otra gran generación de canteranos —el Real Madrid no podrá tenerla mientras Florentino sea presidente, y los demás clubes tampoco mientras culés y merengues dominen el mercado con mano de hierro— o dar un salto cualitativo por sí misma. Toca coordinar el magnífico trabajo de las escuelas y seguir profundizando en la profesionalización de la formación.

Los tiempos de cambio siempre son apasionantes, y España claramente pasa por uno de esos momentos clave. La pelota está en el tejado de la Federación.

Por desgracia, no puedo decir que esto último me inspire demasiada confianza.

Sigue al autor en Twitter: @kj_mestre