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el surf no es solo estética

Robótico o no, el nuevo rey del surf es más auténtico que todos los demás

Muchos le critican por su estilo, eficaz pero poco plástico: sin embargo, el brasileño Adriano de Souza ha alcanzado la cima del surf mundial siendo fiel a sus orígenes.
Imagen vía WikiMedia Commons

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Como ya debéis saber, Brasil es el campeón mundial de surf por segundo año consecutivo. A partir del próximo año tendrá diez representantes en la World Surf League, el mayor torneo de esta disciplina: una tercera parte del total de competidores… y más que países que hasta ahora habían dominado el surf como EEUU y Australia.

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Los estadounidenses ya no están en la cresta de la ola. Nunca mejor dicho. Con la victoria de Adriano de Souza en Pipeline, Hawaii, la revista Stab Magazine —una de las principales publicaciones australianas sobre el mundo del surf— define al brasileño como Yo, robot, una alusión peyorativa por su estilo "duro" sobre de la tabla.

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Esta acusación, en realidad, es más bien una venganza por el hecho de que De Souza ahogó los sueños de conseguir el título al triple campeón australiano Mick Fanning. El estilo de este brasileño de 28 años puede que no sea muy plástico, pero es lo que se necesita para un campeón: mucha dedicación, un físico impecable, una buena estrategia para usar la presión como ventaja y la capacidad de entrar en la mente del oponente y manipularla a voluntad.

La victoria de De Souzaconfirmó la hegemonía brasileña esta temporada y obliga a revisar el estereotipo según el cual el surf es un deporte para los ricos estadounidenses. Esta idea acompañó —y limitó— a los surfistas brasileños durante muchos años, pero hoy en día el surf es un deporte de caras como la de Adriano, de rasgos étnicos mixtos y orígenes modesto.

El país del fútbol necesita asumir el cambio y hacerlo suyo. Actualmente, Brasil es tierra de surf debido a una generación de oro que creció durante el boom de consumo de la clase media de hace algo más de una década. En los años 80 y 90, viajar a lugares como Hawaii era una tarea casi imposible; en la primera década de los 2000, en cambio, el sueño se hizo factible.

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Los estadounidenses han cambiado su punto de vista. Ahora es el propio Brasil quien revisa los conceptos. El surf se consideraba una actividad recreativa vinculada a un tipo de gente poco seria y a los niños de papá con dinero y la vida solucionada. Estos, durante los 60 y 70, se iban de Río de Janeiro para buscar las mejores playas y las islas más paradisíacas para practicar un deporte elitista.

De Souza es la antítesis de todo esto. Adriano no nació rodeado de esplendor: más bien lo contrario. El surfista paulista sido un guerrero desde sus primeros pasos en el deporte.

Hijo de Luzimar y Jonás de Souza, dueños de un modesto bar en São Paulo, Adriano ha sido siempre criticado por su estilo. No solo los estadounidenses se han cebado con él; también lo han hecho multitud de brasileños que, durante los últimos seis meses, decían que esta era la última oportunidad de Adriano para ganar un título mundial después de estar diez años en la élite. Si esto era cierto o no, solo el tiempo lo dirá: De Souza continuará siendo objetivo de las críticas y, como siempre le ha pasado durante su vida, para ser respetado tendrá que demostrar sus capacidades una y otra vez.

Adriano de Souza es el tipo de persona que, aunque apasionado, no se enoja fácilmente. Las críticas le entran por un oído y le salen por el otro. Nacido en Spring Garden, en las afueras de Guarujá, la costa de São Paulo, el surfista siempre ha tenido un objetivo muy claro en mente: quería ser el mejor del mundo. Ganó una tabla de surf a su hermano Angelo en una apuesta y empezó a destacar en la escuela Pirata, en Canto do Maluf, a 40 minutos a pie de su casa. A los once años ya tenía un pequeño salario de un patrocinador local; a los catorce años se fue en autobús a Río de Janeiro para competir en su primera etapa como profesional.

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En las aguas de Río, De Souza fue campeón: el más joven hasta la fecha en ganar una competición profesional en Brasil, de hecho. Ganó casi 2.000 euros y una moto. Su victoria le aseguró un lugar en el circuito nacional, así que abandonó la escuela en el décimo curso.

"Era abandonar la escuela o continuar como aficionado", aseguró Adriano una vez en la playa de Campeche, donde reside en la actualidad. Luego vino el primer viaje internacional a Sudáfrica, y luego a Virginia, EEUU., para competir en las categorías Mirim, Junior, Pro Junior y Pro del NSSA. Fue campeón en Mirim y Junior, tercero en Pro Junior, y segundo en Pro; De Souza se marchó de Virginia con un contrato con Oakley bajo el brazo.

A los 15 años, cuando estaba disputando el World Pro Junior con rivales mayores que él, Adriano fue campeón de nuevo —el más joven hasta la fecha en la categoría— y se clasificó para la segunda división del Mundial de Surf WQS. En el segundo año de competición, cuando aún tenía 17 años, consiguió el pasaporte para la élite del surf… y ahí sigue.

Entre los mejores del mundo, Adriano nunca dejó de ser un surfista duro de roer. Americanos y australianos no tragaban fácilmente aquel brasileño que, entre otras hazañas, consiguió ser uno de los principales rivales ni más ni menos que de Kelly Slater, el mejor surfista de la historia. De Souza se mantuvo en el top-10 mundial durante 6 años consecutivos; durante los últimos tres años ha sido algunos meses el líder del ranking mundial.

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La injusticia, sin embargo, ha seguido persiguiéndole. A pesar de los títulos que gana Adriano, su patrocinador le paga menos que a un australiano que cosecha peores resultados pero tiene un atractivo comercial superior. Después de diez años de colaboración con la empresa, casi se quedó sin patrocinio la temporada 2013; afortunadamente, una marca brasileña de ropa surfera firmó con él. De Souza se convirtió en el único surfista de élite que tenía como patrocinador a una marca brasileña.

"Conozco a Adriano desde que él era aficionado", dice Raymond Peña, de 53 años, propietario de la marca que lo patrocina. "Vi una competición que perdió cuando era niño y su reacción me marcó, porque le afectó mucho pero dijo que tenía que trabajar más. Para mí fue la primera señal de que era un campeón, un hombre con un cuchillo entre los dientes".

De Souza allanó el camino para la aparición de la llamada 'Tormenta Brasileña', el grupo de surfistas liderado por Gabriel Medina que ha revolucionado el panorama de la superélite de la disciplina. De Souza es el "gran padre" de esta generación y su victoria en Hawai es la cúspide de la historia del surf brasileño.

Las olas brasileñas han pasado de ser coto privado de ricos a vivero de estrellas. Imagen vía usuario de Flickr GraceOda.

Hoy en día, incluso ganando, De Souza sigue con un patrocinador nacional con menos posibilidades que los de sus oponentes. Tras una década en la élite de este deporte, sus ganancias de patrocinio son más bajas que las de atletas con peores resultados, como el hawaiano John Florence, o incluso el también brasileño Gabriel Medina (que ahora tiene un caché muy alto debido al título conseguido en 2014).

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La razón es que el estilo robótico de Adriano no vende tanto. De Souza no surfea como les gusta a los anunciantes del mundo del surf y eso representa un gran handicap comercial. La autenticidad de su carácter, sin embargo, le define —aparte, claro está, de estar transformando el escenario surfero mundial. De Souza sabe quién es, de dónde viene y lo que quiere, y compite llevando esta mochila con orgullo.

Podemos decir, para calmar las mentes de los australianos, que Adriano puede que no tenga los mismos gestos técnicos de otros como Joel Parkinson o Mick Fanning. De Souza, sin embargo, representa una nueva escuela en un país donde el surf cada vez está más extendido. Es lo mismo que hicieron los alemanes con el fútbol cuando lo revolucionaron por la fuerza; es un ejemplo de que, también en el mundo de las olas, la fortaleza mental cuenta mucho.

De Souza fue llevado del agua hasta el podio por Jamie O'Brien, uno de los nombres más grandes del surf hawaiano actual. Así es como manda la tradición en el surf: el ganador no puede tocar la arena antes de pisar el podio. Además, el que lo carga siempre debe tener un motivo para hacerlo. O'Brien es uno de los tipos más duros de la competición: no es raro que eligiera a De Souza como sucesor moral.

De niño, Adriano tenía que viajar desde un tugurio guarujaense en un bus cutre para poder surfear con una tabla prestada. Hoy surfea las mejores olas del planeta y ve su nombre en el panteón de los grandes maestros.

Adriano de Souza es el nuevo rey de Hawaii —el nuevo rey del surf.

Sigue al autor en Twitter: @fgueiros