Desmintiendo el concepto de los "herederos" en el futbol profesional
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Desmintiendo el concepto de los "herederos" en el futbol profesional

Las comparaciones es la forma más fácil y directa empleada por cronistas y columnistas para expresar un análisis que todos puedan entender. Pero no se toma en cuenta el daño que se le hace al joven futbolista.

Cuando Kylian Mbappe salga a la cancha del Stade Louis II la tarde de este miércoles, lo hará con el peso de ser comparado con uno de los grandes del futbol. El joven delantero del Mónaco, con apenas 18 años de edad, ha disputado 44 partidos como profesional y ya se le ha etiquetado como uno de los futbolistas más talentosos que no se veía desde hace rato en Francia. Luego de anotar un gol contra el Manchester City en la victoria de su equipo 5-3 en el Etihad el mes pasado, Mbappe ha llamado la atención de muchos en Inglaterra, y no hay duda que cuenta con el potencial para realizar una excelente carrera. Sin embargo, a pesar de la evidencia que existe, la idea de que a este joven jugador se le catalogue como el nuevo Thierry Henry a una edad tan prematura resulta absurdo.

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Claro, Mbappe no es el primero futbolista que forma parte de este fenómeno de poner etiquetas a los jóvenes talentosos. Antes de su surgimiento, Anthony Martial era el nuevo Henry, apodo que se ganó después de anotar un maravilloso gol contra el Liverpool en su debut. Al verdadero Henry le tomó nueve partidos para anotar us primer gol en Inglaterra, aunque este tipo de detalles importan poco o nada al momento de hacer una comparación entre un joven talentoso y una leyenda del balompié – a quien jamás podrá emular o superar–. Existen pocos columnistas que siguen comparando a Martial con Henry en la actualidad, pues su paso por el Manchester United no ha sido del todo fructífero y ha anotado la mediocre cantidad de siete goles en 28 partidos esta campaña.

El primer y más simple de los argumentos es que comparar a un joven futbolista con un ícono –casi siempre después de una grandiosa anotación o un partido destacable– es dañino e injusto para el joven en cuestión. En realidad ningún joven prodigio debería ser el "nuevo" Henry, Messi, o Ronaldo, dado que hacer una comparación de esta magnitud mata de inmediato todo tipo de análisis objetivo, y por ende las conclusiones son negativas o se habla de fracasos. Además, lo único que crea son expectativas ilusorias en torno al rendimiento del jugador, estadísticas, y su estilo de juego en general. En algunos casos, la confianza de un futbolista adolescente puede ser frágil, y lo último que necesita es sentir más presión por culpa de algunas similitudes superficiales entre su juego y el de una estrella consagrada, tal vez el ídolo de su infancia. Para la gran mayoría de los futbolistas que inician sus carreras en el ámbito profesional, este tipo de cosas sólo representan una distracción innecesaria, un obstáculo mental más qué evadir que podría truncar su identidad dentro de la cancha.

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Si a esto le añadimos las expectativas de los fanáticos y la prensa disfrazadas de críticas, el detrimento psicológico será más evidente. Martial ha recibido mayor censura en la comparación con Henry, luego de que el joven delantero no pudiera estar a la altura del legado de un futbolista que quizás haya sido único en la historia del futbol. El caso completo era de esperarse. Martial tiene 21 años y, en caso de que hayamos olvidado, ha anotado 24 goles en 77 partidos para el Untied –nada mal para un jugador de su edad–. Desafortunadamente, sus números están muy lejos de las estadísticas de Henry, quien anotó 48 goles en sus primeras dos temporada con el Arsenal. Por esto es que las comparaciones entre futbolistas adolescentes y estrellas consagradas resulta absurdo e innecesario.

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¿Entonces qué tienen en común Mbappe y Martial con Thierry Henry, además de ser franceses y haber jugado para el Mónaco? En esencia la comparación parece reducirse al hecho que ambos son delanteros, jóvenes, y negros, es decir, que comparten la misma posición en el campo y el mismo color de piel. Aquí es cuando el fenómeno de las comparaciones se torna incómodo, ya que pareciera que está basado en no más que un criterio racial y una identidad étnica. Lo hemos visto una y otra vez con mediocampistas descritos como herederos de Vieira como Yann M'Vila, Geoffrey Kondogbia, Paul Pogba, William Carvalho, Victor Wanyama, y Etienne Capoue.

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Por supuesto, ninguno de estos jugadores estaría complacido si se les viera como el nuevo Roy Keane, ya que ninguno de ellos es blanco o irlandés. Es casi seguro que Martial nunca será visto como el nuevo Ole Gunnar Solskjaer, mientras que Mbappe nunca será considerado el nuevo Jean-Pierre Papin. Cuando lo vemos desde este ángulo, las comparaciones son engañosas y peligrosas, ya que si el perfil racial no encaja no hay razón para llevarlas a cabo.

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Este fenómeno no se limita a los futbolistas negros, aunque cabe resaltar que son ellos los que reciben más comparaciones de este tipo. En Sudamérica, docenas de jugadores han sido descritos como el nuevo Maradona, la gran mayoría delanteros y mediocampistas ofensivos con semejanzas físicas. Javier Saviola, Carlos Tévez, Sergio Agüero, y Ezequiel Lavezzi han pasado por esto más de una vez, casi siempre acompañados de grandes expectativas en su país, la cuales se tornan una pesadilla cuando fracasan con la selección argentina. Quizá el único jugador que ha logrado sacudirse de la etiqueta de Maradona es Lionel Messi. Sin embargo, como solemos escuchar todo el tiempo, Messi no ha ganado una Copa del Mundo con la Albiceleste, y en este sentido tiene que jugar bajo la sombra de las comparaciones con Maradona.

Como era de esperarse también, el más reciente cliché es aquel de comparar a los jóvenes futbolistas con Messi –en muchas ocasiones anclado a la nacionalidad del jugador–. Sin duda seguiremos escuchando este tipo de comentarios hasta que alguien pueda de verdad superar a Messi, lo cual podría ser hasta el fin de los tiempos de la humanidad. Pero si en el futuro alguien resulta estar a la altura de la Pulga –tendría que tener la misma estatura y hacer el mismo tipo de jugadas– entonces las futuras generaciones serían objeto de comparaciones con ese jugador, y el cliclo nunca terminaría.

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Cuando analizamos el por qué de las comparaciones, nos resulta evidente que se trata de la forma más fácil y directa empleada por cronistas y columnistas para expresar un análisis que todos puedan entender. El problema es que hay muy poca certeza en ello, y por lo tanto no informa o aporta algo al espectador, sino todo lo contrario: fomenta la falta de interés hacia los jóvenes jugadores y se crea una mala impresión.

El otro problema con las comparaciones es que al basarse en el color de la piel o la procedencia, los expertos están expresando sus prejuicios. Los jugadores no son intercambiables con base en su raza o nacionalidad, y por lo tanto decir que Kylian Mbappe es el nuevo Thierry Henry no sólo es innecesario sino inconsciente y burdo. Aunque el futbol es nostálgico por naturaleza y nos gustaría ver de nuevo a nuestros futbolistas favoritos, la realidad es que cada joven jugador es único, y debería tener la libertad de dejar su propia huella en el deporte.

@W_F_Magee