Cultură

Conductas objetivamente correctas durante las huelgas de metro

Lee esto para no comportarte como un capullo, por favor.
Huelga metro Barcelona

Los estados de excepción y las situaciones extremas son el escenario perfecto para desenmascarar a los cretinos, esa ingente masa de población que con sus pequeñas y viles intervenciones de egoísmo convierten las sociedades en sitios amorfos y desagradables, son la mancha de diarrea que convierte un agradable y lujoso jacuzzi en un pozo de pesadillas incontestables.

Una de estas situaciones de excepcionalidad —una de las que más me gustan, por cierto— son las huelgas de metro, esa situación de descontrol que altera mínimamente la vida de las personas pero que hace que estas reaccionen y se ofendan de forma exagerada, supurando su lado más malvado y menos empático. Es allí, en ese pequeño espacio apretujado de gente en el que el avance del tiempo resulta un elemento clave, donde el miedo, el estrés y el egoísmo se hacen más patentes.

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Pese a que la mayoría de veces estas huelgas estén justificadas por discursos coherentes y moralmente comprensibles, muchas personas no pueden tolerarlas porque, en un ejercicio de imbecilidad total, la idea de tener que dilatar su tiempo les parece insoportable, porque su vida y sus horas son las más importantes del mundo, más que la de todos esos otros usuarios de metro que intentan entrar al vagón para no llegar tarde al trabajo. Inútiles, justamente el tiempo y la capacidad de tener conciencia del mismo es lo mejor que nos ha dado la existencia, por eso muchos humanos llevan años intentando descubrir el secreto de la vida eterna. Lo único que tenemos es tiempo y es lo último que deberíamos querer que pasase rápido.


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Lo primero que debemos comprender es que nuestro enemigo principal no es el tiempo. Sí, puede molestarnos tener que esperar varios trenes hasta poder subirnos a uno, permanecer aplastados entre personas durante varios minutos o llegar tarde a los sitios, pero tranquilos, la economía de España o de la empresa donde curremos no se va a hundir por el hecho de que lleguemos una hora más tarde.

Si somos sinceros con nosotros mismos, veremos que nuestros trabajos no tienen sentido, no se basan en recoger fruta o construir cobijos contra los arrebatos violentos de la naturaleza, solo consisten en mandar mails para promocionar libros, conciertos o restaurantes; escanear libros del siglo XIX en una biblioteca o atender llamadas de gente que no sabe por qué el router ya no les funciona. En fin, no somos tan importantes, porque —noticia de última hora— somos personas completamente sustituibles, como todo el mundo y en todo (en el trabajo, en la familia, en el amor y, por supuesto, en el sexo).

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"No hay nadie que os necesite tanto como para que tengáis que pillar sí o sí este tren. Aprended a sacrificaros para que la gente no esté aplastada dentro del vagón"

Hay situaciones en las que el tiempo sí que podría ser importante, como cuando alguien tiene que ir al hospital a dar a luz o a un entierro, pero quizás en estos casos la mejor opción sea coger otro método de locomoción. La mayoría de los problemas que suceden en el metro durante las huelgas se podrían haber solucionado utilizando otro tipo de transporte (de eso tratan las huelgas de servicios), incluso yendo a pie, ese denostado sistema de transporte antediluviano.

El problema más letal es, evidentemente, el espacio. Se trata de un convoy muy pequeño en el que muchas personas quieren entrar, muchas más de las que caben. La poca frecuencia de trenes hace que la gente se acumule en los andenes y tenga que habitar en la incomodidad e intentar convivir sin dolor durante cortos o largos periodos de tiempo. Toda la estrategia para una coexistencia pacífica debería ir, entonces, dirigida hacia el objetivo final de economizar el espacio.

CONDUCTAS OBJETIVAMENTE CORRECTAS EN EL ANDÉN

1) La cosa empieza ya en el andén, ese momento de espera en el que los usuarios del transporte público ya empiezan a echarse miradas entre ellos para valorar movimientos y descubrir enemigos. En este momento es importante repartirse a lo largo de la estación para no generar cúmulos de presencia humana en un solo vagón. Muchos cretinos se acumulan en un mismo punto, ese donde se encuentran las salidas de las paradas más populares y transitadas.

Esta es gente que no cede ante la obviedad y que niega dentro de su cabeza la posibilidad de hacer un mínimo sacrificio por el bien común. Moverse seis metros y subirse a un vagón menos concurrido no solo les parece un esfuerzo atroz sino que lo entienden como una muestra de debilidad, como si los enemigos (los otros ciudadanos que quieren subirse en ese mismo punto del tren) se les hubieran cagado en la boca. Porque para ellos ir en metro durante una huelga significa asistir a una batalla campal en la que hay que aplastar el enemigo con estoicidad, firmeza y egoísmo.

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2) Es importante tener en cuenta que si, al llegar al andén, ya hay gente de pie esperado delante de las desoladoras vías, deberíamos evitar ponernos delante de ellos, pues nos estaríamos cargando todo su esfuerzo previo al intentar entrar antes que ellos. El tipo lleva siete minutos de pie mirando la nada con el fin de asegurarse un asiento en el tren de la felicidad, no intentéis joderle. Además, seguramente esté ahí porque hará unos minutos se habrá sacrificado para que otra gente pudiera entrar en el anterior tren y evitando subir al vagón a empujones a todo Dios y gritando “¡Avanzad, joder, no os quedéis en la puerta!”.

Puede que incluso lleven esperando en el andén veinte minutos, viendo dos o tres trenes pasar. La metáfora de la vida hecha realidad. Esta gente, cansada de su solidaridad, ha decidido plantase justo donde se detendrá la puerta del vagón para poder entrar de una puta vez y que se sacrifique otra pobre diablo esta vez. Respetadlos.

"A veces la cortesía es el cuchillo más afilado que existe"

3) Me da pereza recordaros esto pero, joder, cuando se abran las compuertas del tren dejad salir antes de entrar. Parece evidente pero en tiempos de crisis la gente olvida el protocolo básico de conducta humana y solo buscan la supervivencia. Hay madres que han abandonado a sus hijos en la estación para poder subir ellas y no llegar tarde a dejar los niños al cole (¿?).

4) Cuando la gente que tenía que salir ya haya abandonado el convoy, intentad entrar pero sin volveros locos. No hay nadie que os necesite tanto como para que tengáis que pillar sí o sí este tren. Aprended a sacrificaros para que la gente no esté aplastada dentro del vagón, una retirada a tiempo puede salvar vidas y evitar conflictos. A veces hay personas que no entienden esto y se ponen a gritar cosas como “tengo que subir sí o sí porque estoy llegando tarde al trabajo”. Ok, colega, como todo el puto mundo aquí presente. Gente que grita mientras los demás pasajeros le dicen que se calme y contesta con frases comodín como "yo es que tengo mucho carácter". Chusma humana de sentimiento barato a flor de piel incapaz de sentir vergüenza de sí misma.

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CONDUCTAS OBJETIVAMENTE CORRECTAS EN EL VAGÓN

Pongamos que habéis logrado subir al tren. Bien, ahora tenéis que aguantar un rato aplastados entre la gente. No pasa nada, no es el fin del mundo.

1) Cuando subís, lo primero de lo que os dais cuenta es de que sois varios los aplastados en la zona de la puerta mientras los de las zonas intermedias y pasillos están de puta madre. Por algún motivo la gente se queda quieta, acumulada en las salidas, temiendo quedarse atrapada cuando el tren pare en su estación. Hay peña que NO SE MUEVE y eso genera todo el caos y el dolor. Como buenos usuarios del transporte público suburbano, deberíamos intentar ocupar zonas más holgadas de gente y evitar no quedarnos en la puerta, pues ese es el sitio por donde, en la próxima parada, penetrará una nueva ola de personas que aspiran a poder ser aceptadas en el buque.

2) ¿Qué pasa con los asientos? En este entorno bélico hay que desprenderse de ciertas costumbres y tendencias morales heredadas de los momentos de paz y serenidad. Cuando lo más importante es generar espacio, no vale la pena tener asientos libres esperando para que una mujer embarazada o un cojo, que están a varios metros de distancia atrapados en una colmena humana, intenten sentarse. A la que haya un asiento libre debe ser ocupado de inmediato para liberar espacio y facilitar la vida de todos aquellos que estén aplastados en las puertas.

Entiendo que pueda ser difícil sentarse cuando hay un anciano a escasos centímetros de nosotros sufriendo su propio peso, pero la gestión para ceder el paso y el asiento causará aún más problemas y movimientos de gente mucho más violentos. A veces la cortesía es el cuchillo más afilado que existe. Además, pensad que cuando las personas están apretujadas unas con otras se encuentran en un estado de reposo y seguridad absolutos, nada puede caer al suelo ni salir disparado, “la unión hace la fuerza”, “todos para uno y uno para todos”, “Everybody, yeah, rock your body right, Backstreet's back, alright”. Ya sabéis, todo eso.

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"Por favor, intentad no sudar, apestar a cerveza o respirar muy fuertemente sobre la mano que alguien"

3) El tema mochilas y bolsas es muy importante. Tened en cuenta que muy poca gente va por la vida sin uno de estos complementos para acumular propiedades. En estos tiempos de tecnologías portables, es escasa esa actitud ascética de afrontar el día con la humilde compañía de unas llaves, una cartera y un cuchillo “por lo que pueda pasar”. Normalmente la gente requiere de ciertos objetos que posan dentro de bolsas de tela y cuelgan a su espalda o sobre sus hombros. Estas piezas ocupan un espacio que un convoy repleto de gente no se puede permitir, por eso, siempre que llevéis mierdas, quitaoslas de encima y posadlas entre vuestras piernas, estaréis dándole a una persona la posibilidad de penetrar en el tren y no llegar tarde al trabajo. Aunque solo sea una persona, hacedlo.

4) Por favor, intentad no sudar, apestar a cerveza o respirar muy fuertemente sobre la mano que alguien está posando sobre una de esas barras para apoyarse y que está MUY cerca de vuestra nariz.

5) Con toda esa gente acumulada es fácil caer en invasiones sutiles de la privacidad. Estando tan apretados, es fácil descubrirse a uno mismo mirando la pantalla del móvil de un desconocido. Entiendo que es una situación de excepción en la que somos incapaces de hacer nada para entretenernos (sacar un libro o acceder a nuestro móvil) y es muy tentador sacar divertimento de un dispositivo ajeno.

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¿Verdad que es incómodo cuando alguien que está sentado a vuestro lado observa tranquilamente vuestra rondita de Instagram y os da miedo darle al like a algo? Pues eso, además, la vida de los demás no es nada interesante, os lo digo porque yo siempre que espío móviles en el metro me encuentro con material de muy poca calidad. No sé, entreteneos mirando las paradas del metro, el bigote de la peña o pensando dónde diablos vais a ir a vivir después del divorcio.

6) Aunque sea tentador, no robéis. Hay gente a quien esto le pueda costar, pero intentad no meter la mano en un bolsillo ajeno y sustraer una propiedad ajena pese a que haya móviles bien caros y carteras bien repletas por esos lares. El tema es que, si os pilla alguien, tendréis las de perder porque no podréis escapar. Los vagones concurridos son una encrucijada letal y se alzará una turba de gente buscando justicia. Pensadlo, durante las huelgas de metro los clásicos ladrones no se bajan al subsuelo, se quedan en casa cocinando platos suculentos o leyendo a Žižek.

7) Es muy buen truco pero no lo hagáis, me refiero a eso de fingir que el vagón está lleno apoyando la espalda en la puerta del tren para desde fuera parezca que estáis apretadísimos. Al fin y al cabo con esta técnica solo lograréis estar un poco más cómodos dentro de la incomodidad.

CONDUCTAS OBJETIVAMENTE CORRECTAS EN EL MOMENTO DE SALIR

1) No hagáis de estatuas humanas, no hagáis como que no os podéis mover. Si tenéis gente detrás que quiere salir del metro, no os limitéis a girar sutilmente sobre vuestro eje, salid un momento del puto vagón, dejad salir y luego volved a entrar. Os garantizo que luego podréis volver a entrar sin problemas, aunque no os lo parezca. No os atéis sentimentalmente a un sitio, no pasa nada si os movéis un poco y luego acampáis en otro spot distinto. Vuestra inmovilidad puede promover el fracaso ajeno y dejar a gente encerrada en el metro cuando realmente quería salir. Dramas muy fuertes. Llantos.

2) Cuando sea vuestro turno de bajar, no os pongáis nerviosos y no empecéis a preguntar a todo Dios si “¿Vais a bajar? Yo bajo en la próxima. ¿Bajáis en la próxima? ¿Me dejáis pasar?”. Relajaos, colegas, es muy improbable que os quedéis atrapados para siempre en un tren. Pensad que normalmente la mayoría de gente baja en las mismas estaciones grandes con transbordos importantes porque todos hacemos lo mismo y vivimos la misma vida (jugar-crecer-estudiar-enamorarse-trabajar-echar de menos el pasado-jubilarse-morir), no os creáis tan especiales como para pensar que seréis los únicos en bajaros en puta Plaza España.

En fin, en vez de enfadaros, mantened la calma y respetad el derecho de huelga de los demás. No puede ser que estemos todo el santo día hablando de clase obrera y compartiendo artículos de “Zona Crítica” de eldiario.es o de La Marea y nos pongamos nerviosos cada vez que algo afecta nuestros pequeños flirteos con la burguesía cotidiana, pidiendo comida a domicilio a empresas con contratos basura e indignándonos porque el metro esté lleno de gente un día de huelga.

Sigue a Pol Rodellar en @rodellaroficial.

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