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Cómo hacerte millonario con el boxeo sin lanzar ni un solo puñetazo

¿Quién no ha oído alguna vez la famosa frase "Let's Get Ready To Rumble"? Pues aquí tienes la historia de su creador, un tipo que logró ganar millones con el boxeo sin ponerse jamás los guantes.
Foto vía AFP

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No se necesita ser un ávido seguidor del boxeo para conocer perfectamente el legendario grito suena siempre justo antes de los combates más importantes… ni para reconocer la voz de quien la pronuncia.

La ceremonia es bien conocida: primero suele salir el boxeador retador, acompañado de su equipo de entrenamiento y, a veces, de su promotor; acto seguido, el campeón reinante, el favorito para llevarse la contienda, o el boxeador invicto —casi siempre suele ser la misma persona— se presenta de igual forma.

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Algunos son más discretos que otros. Los underdogs, es decir aquellos por quien nadie da un euro, suelen hacer apariciones breves, yendo al grano, y pasan sin pena ni gloria. Otros entran con todo su esplendor, respaldados por un séquito de parásitos que lo único que logran es entorpecer el trabajo de los agentes de policía encargados de proteger al peleador camino al cuadrilátero.

Una vez ambos equipos ocupan el entarimado se nos presenta el primer clímax de la contienda. Antes de que ninguno de los combatientes dé un solo golpe, aparece un hombre en el centro del ring: un hombre cuya cara, elegancia y lenguaje corporal podríamos reconocer sin dificultad incluso teniendo el volumen de la televisión hasta su nivel más bajo.

Cuando este personaje se aferra al micrófono y prepara su cualidad más preciada —su voz—, los nervios y la ansiedad comienzan a fluir por los miembros del espectador, que toma consciencia de que el choque épico entre dos individuos, entre dos voluntades, está a punto de comenzar.

Tras una breve introducción del historial profesional de ambos boxeadores, el recinto se estremece ante un anuncio imprescindible:

"Let's get ready to rumble!"

La presentación del esperado Combate del Siglo fue lo único realmente bueno de aquella velada

Todo el mundo sabe que la frase será entonada en el mismo momento, por el mismo individuo, después de seguir ciertos procesos protocolarios que forman parte del boxeo. Pero a pesar de su predictibilidad, y por más paradójico que suene, el anuncio de Buffer tiene un sabor diferente cada vez que la escuchamos.

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Podría decirse que es el equivalente de todo aficionado del futbol al escuchar el himno nacional de su país en un Mundial, o el himno de la Champions League previo a un partido decisivo del equipo de sus amores.

Este magnífico enunciado no puede ser traducido de una forma justa. Decir "¡Preparémonos para arrasar!", o incluso algo más atrevido como "¡Estad listos para retumbar!", no solo suena absurdo, sino falto de sustancia. Simplemente se siente, y no importa en realidad saber qué significa: al final, el lenguaje es arbitrario. Es el sentimiento lo que importa.

¿Te has preguntado nunca, no obstante, cómo su autor, Michael Buffer, logró convertirse en la voz del boxeo y amasar millones de dólares con un acto tan fugaz?

Pues bien, según su hermano y manager, Bruce Buffer —quien también se gana la vida como anunciador de combates, pero en el octágono—, Michael cobra entre 15 000 y 30 000 dólares por cada aparición, que de media dura unos 15 minutos. Dicha cantidad también depende del combate por disputarse, ya que suponemos que en el infame Combate del Siglo nuestro amigo Mike debió cobrar un poco más.

En cualquier caso, Buffer ha sabido montárselo bien. Michael, nacido en Filadelfia (EEUU) en 1944, registró su famosa frase como un producto de propiedad intelectual: cada vez que alguien usa sus cinco palabras mágicas en un gran evento, Buffer cobra miles de dólares… o incluso millones.

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Se calcula, de hecho, que Buffer ha ganado cerca de 400 millones de dólares vendiendo los derechos de su frase a la industria del entretenimiento, incluyendo especialmente el deporte, la música y los videojuegos.

Bruce Buffer, hermano y manager de Michael Buffer, trabaja como anunciador en el octágono del UFC. Foto de Jason-Silva, USA TODAY Sports

El origen de la reconocida expresión se remonta a un día en el que Michael estaba viendo un combate de boxeo con el mayor de sus hijos. Buffer se dio cuenta que el anunciador no tenía madera para generar emoción y expectativa a la hora de anunciar a los contrincantes. Su hijo le dijo que él podría hacer lo mejor, pero que para ello necesitaría una frase "pegajosa" que lograra emocionar al público.

Buffer echó mano de un dicho que ya existía en el boxeo, utilizado por nada más y nada menos que Muhammad Ali. Antes de cada combate, el boxeador decía lo siguiente: "I'm so pretty. I'm ready to rumble"; Buffer decidió transformar este enunciado en un tipo de pregunta hacia la audiencia.

Buffer confiesa, sin embargo, que al principio su forma de ejecutar la expresión era más reservada por temor a caer en un exceso de dramatismo… hasta que uno de sus amigos, cantante de profesión, le aconsejó hacer una pausa después de su notable frase para crear expectación y dar a entender a la audiencia que era el momento de hacer mucho ruido.

En 2008, Buffer estuvo cerca de perder su voz y retirarse del boxeo cuando se le diagnosticó cáncer de garganta. A base de quimioterapias y una serie de cirugías, Buffer pudo recuperar su voz: hoy relata que su primera reacción luego del alta médica fue probar su voz diciendo "ladies and gentlemen", el fragmento que antecede a su renombrada frase.

Así que ya sabes, si algún día pensaste en dedicarte al boxeo para ganar una pasta pero te has dado cuenta de que eso de ahostiarte no es lo tuyo… quizás sería interesante dar unas clases de declamación. Tal vez ello te haga ganar tantos millones como a Michael Buffer.