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Rio 2016

Las Olimpiadas necesitan un villano y Rusia es el candidato perfecto | ES | Translation

Los Olímpicos necesitan un villano. No sólo el COI debería permitir a los rusos competir, también debería considerarlos un regalo caído del cielo.
Photo by EPA

"¿A quién deberíamos odiar los próximos Juegos Olímpicos de verano e invierno?" Esta fue la pregunta que planteó Richard Sandomir del New York Times en 1991 al tiempo que la Unión Soviética se desmoronaba. Después de descartar a Iraq, Libia, y Cuba como naciones insignificantes, Sandomir se encogió de hombros e informó que la CBS, en ese entonces poseedores de los derechos de los Olímpicos, tomaría un nuevo rumbo: serían más amables.

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Las simpáticas historias de interés humano siempre han sido parte de los Olímpicos. El reportero de política David Von Drehle se burló de la amplitud de estos segmentos de débil enfoque en la revista del Washington Post en el año 2000: "Una enfermedad que casi te mata es algo bueno, o un familiar muerto. Una granja familiar fallida, un miembro destrozado, una discapacidad, etc. Una madre amorosa, un padre ciego o una crisis de identidad sexual podrían ser material para un momento personal y cercano". Todo es parte del complejo olímpico industrial al cual Von Drehle se refiere colorida pero atinadamente como una "orgía comercial".

Dieciséis años después, nada ha cambiado. Al contrario, el torrente incesante de la falsedad de buenas vibras se ha identificado. En los últimos meses, mi correo ha sido inundado con reportes de relaciones públicas sobre atletas olímpicos prometedores, cada uno con una historia de lucha, o de cómo superaron las dificultades para lograr sus sueños. Estas historias son un amalgama de narrativas idénticas, las cuales por lo general terminan con una solicitud para promover sus productos.

Pero por fin estamos al filo de revertir esta tonta espiral. El escándalo ruso de dopaje nos ha dado una vez más un poderoso villano contra el cual competir. Esta vez, la batalla no es comunísimo versus capitalismo; más bien, se trata de los "limpios" contra los "sucios". El COI decidirá el viernes si los rusos podrán competir en Río. Sólo hay una forma correcta de hacer las cosas. No sólo el COI debería permitirles competir, sino también considerarlos una bendición del cielo.

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Es más, la participación de Rusia regresaría a los Olímpicos a sus orígenes. En gran parte de su historia, los JJ.OO han sido lo que George Orwell describió como "guerra pero sin disparos". Von Drehle argumenta convencido que el fundador moderno de las Olimpiadas, Pierre de Coubertin, estuvo motivado por la derrota de Francia en la Guerra Franco-Prusiana. Las Olimpiadas eran una forma de demostrar la superioridad nacional sobre arena en lugar de un campo de batalla. En 1928, la cabeza del Comité Olímpico de los Estados Unidos era el General Douglas MacArthur, quien después comandaría el Pacific Theater en la Segunda Guerra Mundial.

El Estadio Olímpico de Berlín, 1936. Bundesarchiv, B 145 Bild-P017073/ Frankl, A. / CC-BY-SA 3.0

Los Olímpicos de 1936 en Berlín fue la ocasión para que la Alemania Nazi demostrara su supuesta superioridad genética, y el resto del mundo lo desmintiera. Para muchos estadounidenses, era la oportunidad para luchar contra la narrativa nazi en un período donde la guerra por la guerra era imposible. Durante varias décadas después de la Segunda Guerra Mundial, las Olimpiadas fueron otro frente de la Guerra Fría, donde las formas de vida de muchos fueron puestas cara a cara para determinar cuál era mejor. Mike Eruzione, autor del gol del gane contra los soviéticos en 1980 en el partido de hockey apodado el "Milagro sobre el hielo", describió a los Juegos Olímpicos como "una forma de poner a prueba cuál era la mejor nación".

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Había mucho en juego. Antes de los Olímpicos de Helsinki en 1952, Arthur Daley escribió en el New York Times que los estadounidenses tenían que doblegar esfuerzos para vencer a los soviéticos. "Habrá 71 naciones en Helsinki", Dale continuó. "A los Estados Unidos les gustaría acabar con todos, pero el único que cuenta es la Rusia Soviética. La máquina de propaganda comunista tiene que ser silenciada. En los deportes, los hermanos rojos nos han retado. Vamos a callarlos".

El Comité Olímpico de los Estados Unidos se formó poco tiempo después en 1961, específicamente para mejorar las actuaciones de sus compatriotas ante los soviéticos, porque cada evento se trataba de un referéndum de los sistemas económicos y gubernamentales de cada nación. Cada medalla de oro soviética era exaltada por su máquina propagandista como "prueba irrefutable de la superioridad de las culturas socialistas sobre la cultura decadente de los estados capitalistas".

Los fans se lo creían. Por supuesto, el ejemplo fundamental fue la versión retransmitida (el juego no fue transmitido en vivo) del "Milagro sobre hielo", visto por 34.2 millones de personas; una cifra inconcebible para un partido de hockey en 1980. En contraste, la semifinal de 1992 entre EE.UU y el Equipo Unificado (conformado por 12 de las 15 repúblicas soviéticas) fue visto por 11.7 millones de personas.

En general, los niveles de audiencia de Estados Unidos para las Olimpiadas han bajado desde la era soviética, con la excepción de Londres 2012, el cual sobrepasó a casi todos, incluyendo a NBC. (Hay que tener en cuenta que las cifras oficiales de la televisora pueden ser erróneas, ya que cuentan el "número total de espectadores" sin tomar en cuenta el gran incremento de horas de transmisión en la década pasada). Esto se debió en gran parte por el gran número de medallas estadounidenses y una diferencia de tiempo para una mejor cobertura; las redes sociales también jugaron un papel importante al indicarle a NBC qué eventos eran de mayor interés para los fans. Pero Londres es la excepción, no la regla. Desde el final de la Guerra Fría, los televidentes olímpicos han sido constantemente menores de lo que se espera.

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El recinto acuático de Río. Foto por Michael Madrid-USA TODAY Sports

Por más que la gente se interesa por el escándalo de los Olímpicos, la mayoría parece estar aburrida de lo mismo. La cadena NBC lanzó una campaña de marketing de 100 millones de dólares este año —33 por ciento más grande que la del Londres— para hacernos recordar que los Olímpicos importan. (Sin duda le importan a NBC, ya que pagó 1.23 mil millones de dólares por obtener los derechos de Río). Los comerciales en su mayoría se enfocan en individuos. Una vez más, las "buenas historias".

Pero los Olímpicos no necesitan buenas historias. Necesitan malas personas. Gente a la cual chiflar en desapruebo. Los fans de deportes crean historias de la nada sólo para darnos a alguien a quien odiar: Cristiano Ronaldo, Tom Brady, Bill Belichick, y LeBron James son sólo los primeros nombres que vienen a nuestras mentes que detestamos simplemente porque sí.

El escándalo ruso de dopaje es la respuesta de nuestras oraciones olímpicas. Lo que hace es encender de nuevo una rivalidad deportiva que atrajo el interés olímpico hasta su existencia moderna. Los rusos son de nuevo los villanos natos, esta vez bajo la reputación de un programa de trampas apoyado por el estado que llega hasta el último rincón de la pirámide.

Vetar a los rusos en cualquier competencia acabaría con la mejor oportunidad de los Olímpicos en décadas para volver a ser relevante. El ridículo intento por mantener a los deportes limpios es un fracaso en todos los niveles, así que es tiempo de abandonar la máscara. Aunque es injusto para los atletas "limpios" tener que competir en contra de los tramposos, el desbalance competitivo no es mayor que el desbalance de recursos entre países que invierten millones y millones de dólares todos los años comparado con los países con presupuestos apretados. También se ignora la realidad que los atletas "sucios" han estado compitiendo así por décadas. Si no son los rusos, será alguien más. (¡Incluyendo a los estadounidenses!) Las Olimpiadas son una industria multimillonaria financiada por patrocinadores y televisoras para hacer dinero. No es algo cínico; es la cruda y obvia realidad.

Es hora te tratar a los Olímpicos como el producto de entretenimiento que es. Aceptemos la narrativa del tramposo versus el justo, incluso si es sólo una narrativa. Como Von Drehle escribió hace 16 años, "la gente quiere pelear, no un abrazo."