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Throwback Thursday

¿Qué se necesita para que los Olímpicos cambien de sede?

Los Juegos Olímpicos de Brasil no debieron llevarse a cabo. ¿Qué se necesita para cambiar de sede?
Wada Sanzō, Wikimedia Commons

¿Qué se necesita para que los Olímpicos cambien de sede? Es una pregunta que me planteé en repetidas ocasiones mientras Brasil se preparaba para albergar la edición 31 de los Juegos Olímpicos en Río de Janeiro. El costo de la organización y la situación política del país se combinaron para dar como resultado un evento que, bajo cualquier medida humana o económica, debió realizarse en otro lugar. Pero no fue así.

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El Comité Olímpico Internacional ha cancelado los Olímpicos tres veces en su historia —en 1916 por la Primera Guerra Mundial, y en 1940 y 1944 como resultado de la Segunda Guerra Mundial— pero sólo una vez ha cambiando la sede. Antes de que el COI cancelara los Olímpicos de 1940, votó para cambiar la sede de Tokio a Helsinki, Finlandia; decisión que se oficializó en 1938, es decir hace 78 años.

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El COI se reunió en Oslo, Noruega —mientras los preparativos se ponían en marcha para los Juegos de Berlín de 1936— en febrero de 1935 para escoger a la sede de la edición de 1940. La congregación fue polémica. Japón e Italia habían sido seleccionados como finalistas, y previo a la reunión, los italianos habían prometido a la delegación japonesa que se retirarían del proceso de selección. Acto seguido, Japón votaría por Italia para albergar los Juegos de 1944, y el trío de las Potencias del Eje estaría completo.

El problema surgió cuando los italianos se retractaron de su promesa al inicio de la reunión, argumentando que todo había sido un malentendido. El COI se vio forzado a posponer su decisión durante un mes, y los miembros comenzaron a discutir la posibilidad de escoger una tercera sede neutral —Helsinki— como una manera de mantener el acuerdo entre Italia y Japón. El plazo de un mes se convirtió en un año, Italia se retiró oficialmente y Finlandia se convirtió en el candidato oficial.

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Cuando el COI finalmente emitió su voto el 31 de julio de 1936, seleccionó a Japón por encima de Finlandia 36 a 27. La decisión fue trascendental. Después de los Olímpicos en Los Ángeles, el COI había estado bajo presión para mantener el torneo en Europa: el largo viaje en barco rumbo al sur de California seguía presente en las mentes de algunos delegados europeos. Pero no importó porque el COI, al elegir a Japón, había optado por un destino mucho más lejano que L.A., en gran parte porque comenzaba a verse a sí mismo como una verdadera organización global.

"La bandera olímpica consiste en un fondo blanco con cinco círculos intercalados que representan los cinco continentes del planeta", Arthur J. Daily escribió en un artículo para The New York Times en el que dio a conocer la decisión. "De los cuales dos, Europa y América del Norte, han sido sede de todos los Olímpicos del pasado. El propósito es que tarde o temprano la antorcha olímpica recorra todo el mundo y que algún día cada uno de los continentes albergue una edición de los Olímpicos". Han pasado 81 años y África aún espera su oportunidad.

Si el COI hubiese tomado en consideración las situación política de Helsinki y Tokio, los Olímpicos se habrían ido a Finlandia. Meses antes de que se emitieran los votos, Japón sufrió un golpe de estado. Los miembros del ejército utilizaron el golpe de estado fallido como un pretexto para ejercer más poder sobre el gobierno: uno de los pasos hacia la militarización que Japón daría en los años siguientes, y que culminaría en Pearl Harbor y la Segunda Guerra Mundial.

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Previo al voto del COI, Daily preguntó al presidente del COI, Henri de Baillet-Latour, si el intento del golpe de estado afectaría la decisión del COI. Baillet-Latour respondió, "No tengo que ver con la política" —frase que los mandatarios deportivos repitieron innumerables veces en las siguientes décadas.

La noción de que el presidente del COI trate asuntos exclusivamente deportivos resulta ridículo en la actualidad, y fue increíblemente absurdo en la década de los 30. Para ese entonces, los Juegos Olímpicos habían evolucionado en un sueño propagandístico, y alcanzaron su punto más alto en el torneo de 1936 de la Alemania Nazi: Hitler los usó para engrandecer el fervor nacionalista y mostrar la supuesta superioridad de la "raza alemana".

Los japoneses estuvieron conscientes de ello. "Luego del sentir que dejó el torneo olímpico de Berlín, el estado japonés incorporó varias técnicas alemanas para utilizar los deportes como un aparato de poder que ayudara a construir su nación", escribe Sandra Collins en su libro The 1940 Tokyo Games: The Missing Olympics, Japan, The Asian Olympics and The Olympic Movement publicado en 2007. Un gran número de textos con influencia nazi sobre educación física se tradujeron inmediatamente. "El deporte y la educación física se convirtieron en los componentes clave del Proyecto Nacional de Movilización iniciado por el estado en diciembre de 1937".

Para aquel entonces, Japón ya había comenzado su agresiva expansión militar en toda Asia. Conforme pasó el tiempo, Collins comentó para VICE Sports, "hubo un boicot en contra de Tokio de parte de Suecia y Londres. Hubo muchas críticas contra el COI por haber escogido realizar los Olímpicos en Asia. Por una parte por el costo, y por la otra por la violencia militar a la alza".

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De acuerdo con registros que Collins descubrió en el archivo del COI, la institución organizó un plan secreto de contingencia en marzo de 1938. Si Japón se retractaba de albergar los Olímpicos, el COI le concedería los Juegos a Helsinki. Fue justo lo que sucedió. El gobierno japonés decidió abandonar el proyecto en julio de 1938, no por la presión del boicot, y mucho menos en nombre de los supuestos ideales olímpicos de paz mundial y hermandad global.

"Conforme la guerra con Asia y China incrementó y el gobierno japonés se hizo cada vez más fascista y dueño de las fuerzas militares, los japoneses tuvieron problemas para atender la organización de los Olímpicos, en términos de presupuesto y materiales", explicó Collins. "A final de cuentas, todo se redujo a una decisión: ¿Utilizarán el metal para los estadios o para fabricar armamento de guerra como barcos y aviones?"

Yamto, barco de combate japonés. Fuente: Wikimedia Commons

Si Japón no se hubiera salido del proyecto, todo indicaba que los JJ.OO. se habrían realizado como se tenía planeado. Baillet-Latour nunca negó su posición apolítica, incluso cuando la situación en Asia se agravó. Varios miembros del COI compartieron su postura, entre ellos el presidente del Comité Olímpico de los Estados Unidos, Avery Brundage. "Está de más decir si nuestro Comité o atletas están de acuerdo o no con la política militar de Japón" Brundage declaró para AP en los primeros meses de 1938. "Nuestra única preocupación es asegurarnos de que Japón esté listo…La postura de la asociación ha sido constante bajo el ideal de que el deporte trasciende todo ámbito racial o político".

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El director deportivo de la Universidad de Harvard, William J. Bringham, fue uno de los pocos mandatarios deportivos que se expresó en contra de los Olímpicos en Japón, al asegurar para AP a principios de 1938 que era "lamentable que aquellos a cargo le regalen la oportunidad a las naciones violentas cuyos gobiernos no conocen la moral pública o el honor nacional".

"Estas naciones", dijo, "y especialmente Alemania en 1936, utilizan los Olímpicos como un símbolo de poder y gloria nacional. Echan a perder el propósito por el cual los Juegos Olímpicos renacieron".

El 31 de agosto de 1939, el COI votó para otorgar, oficialmente, los Olímpicos a Helsinki. ¿Qué se necesita para que los Olímpicos cambien de sede? Olvidar los principios. Lo que realmente se necesita —lo único— es que la nación anfitriona decida que es mejor no gastar el dinero para su organización. Conforme la Segunda Guerra Mundial se acercaba, la ciudad de Tokio se encontraba muy ocupada construyendo barcos de guerra; Río estaba dispuesto a asumir el costo. Los delegados olímpicos pueden asegurar que el torneo está más allá de la política, pero al igual que la guerra, todo se reduce a un conflicto político.

"Cambiar de sede en ese entonces tuvo que ver con lo que sucedía a nivel global y las naciones poderosas que tendían a politizar todo", comentó Collins. "Por lo tanto, los Juegos Olímpicos, aunque se diga que los deportes están por encima de la política, más bien están dentro de un contexto político. Siempre ha sido el caso y siempre lo será".

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Brian Blickenstaff es colaborador de VICE Sports: @BKBlick