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promesas no cumplidas

Petardos: Eddie Johnson, el rápido ascenso y la estrepitosa caída

Eddie Johnson conmocionó al futbol estadounidense por su calidad mostrada como adolescente. Sin embargo, a la hora de dar el gran salto en Europa, el ahora retirado delantero fracasó rotundamente.
Foto: MLS

"Sabes, en la vida muchas veces tienes que experimentar los momentos cuando te toca estar abajo, cuando las cosas no van bien, fracasar y volverte a parar para entender de verdad quién eres como jugador y persona", estas fueron las palabras de Eddie Johnson que inauguran un vídeo producido por la Major League Soccer en 2013. En ese entonces, el delantero estadounidense había regresado a su tierra natal después de un largo y decepcionante período en Europa, y se había convertido en una de las figuras más importantes de la MLS.

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Pero tan sólo dos años después, Johnson terminaría retirándose del futbol por una serie de sucesos desafortunados; se marcharía de las canchas con un amargo sabor de boca siendo consciente de que el "hubiera" no existe y, que de haber contado con un poco más de fortuna y disciplina, habría alcanzado logros importantes.

El ascenso: del barrio al campo de futbol

Puedo afirmar, sin miedo a caer en generalizaciones, —tal vez se trate del único enunciado que resulte cierto— que todo futbolista profesional sueña con formar parte de alguno de los clubes más grandes de Europa. También es cierto que existen unos cuántos que dedican toda una vida a una sola camiseta, pero muchas veces este tipo de situaciones se dan porque los jugadores nunca se vieron tentados por una cifra millonaria, y más importante aún, jamás se creyeron que en algún punto de sus carreras que podrían escuchar su nombre convertido en un cántico en Old Trafford, o ser elogiado por toda la grada del Signal Iduna Park. Cualquiera que sea el caso, Europa siempre está en la mente de todo jugador que busca trascender en the beautiful game…pero no todos corren con la misma fortuna.

Para un joven Eddie Johnson, el futbol era un deporte más que sólo existía a nivel recreacional, soso, practicado por la población blanca privilegiada. Crecer en Bunnell, Florida, no fue fácil para Eddie, ya que tuvo primero que sobreponerse a las condiciones adversas de vida que desafortunadamente suelen acompañar las zonas marginadas de una ciudad. El estigma social y, hasta cierto punto, el determinismo social fueron dos enemigos para Johnson desde temprana edad.

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Sin embargo, no estaba en los planes de Johnson convertirse en el próximo traficante de droga de la colonia, o en el proxeneta exuberante de la ciudad; en gran parte, gracias a una madre —quien de acuerdo con Johnson también fue su padre— que siempre vio por su bienestar.

La forma en que Johnson se encontró con el futbol no pudo ser más digna de un futuro que parecía haberle puesto, de antemano, todo en la mesa para poder triunfar. Durante un curso de verano, Eddie conoció a tres niños blancos que lo incitaron a jugar futbol, deporte del cual Johnson terminaría enamorándose. El padre de uno de esos niños, Bob Sawyer, trabajaba como entrenador del equipo local y adoptó a Johnson como un segundo hijo, pagando por los gastos de viajes, equipo y hospedaje. Johnson enfrentaría un segundo desafío, ya que al tratarse del único afroestadounidense del equipo llegaría a sentir que no encajaba en ese nuevo mundo.

Luego de disputar algunas temporadas con el equipo de Bob, Johnson sería invitado a participar con el conjunto sub-17 de los Estados Unidos, donde anotó 23 goles en 25 partidos. Después, en la sub-20, Jhonson logró reconocimientos importantes como el Botín de Oro de la Copa Mundial de Futbol Juvenil de 2003. A partir de ese momento, su vida cambiaría radicalmente.

En 2001, Johnson fue seleccionado, con 17 años, por el Burn de Dallas de la MLS. Sus primeros tres años en la liga no fueron muy productivos, ya que disputó pocos minutos en la cancha, y cuando se le presentó la ocasión, solía ser poco constante. En los cinco años que Eddie estuvo en Dallas, jugó 84 partidos y tan sólo anotó 24. Para un adolescente de 17 años los números tal vez parezcan aceptables, pero a juzgar por la fama y el alboroto que había alrededor de su persona, Johnson se había quedado muy corto.

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El desencanto en Europa

Si pudiéramos trazar un patrón de los diferentes caminos que cada uno de los mejores futbolistas de la historia ha tomado para llegar a la cima, podremos observar que la gran mayoría tuvo que sacrificar algo en su infancia. Cristiano Ronaldo dejó a su natal Madeira y a su madre a un temprana edad para poder jugar con el Sporting de Lisboa; Lionel Messi se mudó a Barcelona para perseguir su sueño que en muchos en Argentina veían irrealizable por su problema hormonal. Ejemplos como estos existen en todas partes, y sólo aquellos que han optado por tomar el riesgo han sido recompensados con la gloria del esférico.

En 2005, Johnson y su club dejaron pasar una oportunidad de oro. El Benfica de Portugal había ofrecido cinco millones de dólares por el fichaje de Johnson —lo que habría sido una cifra récord en la MLS—, pero el jugador y el equipo rechazaron la oferta. Ese mismo año, en mayo, el estadounidense sufriría una lesión en el pie derecho que lo mantendría alejado de las canchas hasta enero del siguiente año. Sin embargo, a Johnson le alcanzaría para disputar el Mundial de Alemania 2006, ya sea por su presencia mediática o porque el entrenador tenía confianza en que podría ser el jugador revelación del torneo. Después de la Copa del Mundo, Eddie sufriría un bajón en su nivel de juego.

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Su decente actuación en la competición más codiciada del futbol, logró llamar la atención de varios clubes europeos, entre ellos el Fullham, por quien ficharía de 2008 a 2011. Los cuatros años que Johnson pasó en Europa fueron una pesadilla. Primero porque al llegar al equipo más antiguo de Londres, Johnson fue prestado al Cardiff City de la segunda división inglesa; este sólo sería el comienzo de una serie de transferencias que acabarían con la ilusión de un joven Johnson.

Eddie pasaría como moneda de intercambio por el conjunto griego Aris Thessaloniki en la temporada 2009-10, para después marcharse al Preston North End a principios de 2011. En resumen: durante su odisea de cuatro años de duración, Johnson disputó 79 encuentros y sólo anotó la increíble cifra de siete goles. Era más que evidente que el delantero estadounidense no estaba cómodo en el viejo continente y que regresaría, al igual que varios de sus compatriotas, a la Unión Americana para poder rescatar algo de su carrera. El golpe anímico más severo para Johnson llegó en el 2010, cuando quedó fuera de la convocatoria de la selección estadounidense para disputar el Mundial de Sudáfrica 2010.

El premio de consolación

Después de su rotundo fracaso, Eddie fue comprado por el Sounders de Seattle en 2012. En dicho conjunto, el floridano mostró lo poco que le quedaba como jugador, y por momentos lució, incluso hasta llegar a convertirse en el máximo anotador del club —el nivel del futbol disputado en territorio estadounidense ayudó a su breve, pero intrascendente renacimiento—. En marzo de 2015, aquel niño que había sorprendido al deporte estadounidense le diagnosticaron problemas en su corazón, lo cual lo obligó finalmente a colgar los botines ocho meses después.

Edward Abraham Johnson es una víctima más de los factores externos que se presentan en el camino de millones de jóvenes futbolistas que buscan hacerse de un nombre en las grandes ligas europeas. Llámese destino, o negligencia propia, la prometedora carrera de Johnson cayó en un abismo del cual no logró salir del todo.