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Después de inspeccionarme el culo puso un pie sobre mi nuca y me dijo: "Ah, la curiosidad periodística. Tú dices que es de trabajo pero en realidad esto te gusta". Sentí una profunda vergüenza porque era cierto, pero de alguna forma extraña, el hecho de que estuviera pisándome la cabeza me reconfortaba. Esas son honestas búsquedas literarias y no chingaderas, pensé, y antes de reírme recibí el primer azote con un látigo. Así se hace la buena crítica lit. Otro. Rompí en llanto. Sabía que iba a llorar pero no tan pronto. "Mira qué suavecito es éste", dijo. Sí, era suave, pero luego me pegó con un lado que no era una superficie lisa, algo llamado leather strap.
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Era el turno de la cama de operaciones. Bocabajo, sin mordaza, manos y tobillos atadas de nuevo. Vicky se acercaba. Vara de bambú. ¿Cómo puede, el alimento de un panda, hacer tanto puto daño? Llanto de nuevo. Bastinado: un azote en las plantas de los pies. Vic, alcancé a decir, pero no, no aún. Bastinado. Una tortura bíblica. Santa Teresa de Jesús, moriste el 15 de octubre de 1582, yo nací el 15 de octubre de 1982. "Más pena le da/ vivir sin su esposo,/ y así en los tormentos/ hallaba reposo: /todo le es gozoso, /querría ya morir, /pues que con la vida / no puede vivir". 400 años. ¡Más alimento de panda, culera! Aguanta. No, no, no, no, no. Un vibrador contra mi ano.
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