FYI.

This story is over 5 years old.

Mundial 2018

La selección alemana también ha sido basura tramposa y la historia lo comprueba

¿Miedo? No.
Fotografía: Iván Stephens/Cuartoscuro.com

Artículo publicado por VICE México.

“El fútbol es un deporte que juegan 11 contra 11 y siempre gana Alemania”, o algo así va la infame frase de Gary Lineker y bueno, como presumen sus innumerables estrellas en el escudo de la Federación, parece ser que esa declaración es verdadera. ¿Lo es? Como lo harán todos los aficionados que tengan que enfrentarse a esta selección en el Mundial, es pertinente preguntarse por la historia de gloria y oscuridad que pintan las 5 estrellas de Alemania. Hay que llegar al partido con cabeza fría, sabiendo que no son invencibles, ni pulcros, ni guapos, ni mejores que nosotros, los mexicanos.

Publicidad

Si bien nuestra historia nos ha dado a grandes actores de la trampa –recordemos que Cuauhtémoc Blanco es el segundo jugador con más faltas falsas en la historia de los mundiales–, los del conjunto europeo no se encuentran muy lejos del escándalo y la treta. Tal vez tengan más títulos que México porque las suyas son trampas en equipo, en vez de tener estrellas particularmente tramposas. Hasta eso parecen hacer bien coordinados.

El escándalo más grave que circunda a la selección de Alemania tiene que ver con años de dopaje sistemático que, incluso, se dice que empapó al Mundial de México 70. Según el reporte “Dopaje en Alemania de 1950 hasta hoy en día” realizado por la Universidad Von Humboldt de Berlín, publicado parcialmente en diversos medios de todo el mundo en el 2013 gracias al periódico alemán Süddeutsche Zeitung, el dinero de los impuestos de los ciudadanos de Alemania Occidental desde 1950 hasta casi 1990 fue directamente inyectado como sustancias potenciadoras del desempeño en miles de atletas. Los futbolistas no fueron la excepción sino la norma. La desgracia, es de dimensiones titánicas. Actualmente el documento no es público por preocupaciones de “protección de datos”, según el libro Manual Routledge para droga y deporte y parece que, en su totalidad, logró ser enterrado sin que hubiera ninguna consecuencia para el deporte del país.

Una de las historias más bellas e increíbles de la historia del fútbol fue “El milagro de Berna”, en el mundial de Suiza 1954, donde Alemania se coronó campeón frente a la favorita Hungría de Ferenc Puskas con el resultado final de 3-2. Desgraciadamente, parece ser que fue una victoria no del todo tan milagrosa: según declaraba el reporte e investigaciones anteriores, durante el torneo, se estipuló que el cuadro alemán usó una droga basada en anfetaminas llamada Pervitin, desarrollada en la Segunda Guerra Mundial, para hacer más resistentes a los soldados nazis. A su vez, la historia del legendario cuadro que se coronó en 1974 liderado por Franz Beckenbauer no está exento de polémicas con “infusiones prohibidas”. El libro de Routledge antes mencionado habla del uso de esteroides anabólicos durante el torneo y en el cuadro que perdió la final en 1966 se comprobó que al menos tres jugadores dieron positivo por efedrina después del juego. La historia del éxito alemán, así lo menciona el libro, al menos hasta 1990, está inundada de estas dudas, injerencia de instancias gubernamentales e inyecciones económicas de más de 6 millones de dólares en laboratorios de medicinas en Friburgo, Colonia y Saarbrücken, para mejorar el rendimiento de atletas.

Fuera de la cuestión del dopaje, uno de los eventos más funestos de la historia de los mundiales fue protagonizado y orquestado por la selección alemana y la selección de Austria, conocido en los libros de historia como “La desgracia de Gijón”. En el Mundial de España 1982 durante la fase de grupos, el conjunto de Algeria logró lo que ningún equipo árabe o africano había hecho hasta entonces: ganarle a un europeo, Alemania, y también el primero en ganar dos partidos en una Copa del Mundo. El grupo 2, conformado por Chile, Austria, Algeria y Alemania perfilaba, para la última fecha, que Algeria pasaría a la siguiente ronda después de ganarle sorpresivamente a Alemania, perder contra Austria y ganarle a Chile.

El partido anterior a que sucediera “La desgracia de Guijón” fue Algeria contra Chile, y el equipo africano superó al sudamericano 3-2. Para que el equipo alemán y el austriaco (líder del grupo) ambos pasaran a la siguiente ronda el único resultado que lo permitía era que ganara Alemania 1 o 2 goles a cero, y así fue. Durante los primeros 10 minutos del partido Alemania atacó ferozmente a los Austriacos y cayó el primer gol. Los restantes 80 minutos, medidos por la mediocridad deportiva de ambos equipos, se caracterizó porque los jugadores simplemente se pasaban el balón entre sí y cuando había alguna jugada de riesgo o peligro, le pasaban el balón al portero para detener la inercia. Se cuenta que en el estadio, el enfurecido público español gritaba “¡que se besen!”, “fuera, fuera”, y hasta vitoreaban a “¡Algeria, Algeria!”. Se pidió a la FIFA que investigara los hechos como el amaño de un partido, pero la investigación no procedió y se modificaron las reglas para que en adelante los partidos finales o decisivos de grupos fueran al mismo tiempo.

Lejos de querer hacer menos a uno de los contendientes para ganar el mundial y primer rival de México. La intención es poner en perspectiva a un equipo que lo ha ganado todo, pero no significa que sea invencible. Lo que subyace de fondo, al final, no es establecer que Alemania no se merece sus estrellas, sino que México –o cualquier selección menospreciada frente un campeón– tiene el deber de honrar a la selección de Argelia de 1982 y las que le pudieron ganar no obstante que no jugaron dopados.