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Rio 2016

El trampolín olímpico es más divertido de lo que piensas

En la gimnasia en trampolín no existe el tiempo de recuperación; todos los saltos cuentan y deben estar acompañados de un truco. Un error y estás fuera.
Photo by EPA

Existe una disciplina olímpica tan llamativa que si sus atletas participaran sin camisa y con bermudas, probablemente serían invitados a concursar en los X Games.

Pero no.

Nos referimos al trampolín, controlado por la Federación Internacional de Gimnasia, la cual exige que sus practicantes usen "leotardos", "shorts de gimnasio", y chanclas que combinen. Los vendajes de apoyo ni siquiera pueden ser de un color más llamativo que el beige (en caso de que hayas perdido el índice del reglamento está estipulado en la Regla 6.3).

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En lugar de ver a Dong Dong en ESPN presumiendo que puede ejecutar 24 mortales y 15.5 giros en 20 segundos, a una altura de más de nueve metros y dentro de un área de poco más de dos metros por cuatro, mientras toca, brevemente, la superficie sólo diez veces, el campeón olímpico camina por las calles de Río sin ser reconocido.

La gimnasta estadounidense Simone Biles es mucho más famosa, sin embargo, cuando realiza su rutina más complicada de piso, logra ocho mortales y 4.5 giros en 90 segundos. Cuando el estadounidense David Boudia ganó el oro en Londres 2012 en clavados, completó 19.5 mortales y cinco giros en la final varonil que duró más de una hora.

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No hay tiempo de descanso en el trampolín. No hay saltos de prueba. Cada salto, mejor dicho "elemento", debe incluir un truco. Una falla y el juego habrá terminado…o peor.

"Cuando tenía 16 años, perdí todas mis habilidades", comentó Jason Burnett, el canadiense medallista de plata en las Olimpiadas de 2008 (quien competirá en Río el 13 de agosto).

"No recuerdo exactamente qué lo provocó", confesó Burnett refiriéndose al momento en que su mente se quedó en blanco, "pero por lo general sucede cuando te pierdes en el aire. Te desorientas".

Los trampolines se ven bastante sólidos, pero pueden ser impredecibles por las diferentes tensiones de los resortes y materiales; a veces no se sienten perfectamente nivelados, lo cual según Burnett, "puede provocar todo tipo de problemas con el transporte".

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"¿Cuándo fue la última vez que me asusté? Probablemente hace dos meses", dijo Burnett. "Estaba haciendo un Miller Plus que consiste en hacer dos giros con los cuádriceps y un doble mortal. Suceden tantas cosas a la vez que no hay tiempo suficiente para voltear al trampolín mientras ejecutas el truco. Tienes que confiar en tu cuerpo y en las repeticiones que has hecho. No siempre funciona. A veces pierdas la confianza. A veces tu cuerpo reacciona de diferente manera. Terminé calculando mal y tuvo un ligero accidente. Desde entonces ha sido mi truco menos favorito".

Jason Burnett en los Juegos Panamericanos de 2015. Foto por EPA

Burnett, como muchos practicantes de trampolín, cuenta con un historial en gimnasia, pero hay excepciones en Río.

El atleta olímpico de EE.UU, Logan Dooley, explicó que todo comenzó cuando brincaba sobre la cama de sus papás "obsesivamente", hasta que le compraron un trampolín cuando cumplió siete años. Sin embargo, nunca se sintió atraído por los aros, el caballo con arzones, o el salto. Dooley sólo quería rebotar y rebotar. "Soy un tipo raro", opinó sobre su caminos a los Juegos Olímpicos.

Brent Steffensen —competidor no olímpico que incursionó en este deporte a la edad de 21 años, realiza exhibiciones de trampolín en la actualidad, y es mejor conocido por sus destreza en American Ninja Warrior— confesó que se alejó de la gimnasia cuando era niño por culpa de los uniformes. "Me hacían burla todo el día. Los uniformes terminan por ahuyentar a muchos niños".

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Pero según Steffensen, el problema de imagen del trampolín no sólo es por sus uniformes, también por sus formas rígidas: dedos en punta, piernas rectas, buena postura. "Es muy cuadrado, y la gente prefiere los círculos", comentó.

"Al principio, cuando vi gente practicar parkour —flexionando las rodillas y pies— pensé que era la forma más incorrecta de dar una vuelta", dijo Steffensen. Después se dio cuenta que era algo más: estilo.

¿Qué pasaría si los organizadores de Río decidieran realizar los eventos de trampolín femeniles y varoniles en la playa? ¿Qué pasaría si los atletas usaran pantalones de mezclilla y playeras?

Los fans lo amarían, dice Trace Worthington, ex analista de NBC especializado en gimnasia en trampolín y esquiador olímpico de estilo libre. También es cofundador de un espectáculo de trampolín con temática de esquí y snowboard.

Worthington es testigo de cómo los atletas se relajan en un ambiente de exhibición. "Saca a relucir sus personalidades. De repente, están muy relajadas", comentó.

Dooley ha participado en algunos shows de Worthington, y está de acuerdo.

"Me encanta cuando el público se involucra. Se siente más como un performance y menos como una competición; las cosas suelen salir mejor para mí".

Cuando Dooley compite en China por puntos en el circuito internacional, "siempre traen buenos resultados, pero son demasiado educados. Todos son muy callados. ¿Qué les pasa? Es muy raro".

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Sin embargo, existe un movimiento innovador.

En Canadá, por ejemplo, el fenómeno llamado "Trampwall" del tamaño de un trampolín olímpico, pone a los atletas a rebotar con sus espaldas, en lugar de sus pies, y corren por las paredes y dan vueltas sobre las cornisas. Es bastante entretenido y la canadiense Samantha Sendel es una de las mejores en el mundo.

Por el momento, nos conformamos con Río, donde 16 mujeres y hombres tendrán que ejecutar dos rutinas en la ronda de clasificación, y cada una debe incluir diez trucos con giros y vueltas sucesivamente. Los primeros ocho avanzarán a las finales donde los atletas harán una sola rutina con diez trucos. Las mujeres compiten el 12 de agosto, los hombres un día después.

La gimnasia en trampolín tuvo su debut olímpico en el 2000. El puntaje se basa en la dificultad, la ejecución, y el tiempo de suspensión. Los atletas tienen en mente caer sobre la parte más suave del trampolín, en el centro de la X, porque les ofrece un impulso mayor. El rectángulo negro alrededor de la X también es de suma importancia porque caer fuera de éste resta, al menos, una décima parte de un punto de ejecución.

Por ello, si los deportistas de gimnasia en trampolín usaran playeras, sería más difícil para los jueces determinar el puntaje de ejecución.

Pero incluso si usaran los trajes más pegados, al menos un estigma permanece en pie: la cuestión sobre si el trampolín es siquiera un deporte. Toda actividad física que las personas puedan hacer en sus patios traseros tiene el mismo problema: voleibol de playa, tenis de mesa, hasta el golf es cuestionado.

Sin embargo, tenemos que recordar las palabras del ninja Steffensen:

"Cualquiera puede correr y nadar, y son parte de las Olimpiadas".

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