Jugando a baloncesto entre cabras y bananeros en Ruanda
Chris Cardoza

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Jugando a baloncesto entre cabras y bananeros en Ruanda

Viajamos al corazón de África para descubrir cómo el baloncesto ha aterrizado en Ruanda para ayudar a combatir el sida... y el doloroso recuerdo del genocidio.

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Cuando piensas en una cancha de baloncesto urbana, probablemente lo primero que te viene a la mente sean las calles de una ciudad estadounidense, con sus enormes edificios de ladrillo y cemento, rejas metálicas que rodean la pista y tipos jugando con camisetas de la NBA a ritmo de hip-hop.

Difícilmente pensarás en cabras que pastan tranquilamente en las lides de la pista a la sombra de bananeros…

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…a menos que estés en Ruanda.

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En este pequeño país centroafricano, sin embargo, el baloncesto ha empezado a conquistar el corazón de los locales. Entre la gente joven —el 67% de la población ruandesa—, el deporte de los aros es cada vez más popular: solo el fútbol lo supera.

En Ruanda, además, las pistas de baloncesto tienen un rol similar a los colegios o los centros sociales, donde profesores, médicos e incluso políticos intentan que los jóvenes olviden el pasado sombrío del país y poco a poco mejoren sus condiciones de vida.

Una ONG estadounidense con base en Boston, Shooting Touch, ayuda a promover el baloncesto como método educativo en Ruanda. Esta organización ya ha construido cinco pistas al este del país, ubicándolas estratégicamente cerca de bibliotecas, hospitales y centros de detección del sida —uno de los problemas más graves de Ruanda—.

Los ruandeses organizan torneos que reúnen a cientos de jugadores, amén de nutridos grupos de espectadores, responsables gubernamentales… y, por supuesto, las personalidades más famosas del país: en las medias partes de estos torneos, además, se organizan conferencias que abordan los temas más candentes y nadie quiere perdérselo.

Erick Niyitanga, de 18 años, en su casa en Nyamirama, en el este de Ruanda. Erick es entrenador de baloncesto: en su día tuvo que abandonar la escuela para mantener a su familia y normalmente trabaja en la construcción, pero nunca pierde la ocasión de ir a echar unos tiritos a canasta con sus hermanas y su hermano.

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Erick, frente a su casa de Nyamirama. La familia no ha tenido electricidad desde que su padre falleció hace tres años, pero él está luchando para cambiarlo.

Un artista pinta el logo de una conocida marca deportiva en una pista ubicada en Kayonza y financiada por la empresa en cuestión.

Un equipo calienta antes de jugar un partido en una pista financiada por Sam Presti, el 'general manager' de los Oklahoma City Thunder.

Pasifique Mutabazi, de 14 años, encara a un defensor en un partido entre Rwinkwavu y Nyamiram: el ganador del encuentro podrá disputar el torneo del fin de semana.

Mutabazi tirando un tiro libre. Su porcentaje de acierto es bastante notable, aunque Steph Curry aún le queda un poco lejos: cuestión de tiempo nada más.

Fabiola Niwenshuti, una estudiante de farmacia de 23 años, da una conferencia sobre el sida en la media parte de un partido organizado por Shooting Touch en Kayonza.

Una pista ubicada en Kayonza justo al lado de un centro médico dedicado a realizar tests de obesidad y de sida.

Contraste: un jugador muestra sus nuevas zapatillas deportivas, cortesía de Shooting Touch, y las antiguas. Sí, las antiguas son las de la derecha, por si no lo habíais notado (?).

Zapatillas y calcetines con estilo. En la NBA harían furor.

Un grupo de chicos de Kayonza muestra sus camisetas de los Lakers, cortesía de la franquicia angelina.

Gideon Ndatimana, de 11 años, nos muestra su técnica de tiro. Estamos seguros de que sus tiros libres son mejores que los de Shaquille O'Neal, de quien lleva puesta la camiseta.

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Isaac Turatsinze, de 8 años, con un aro viejo: en esta región las canastas deben cambiarse regularmente debido a los mates de los jugadores —pero, especialmente, al daño que sufren en la estación de las lluvias.

Una pista rodeada de árboles en Rukara. Los jóvenes tienen la responsabilidad de vigilar los animales de la familia, así que se los llevan consigo cuando van a jugar a baloncesto. Un poco como quien se lleva los deberes del cole al pabellón.

Sigue al autor en Twitter: @cdozaspeak