Las dos caras del maestro sin educación
Foto: Imago7

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#cállesecarajo

Las dos caras del maestro sin educación

"Cállese", "Cuando este cabrón se calle, yo regreso". Ricardo Ferretti nos muestra otro peculiar modo de dirigirse en conferencia de prensa.

Un tipo doble cara, así es Ricardo Ferretti, un personaje de luz y de sombra, un tipo bondadoso e iracundo cuyas leyes se basan en el temperamento de la vieja escuela educativa: enseñar gritando.

Para muchos, el "Tuca" es un maestro y un historiador del futbol mexicano. Un personaje por cuya dirección han pasado decenas de jugadores nacionales y extranjeros; siempre prefiriendo educar en sexto de primaria y no en primero, para los más pequeños no suelen haber muchas oportunidades de pasar el examen de admisión para el siguiente grado escolar.

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Ayer, tras ser eliminado por Rayados en el Clásico Regio, conocimos una cara desconocida de Ricardo Ferretti, o al menos, de quienes no seguimos el día a día del llamado "Tuca". Pero a la vez, recordamos la peor versión de un emblema del futbol mexicano, esos detalles del histérico cascarrabias, maleducado y visceral que nos lleva de la risa burlona y de pena ajena, a la molestia y a la nula sorpresa.

Para Ricardo Ferretti, la caballerosidad debe ser prioridad en sus conferencias de prensa, un detalle de educación que se aplaude para una persona que reconoce a las mujeres en un medio machista. Antes que un varón tome el micrófono y pregunte, todas las damas debieron ya haber formulado su cuestionamiento.

Toda regla de un entrenador que parece militar siempre debe ser respetada y no ignorada. De lo contrario, uno puede ver cómo es la transformación en la vida real y no en ficción de un hombre que se convierte en Hulk.

Tras el clásico, un reportero decidió criticar la postura o la idea de Ricardo Ferretti. ¿Por qué tengo que esperar a que todas las mujeres pregunten? El reportero argumentará igualdad de géneros y de oportunidades, otros le criticarán de machista y detalles por el estilo, mientras que el entrenador asegurará que siempre se ha manejado así. Todos tienen un tanto de verdad, pero también un mucho de culpa, empezando por el que debería poner el ejemplo.

El "Tuca" siempre será el "Tuca". Guste o no, como lo hemos dicho es una institución. Pero dentro de ese mar de leyes propias y decisiones ideológicas, debemos ser sensatos en un tema que por muy simple que sea, en este caso dentro del futbol, ha marcado una preocupante tendencia dentro de México: el "cállese" visceral, impaciente e intolerante hacia la prensa mexicana.

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México es un país difícil para hacer periodismo, sea del bueno o del malo, es más sencillo silenciar a la fuerza. Al reportero lo callan con un grito, le impiden su labor con un veto y lo llegan a silenciar con un plomazo.

Sí, suena exagerado, pero francamente eso es lo que está pasando en México.

Sabemos que el futbol es lo menos importante de lo más importante. Una frase muy trillada que tiene sus pros y contras, pues en el papel, un sencillo deporte es capaz de mover intereses, dinero e intenciones de la gente en su día a día. Ver la intolerancia de un personaje público en contra de la prensa es un pésimo ejemplo para todo aquel que ve la televisión, que tiene redes sociales y que puede llevar el tema de boca en boca con amigos y familiares. Si el "Tuca" es un maestro, qué pésimo maestro es.

No me importa creer que tuvo o no razón por el comportamiento del reportero. Hay detalles que no se pueden permitir, y lo de Ferretti en ocasiones raya en lo ridículo, en lo patán y en lo majadero, aunque después sus frases dicharacheras puedan hacernos cambiar de opinión, sacarnos una risa y hacernos olvidar de sus arranques.

Recordamos un poco el paso armonioso de Ricardo Ferretti en selección nacional, y la única palabra que se nos viene a la mente para definirla es falsedad. Esa voz serena y cordial con la que el "Tuca" se dirigió en el breve proceso con la selección mexicana solo nos deja una triste sensación que el entrenador brasileño no fue quien en verdad es.

La tolerancia que en aquel momento tuvo Ricardo Ferretti contrasta con lo intolerante que es cuando las personas no dicen lo que él desea que digan. Cuando alguien se atreve a romper un poco sus paradigmas, explota, vocifera, regaña, silencia y se larga dejando en un palmo de narices a todos.

Después de la tormenta, llegará la disculpa. La voz tranquila y serena, pacífica y cordial, la llamada de perdón, la bromita, el chistecito y la cara de abuelito amigable. En el fondo, hay un cúmulo de tensión que se irá llenando, y llenando y llenando, una especie de presión que en algún momento deberá estallar. Hasta eso, viviremos esa transición entre querer y odiar a Ferretti.

Cambiar a un joven es difícil, hacerlo con una persona más grande es imposible. Ricardo Ferretti seguirá siendo el mismo personaje de siempre, aunque en el papel, debería haber un poco de autocrítica sensata de sus arranques que lo llevan a hacer tonterias. No está mal ser un hombre de principios, está mal querer traficar con educación cuando esa palabra te acaba condenando.