Oribe Peralta, el ídolo de La Partida

La Partida es el lugar misterioso escondido entre las montañas, a 15 kilómetros de Torreón, donde se respira polvo y pelota. Ahí nació Oribe Peralta. El hombre, que no olvida.

Oribe vuelve a su tierra y el sol se despierta.

El fuego se enciende en los cerros y el atardecer hace el llamado.

"Soy su ídolo", dice un niño con la playera de México, mientras rompen las risas de los amigos, que visten con pantalones cortos y sueños altos. "Yo quiero ser como Oribe". "Yo también". "¡No, yo soy Oribe, mira!".

Ese es el lema de La Partida. "Ser como Oribe" es un objetivo, un deseo y un camino. El único camino…

Cuando el 'Cepillo' pisa Torreón, la pelota rueda con más fuerza y se incrusta con más tino entre los postes oxidados de las porterías, que aún conservan el perfume de sus goles…

Peralta jugaba hasta la deshidratación. Sus papás, Julieta y don Miguel siguen viviendo a dos cuadras de aquella cancha de lodo y piedras.

Como en aquel pueblo no sobraba la electricidad y la iluminación, la noche era el árbitro, que pitaba el final de los partidos. Y sólo así, el Oribe volvía a casa, con el sudor en la frente, de quien trabaja por sus anhelos desde pequeño.

Sus papás no se han mudado porque relatan que la tierra llama.

Y Oribe tampoco se ha ido. Nunca se ha mudado y nunca se irá. Mucho por la fidelidad, que también se inculca en aquellos lares de tractores y vacas. Por eso, quiere retirarse en Santos.

"Esa es la idea, mi forma de pensar, pero uno propone y Dios dispone", me confesó alguna vez el actual delantero de las Águilas.

Alejandro Irraragorri, presidente de los de La Comarca, lo ha confirmado. "Al final en esta vida todos estamos llamados a ser Santos".

Vendrán más tiempos de futbol profesional, como la Semifinal de la Liga Campenes de Concacaf, en la que Oribe pisa de nuevo su antiguo campo.

Santos y América juegan el primer partido para alcanzar la Final.

Oribe sigue jugando, desde el corazón, en aquella cancha sin pasto, a dos cuadras de la casa de sus papás…