FYI.

This story is over 5 years old.

News

Los talleres de armas clandestinos del Ejército Libre de Siria

Morteros improvisados, Kalashnikovs y todo tipo de armamento revolucionario.

Morteros improvisados en una camioneta del Ejército Libre de Siria en su fábrica secreta de municiones en Alepo.

Durante mis cinco meses en Siria, hubo una frase que escuchaba a los rebeldes decir todo el tiempo: necesitamos municiones y necesitamos armas de alto calibre. Este ejército improvisado que lucha contra Bashar al-Asad podrá estar armado con cuernos de chivo viejos, un flujo constante de jóvenes dispuestos a dar su vida en batalla, y una creencia inquebrantable de que Dios está de su lado. Pero se enfrentan a un régimen equipado con tanques y aviones de combate rusos, un régimen que tiene miedo de atacar a su propia gente con misiles scud y armas químicas, todo con tal de permanecer en el poder.

Publicidad

Los rebeldes y las fuerzas de Asad han llegado a un sangriento estancamiento; los rebeldes defienden su posición pero les resulta casi imposible avanzar, pues no tienen las armas ni las municiones necesarias para seguir empujando. El régimen dispara con artillería pesada contra las zonas residenciales tomadas por los rebeldes, matando a uno que otro soldado rebelde mientras destruye las casas de ciudadanos inocentes en el proceso.

Ésta, por supuesto, no es una situación ideal en la cual quedar atrapado. Por lo tanto, era inevitable que, tarde o temprano, los rebeldes dejaran de depender de occidente para el envío de las armas, y encontraran la manera de hacerlas ellos mismos.

Fábrica de cocteles Molotov de Mohamad en Salaheddin, Aleppo.

Decidí encontrar uno de estos talleres de armamento improvisado y comencé mi búsqueda en Alepo, la ciudad más grande de Siria y el centro del conflicto desde el comienzo de los enfrentamientos en 2011. En la línea de fuego, la cual atraviesa el barrio saladino de la ciudad, conocí a Mohamad de 17 años de edad. Él y dos amigos montaron una fábrica de cócteles Molotov en la antigua habitación de una pequeña niña. Mohamad me mostró cómo llena botellas de jugo con aceite, rellena la punta con hule espuma y restos de sábanas rasgadas, antes de encenderlas y lanzarlas contra las tropas del régimen.

Pero hay un gran problema con los cocteles molotov de Mohamad: suelen no explotar con el impacto. El único aceite disponible en las zonas controladas por los rebeldes es esa sustancia negra y espesa proveniente de las provincias desérticas al este Siria. Los rebeldes han capturado la mayor parte de los yacimientos de petróleo, pero las refinerías continúan en manos del régimen, por lo que los locales y miembros de tribus en las provincias deben refinar el aceite negro con equipo casero. Estos jóvenes en realidad no saben lo que hacen, y es por eso que el combustible que venden en la carretera termina por descomponer los vehículos y es completamente inútil para la fabricación de bombas molotov.

Publicidad

Un tanque en el taller de Abu Firas. El logo del regimen ha sido remplazado por el logo de los rebeldes.

Lejos de la línea de fuego encontré una operación un poco más profesional. Hace tres meses, Abu Firas, comandante del Ejército Libre de Siria, se dio cuenta que sus hombres se estaban perdiendo una oportunidad al atacar los tanques del régimen con explosivos y dejarlos incendiándose en la carretera. Ahora, cuando los rebeldes atacan un puesto de control del régimen, intentan mantener a los tanques en una sola pieza para poder transportarlos al otro lado.

"Ahora que estamos capturando armas pesadas, nuestra suerte va a cambiar", me dijo Abu. Me explicó que algunos soldados yihadistas particularmente temerarios de Yemen saltan sobre los tanques del régimen en movimiento, arrancan las compuertas y descargan sus armas sobre los soldados en el interior. Brutales e imprudentes, pero eficaces, y un método que provoca sólo daños superficiales al tanque.

Un tanque del gobierno de Siria capturado por los rebeldes recibe reparaciones en el taller de Abu Firas.

Los rebeldes llevan sus premios a un taller mecánico frente la oficina de Abu Firas, donde los reparan y preparan para el combate; un poco de soldadura y un nuevo logo rebelde para remplazar la imagen del régimen y están listos para pelear. Era Ramadán cuando visité el lugar, por lo que el mecánico no estaba trabajando. Mientras Abu abría las puertas del taller (nos encontramos frente a dos tanques camuflajeados, estacionados junta a una pickup Toyota) me cuenta que solía trabajar en bulldozers y camiones, y aprendió rápidamente cómo funcionaban los tanques él solo.

Publicidad

Después de mi visita al taller de guerra, me enteré de otro estudio de batalla rebelde, una fábrica donde los soldados construyen cientos de armas todos los días. El hombre encargado del lugar es Ahmad Afesh, líder de la Brigada Libre de Siria de Alepo. Estaba nervioso la primera vez que platicamos; nunca antes había permitido el acceso de un periodista a su fábrica, y tenía sus dudas sobre mi persona.

Un trabajador corta tubos metálicos para fabricar granadas en la fábrica de municiones secreta del ELS.

Después de dos días de negociaciones vía Skype y por teléfono, me dio su respuesta: me permitiría el acceso a su fábrica con la condición de que no fotografiara el exterior de la fábrica ni revelara su ubicación. Le dije que no tenía ningún problema con eso, y al día siguiente estaba en la fábrica con el comandante. Tomó algún tiempo para que mis ojos se adaptaran a la oscuridad, pero cuando lo hicieron, estaba frente a una especie de taller de Santa Clós durante la revolución industrial en Gran Bretaña. Sólo que en lugar de juguetes envueltos y máquinas de vapor, la fábrica estaba repleta de cajas con morteros y misiles; el lugar perfecto para una Navidad bélica.

Tras desmantelar las armas que recuperan de los puestos de control del régimen, los rebeldes han aprendido a reconstruir las armas del régimen, lo que quiere decir que las tropas de Asad son víctimas de réplicas fieles de sus propias armas.

Publicidad

Una estación de trabajo en la fábrica de municiones secreta del ELS.

Quince hombres fabrican 200 granadas de mortero al día en el taller de Afesh, junto con innumerables misiles, granadas de mano y cartuchos para los tanques capturados que se reparan en el taller de Abu Firas. Alepo es la ciudad industrial de Siria y, cuando los dueños de las fábricas huyeron del conflicto, dejaron un tesoro de maquinaria y materiales que los rebeldes han sabido aprovechar.

Un trabajador corta tubos de andamios para fabricar misiles en la fábrica de municiones secreta del ELS.

En una estación de trabajo, vi cómo un joven cortaba andamios para hacer cohetes. En otra, un trabajador daba forma y soldaba las puntas de los cohetes. Y en la tercera, una vez que el cuerpo era rellenado con explosivos, las dos piezas eran pegadas y selladas. Es una operación eficiente de la que Afesh está muy orgulloso. Sonreía mientras me pedía que inspeccionara el producto final.

"Llevamos dos años esperando que Occidente nos envíe armas y no han enviado absolutamente nada", me dijo. "Es hipocresía; su David Cameron habla mucho pero no hace nada. Ahora ya no necesitamos a occidente porque estamos haciendo nuestras propias armas".

Granadas fabricadas por el ELS.

En la esquina más oscura del lugar, Afesh me mostró una línea de producción de granadas. Rellenan cascos hechos de tubo delgado con clavos y explosivos, agregan un fusible, y los sellan con cera fundida. "¡Son mejores que las de Asad, mejor que las rusas!" me dijo Afesh mientras me mostraba un ejemplar. Tiene medio kilo de TNT y, según él, es cinco veces más potente que las que utilizan los soldados de Asad.

Un rebelde del ELS con una granada casera.

Me entregó una. "Esta es para ti, es un regalo", me dijo. La inspeccioné en mi mano mientras me preguntaba qué tan volátil es el TNT, cómo le explicaría a los guardias turcos en la frontera la presencia de una granada casera en mi mochila, y cómo rechazar amablemente el regalo del hombre a cargo de una fábrica de municiones. Por suerte, volvió a hablar antes de que tuviera la oportunidad de decir algo estúpido: "¿Por qué no se la tiras a David Cameron?"