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El futuro de los Pistons de Detroit depende de un cambio en las reglas | ES | Translation

A pesar de su eliminación en primera ronda de postemporada, Detroit tiene un futuro prometedor. Sin embargo, parte de su éxito dependerá de una sucia estrategia utilizada en contra de Andre Drummond.
Raj Mehta-USA TODAY Sports

Para los Pistons de Detroit, el acontecimiento más importante de la temporada baja en puerta estará más allá del control del equipo.

La campaña de los Pistons terminó con una paliza en primera ronda de los postemporada a manos de los Cavaliers de Cleveland. No se trata de una sorpresa, ya que los Cavs eran los primeros en la Conferencia Este y los absolutos favoritos —y lo seguirán siendo a lo largo de los playoffs de dicha conferencia, si LeBron James continúa sano—, mientras que los Pistons solo estaban probando las mieles de la postemporada después de mucho tiempo.

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Hay muchas razones para ser optimistas en la ciudad de los motores. La base de Detroit es joven y tiene posibilidades de crecimiento. El entrenador/presidente de Operaciones, Stan Van Gundy, se las arregló astutamente para conseguir aleros talentosos como Tobias Harris y Macus Morris. El novato Stanley Johnson parece ser un jugador prometedor. Además, la piedra angular franquicia del equipo, el pivote Andre Drummond, parece estar donde pertenece.

Sin embargo, Drummond es precisamente la razón por la que el futuro de los Pistons depende menos de lo que hagan para mejorar, y más de las decisiones del comité de competición de la NBA.

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Por una parte, Drummond es un joven fenómeno, tal vez el grandulón más atlético en la NBA. Tuvo una increíble cuarta temporada; logró ser convocado al All-Star Game, todo mientras lideraba la liga en rebotes, en definiciones pick-and-roll, y cumplía el trabajo a la ofensiva para mantener a una de las peores ofensivas d ela liga, en tiros y circulación de balón, a flote.

Por otra, Drummond no sabe cobrar tiros libres. De verdad, no sabe. Su porcentaje de 35.5 desde la línea de cobro es la peor marca para cualquier jugador que intenta 250 tiros en una temporada. Esto anima a los oponentes de Detroit a desplegar la estrategia hack-a al cometer, intencionalmente, faltas sobre Drummond —una táctica, a menudo efectiva, que convierte el mejor atributo de los Pistons en un estorbo—, y que puede dejar a Van Gundy con pocas alternativas, y dejar sentado a su jugador más importante.

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Pero se espera que los encargados de las decisiones de la liga, empezando por el comisionado Adam Silver, adopten nuevos cambios a las reglas este verano con el propósito de eliminar de tajo la estrategia "hack-a". Al igual que es difícil culpar a los entrenadores por sacar ventaja de una estrategia que funciona, es fácil percatarse por qué la NBA quiere eliminarla: nadie compra boletos o prende el televisor para ver al jugador más dominante como Drummond, o al pivote de Los Ángeles, DeAndre Jordan, aguantar faltas a 25 pies de la canasta, solo para ser subsecuentemente humillado en la línea de tiros libres. Es aburrido, traba el flujo del partido, y va en contra de las posibilidades. Es una variación para nada entretenida de las canasta de juguete de las ferias.

¿Cómo serán las reglas modificadas? Hasta el momento nadie sabe. Pero algo es claro: los resultados afectarán a Detroit más que a cualquier otro equipo en la liga, y posiblemente determinen su posición en la Conferencia Este como un exitoso recién llegado.

Cuando preferirías marcar tus propias faltas, como en el patio de recreo. Foto por Raj Mehta-USA TODAY Sports

Frente a los Cavaliers, los Pistons se vieron como un sembrado número 8. Reggie Jackson se las vio negras para terminar los partidos. Morris siguió combinando su seductor talento con anomalías exasperantes. Harris y Jackson estuvieron con altas y bajas durante sus primeras dosis de acción en playoffs, lo cual se esperaba. Detroit necesita un mejor respaldo de su jugador base, y más profundidad en general. Pero son cosas que pueden ser solucionadas con astutos movimientos del personal.

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A pesar de todo, los Pistons fueron competitivos en toda la serie (excepto en la segunda mitad del Juego 3). Kentavious Caldwell-Pope tuvo una tercera temporada extremadamente exitosa, en la que se erigió como uno de los mejores defensores de perímetro en la NBA, al tener un rendimiento bidimensional. Detroit debería ser más peligroso el próximo año, siempre y cuando Van Gundy —o la liga— puedan resolver el acertijo hack-a de Drummond.

En esta temporada, Van Gundy quitó con frecuencia a Drummond de la alineación de los Pistons conforme avanzó la campaña. A veces, Van Gundy ponía al suplente Aron Baynes incluso después de que las coberturas de hack-a concedidas en los últimos minutos de los juegos aparecieran. ¿El resultado? Drummond solo participó en el 70 por ciento de los minutos "finales" disponibles —es decir, en los últimos seis minutos y tiempo extra donde el margen era emnor a 10 puntos—. Esta fue la cifra más baja para cualquiera de los jugadores All-Star de la temporada, y por mucho la más baja entre los jugadores que no pertenecen a los Spurs de San Antonio o Hawks de Atlanta (ambos equipos siguieron un patrón de sustitución más igualitario que la mayoría de los equipos, generando más variaciones en los últimos minutos de juego).

Este es un problema, dado que Drummond es, seguramente, el mejor jugador de Detroit. Van Gundy ha estado moldeando, bajo consciencia, a los Pistons en algo parecido a sus equipos del Magic de Orlando liderados por Dwight Howard, donde su táctica para rodear a un centro, físicamente dominante, con tiradores versátiles y aptos para jugar en cualquier posición, lo llevaron a una aparición en la Finales y unos cuantos descalabros. Para los Pistons, el no poder desplegar todo el potencial de Drummond en la última parte de los partidos es como sacrificar constantemente a la reina en un juego de ajedrez: la victoria aún es posible, ¿pero por qué hacerla innecesariamente difícil?

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La cara que pones cuando no puedes dejar de cometer faltas a tu jugador principal. Foto por Tim Fuller-USA TODAY Sports

Este acertijo está compuesto por el hecho de que los Pistons tienen una ligera desventaja en términos de despliegue de talento alrededor de Drummond. Uno de los principales obstáculos del entrenador/presidente de operaciones es que su enfoque cerrado y a corto plazo puede provocar que se olviden detalles en el futuro. Para Detroit esto se ha traducido en el desuso de Josh Smith, una táctica defensiva desde el punto de vista más puro del basquetbol, pero mucho menos desde el lado financiero, dado que los Pistons le pagarán a Smith más de 5.3 millones de dólares por temporada hasta el 2020.

Además del fracaso de Smith, el equipo apostó contra sí al hacerse de los servicios de Jackson en agencia libre, y probablemente pagó de más a Baynes. ¿Por qué es importante? Porque una vez que Drummond espere recibir más dinero en su contrato durante la baja de temporada, los Pistons estarán cerca de su tope salarial. El panorama tal vez luzca un poco más optimista para el verano de 2017, pero Caldwell-Pope estará listo para un nuevo contrato para ese entonces también.

Habrá pocas posibilidades para sumar talento en cada temporada baja, y más para un equipo joven que está sobresaliendo. Pero también significa que Detroit necesitará sacar lo mejor de sus jugadores disponibles —si Drummond es tu mejor jugador, y tu plantel está armado para funcionar alrededor de él, es más que obvio que necesita tener más minutos sobre la duela cuando más se le necesita—.

¿El cambio en las reglas hack-a permitirá que suceda? Es demasiado pronto para saberlo. Predecir los efectos de un cambio en las reglas es un error. Pero es bastante posible que algunas de esas consecuencias puedan ser malas para los Pistons.

Por ejemplo, asumamos que la liga opta por una opción diferente que le permitiría a Detroit reiniciar una posesión en lugar de mandar a Drummond a la línea de tiros libres. En este caso, la estrategia adecuada sería hacer un partido muy físico cada vez que Drummond intentara involucrarse en la acción. ¿Por qué? Porque los árbitros podrían permitir este tipo de contacto, afectando el timing y el flujo de la ofensiva de Detroit, o podrían marcar la falta y le permitirían a los Pistons cobrar los tiros libres de Drummond, o tomar el balón desde el saque. Cualquiera de las dos opciones le da ventaja a la defensiva, ya que las jugadas que arrancan de un balón fijo son generalmente menos contundentes; además, el meollo del acertijo empieza por la pésima forma de Drummond para cobrar los tiros libres.

Dejando de lado el factor limitante de las faltas, dicha regla podría ser muy mala para Detroit. Y eso que es apenas una de las soluciones propuestas para la epidemia hack-a. Cualquiera que sea la conclusión tendrá un gran impacto en Detroit, probablemente mucho más grande que en cualquier otra franquicia.