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lucha racial

Larry Doby y su lucha racial: Ser héroe no fue suficiente

Del primero siempre se acuerdan, pero ¿del segundo? Él es Larry Doby, el segundo jugador de color en las Ligas Mayores.
Foto: Richard Meek / Getty Images

Larry Doby fue un hombre invisible en la lucha por la igualdad racial. Seamos francos… nunca nadie se acuerda de los segundos lugares. Sabemos que Rickey Henderson tiene el récord de bases robadas, pero ¿recuerdas quién está en segundo lugar? Probablemente no. Sabemos que el Apolo XI fue la primer misión espacial en la que un ser humano caminó en la luna, pero ¿cuál fue la segunda?. Bobby Unser lo define a la perfección: "Nobody remembers who finished second but the guy who finishes second".

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Fuckin' nigger! ¡Negro de mierda! ¡Maldito chango! y demás frases llenas de creatividad racial era la forma en que en alguna época, la sociedad blanca con sus aires de superioridad se refería a los miembros de la comunidad afroamericana. Eran los últimos años de la década de los 40's y en Estados Unidos se seguía debatiendo si los "pinches negros" merecían la oportunidad de ir a la escuela o de votar. Actos de violencia y de segregación eran el pan nuestro de cada día e incluso en algunas esferas se consideraba injusto, indignante y contrario a la ley que la gente blanca tuviera que convivir con esos "pinches animales". Eran otros tiempos sin duda… tiempos donde la estupidez se imponía. Afortunadamente en nuestros días ya son menos los casos de idiotas copetudos que siguen creyendo en separar por razas y en construir muros, pero bueno, eso ya es otro tema.

En el mundo de los deportes y concretamente en el béisbol, la situación no era muy distinta y si era mucho más evidente, sobre todo por la gran popularidad que el deporte ha tenido desde siempre en los Estados Unidos. Si bien, en los orígenes del deporte, allá por 1880 algunos afroamericanos participaron en la liga, en realidad el béisbol se constituyó como un deporte de blancos, y por más de 50 años se mantuvo así.

En 1947, Jackie Robinson rompería la barrera racial debutando con los Dodgers de Brooklyn de la Liga Nacional un 15 de abril y convirtiéndose en el primer jugador negro en formar parte de las Grandes Ligas en más de 50 años. Tuvo todos los reflectores, todas las miradas sobre él y por supuesto, toda la animadversión de compañeros y rivales. era un bicho raro, un extraño, un intruso, un loco que pisaba terrenos que no le correspondían.

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Por esas mismas fechas, un nombre sonaba con mucha fuerza. Larry Doby. Jugaba en las "Negro Leagues" y su desempeño era fantástico. Algunos equipos, los Dodgers incluídos habían estado siguiendo su carrera con la intención de ficharlo pero por algunos trámites y papeleos su contratación tardó un poco más de lo pensado.

Lawrence Eugene Doby fue una persona ejemplar. Más allá de sus impactantes dotes atléticas (fue atleta universitario en diversas disciplinas, béisbol y atletismo entre otras), fue una persona comprometida con su país. Su padre sirvió al ejército americano durante la Primera Guerra Mundial y de ahí adoptó su patriotismo. Con sólo 17 años, obtuvo su primer contrato profesional como beisbolista, ganando U$300 por jugar con los "Newark Eagles" de las Ligas de Negros y usando el sobrenombre "Larry Walker". Combinaba el deporte con sus estudios y aun así, en 26 partidos logró un porcentaje de batéo de .391,,, sencillamente espectacular.

Frenó su carrera como beisbolista para alistarse en el ejército y luchar en la Segunda Guerra Mundial. En 1944 terminó su servicio y regresó al profesionalismo amasando números impresionantes. No sólo lograba imponentes porcentajes de bateo, también sobresalía por su velocidad robando bases y su gran inteligencia en el juego. Llegó a ser uno de los principales prospectos y su color era la única limitante para que diera el salto definitivo a las Grandes Ligas.

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Mientras tanto, en Cleveland había un loco llamado Bill Veeck. Él era el Presidente en turno de los Indios de Cleveland y se había forjado la reputación de ser un hombre distinto y arriesgado. Tomaba decisiones poco convencionales (fue el que contrató a un enanito a jugar un partido profesional entre otros anécdotas) y estaba siguiéndole muy de cerca la pista a Doby. De hecho, desde 1942 Veeck había propuesto la integración racial en el béisbol, pero los dirigentes habían rechazado su propuesta.

Para 1947 su determinación de contratar a Doby era tal que incluso decidió comprar su contrato (y no solicitar una sesión o un préstamo, que hubiera sido mucho más económico) así que unos días, y U$15,000.00 después, Larry Doby era el nuevo jugador de los Indios de Cleveland. ¿Por qué Larry Doby? La respuesta para Veeck fue sencilla… además de su gran talento como beisbolista, tenía el perfil de ser alguien centrado, alguien maduro y culto y que tendría lo necesario para aguantar las ofensas y todo lo que se le vendría encima por esta decisión.

Larry Doby se convirtió así en el segundo ligamayorista de color y el primero en la Liga Americana. Si bien su contrato no incluía cláusulas raciales, si recibió consejos de Bill Veeck. "Tienes prohibido pelearte con un rival o un compañero, tienes prohibido discutirle a los umpires y si la gente te grita cosas, mejor no respondas. Recuerda que es el precio que tienes que pagar por cambiar la historia del deporte" fueron más o menos sus palabras.

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Sus números en grandes ligas fueron buenos, fue líder de cuadrangulares de la Liga Americana en 1952 y 1954. También fue líder de carreras impulsadas en 1954 con 126 y fue seleccionado al Juego de las Estrellas de forma consecutiva entre 1949 y 1955. Además, en 1954 quedó segundo en las votaciones al MVP, sólo detrás de Yogi Berra y fue parte fundamental del título logrado por los Indios de Cleveland en 1948, el cual toma especial importancia si considerábamos que en esa época se coronaban los Yankees un año si y otro también.

Sin embargo, nada de esto fue suficiente para que su nombre tuviera la trascendencia que merecía. Siempre será el eterno segundo, el que llegó después, el que estuvo 3 meses tarde. Jackie Robinson recibió todos los elogios, él es el símbolo de la inclusión, él tiene su propio día (el 15 de abril, todos los jugadores de Grandes Ligas utilizan el número 42 en su honor) y por supuesto, TODOS los equipos de las Mayores retiraron su número (Mariano Rivera fue el último jugador profesional en poder utilizarlo) sin dejar de lado la emotiva película que se realizó en su honor. Mientras tanto, Larry Doby es sólo una anécdota más, un jugador que si bien aguantó los insultos más humillantes, nunca tendrá su real peso histórico por haber sido el segundo. El New York Times lo definió a la perfección: "In glorifying those who are first, the second is often forgotten…"

Cuando dejó el béisbol profesional, Larry decidió seguir en el deporte de sus amores, iniciando una carrera como coach. Curiosamente, el béisbol profesional de los 60's y 70's nunca se había abierto a la posibilidad de tener un entrenador afroamericano, algo conocido en la vida de Doby. Se unió al grupo de entrenadores de Cleveland, sabiendo que estaría entre los candidatos a ser el manager general del equipo cuando se diera un cambio. Poco después y con Doby como primera opción, el coach general fue despedido, pero para sorpresa de todos, el equipo decidió que Frank Robinson fuera el entrenador de los Indios, lo cual lo convirtió en el primer coach de color en las Mayores. Con esta nueva decepción, Doby dejó el equipo y pensó en el retiro. Poco después, en 1978, Bill Veeck, su antiguo entrenador y quien ahora era el Gerente General de los Medias Blancas de Chicago le ofreció el puesto en su equipo, mismo que aceptó convirtiéndose si, en el segundo "pinche" negro que dirigía en las Grandes Ligas. Esta aventura duró poco.

De ahí, tuvo un breve período como Director de Relaciones Comunitarias con los Nets de New Jersey, equipo de la NBA y luego tomó un puesto de bajo perfil en la Liga Americana de béisbol. No fue hasta 1997 que recibió un poco del reconocimiento que merecía cuando se le invitó tirar el primer lanzamiento del Juego de las Estrellas que ese año se disputaba en Cleveland. Después de eso, la MLB dedicó una semana de honores diversos a Larry Doby. Más vale tarde que nunca ¿no creen? Finalmente, en agosto de 1998, el máximo reconocimiento que un beisbolista puede obtener llegó y Doby fue finalmente inducido al Salón de la Fama. El resto de su vida la pasó fuera de los reflectores y luchando por varios años contra el cáncer, enfermedad que finalmente le quitó la vida el 17 de junio de 2003.

Siendo una leyenda y un pilar indudable dentro de la lucha contra el racismo, para muchos Larry Doby será recordado como el eterno segundo, un puesto que por azar y por decisiones de terceros se ganó a pulso.

@HeroesyLeyendas