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David Ortiz ya no necesita al beisbol

David Ortiz se retira de las grandes ligas en lo más alto de su carrera.
Brad Penner-USA TODAY Sports

El mejor bateador de la Liga Americana es Mike Trout y tiene 25 años. El segundo mejor bateador cumplirá 41 años unas cuantas semanas después de la conclusión de la Serie Mundial, y anoche jugó su última temporada regular en la Major League Baseball. Su nombre es David Ortiz y simplemente, ya no necesita al beisbol.

Desde el 2007, cuando Barry Bonds y su porcentaje en base de .480 cayeron al purgatorio del beisbol, ninguna superestrella se había retirado del diamante con tanto aún por ofrecer. Probablemente tendríamos que regresar a los tiempos de Ted Williams y los porcentajes de .316/.451/.645 que logró en 1960 para encontrar a alguien similar.

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Antes de que sobreinterpretes el paralelismo con Bonds, tienes que saber una cosa: cada evidencia sugiere que Ortiz se retirará en los más alto —prueba de ello sus 37 cuadrangulares— jugando de la forma más inteligente que jamás haya jugado. "Al verlo jugar este año pareciera que ha alcanzado un nuevo nivel de dominio", comentó John Baker, veterano de las grandes ligas. "Cada oportunidad al bate es como un mini partido dentro del partido. Vive en un mundo enrarecido".

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Gran parte de ese "mundo" existe dentro de las 2,500 pulgadas cúbicas que conforman la zona de golpeo del beisbol profesional. Ortiz siempre ha sido un bateador paciente, es especial desde que llegó a Boston vía Minnesota, pero este año ha llevado su método selectivo a un nuevo nivel, negándose a golpear cualquier bola que sabe no podrá conectar.

"Sabe exactamente qué puede conectar y qué no", declaró uno de los ejecutivos de operaciones de beisbol para VICE Sports la semana pasada. "Puede reconocer los lanzamientos casi a un nivel personal".

Una de las habilidades más difíciles para los bateadores es aprender a reconocer los lanzamientos, incluso para los profesionales, y por ello se dice que Ortiz cada vez mejora en este aspecto, luego de su temporada número 20 de las grandes ligas. La única forma de aprender a diferenciar una bola con cambio de velocidad de una bola rápida es viendo una ridícula cantidad de lanzamientos y acostumbrarse a reaccionar ante cada uno de ellos.

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En efecto, el índice de strikeouts de Ortiz —tan sólo 13.5 este año— habla de un hombre que ha alcanzado consciencia de sí mismo en un nivel desconocido. Entiende a la perfección sus fortalezas y debilidades como bateador, y sus tiempos de reacción aún no decaen lo suficiente como para detenerlo. Ortiz es un bateador con la vista de un jugador de 20 años y con la experiencia de cuatro décadas incesantes de trabajo. Es una combinación devastadora.

En su temporada final, hasta los imparables de "Big Papi" tienen un brillo de dramatismo. Foto: Kim Klement-USA TODAY Sports

Dos estadísticas sobresalen. Primero, aunque su índice de bateo en la zona es el mismo de siempre, su índice de contacto con la pelota, 91 por ciento, es el más alto que ha logrado en su carrera. Por otro lado, su porcentaje (46) de impacto también es una cifra récord. Es difícil que se equivoque cuando la mitad del tiempo se encuentra destrozando pelotas. Juntos, ambos porcentajes ayudan a explicar por qué no hay algo turbio detrás del éxito de Ortiz: No se necesitan esteroides para mejorar.

Parte del cambio se origina por la temible reputación de Ortiz sobre la base del home. "Desde el momento que suena la música", dice Baker, "cuando se prepara para batear y lo ves adentro de la caja de bateo, parece estar en otro partido".

Enfrentar a David Ortiz al principio de su carrera significaba enfrentar a un jugador más. Enfrentarlo ahora es enfrentar a David Ortiz.

Y por lo mismo, los píchers cada vez le lanzan menos en la zona. Este año, Ortiz recibió el índice más bajo de lanzamientos en su carrera, sólo el 37 por ciento de las veces. Para poder sobrevivir, tuvo que evolucionar, y lo consiguió.

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¿Entonces por qué se retira? Es complejo responder. La mayoría de los beisbolistas de grandes ligas están tan concentrados para poder ser exitosos que no pueden concebir su vida más allá del diamante. No es algo malo, simplemente así funcionan las cosas. Se aferran al deporte hasta que no pueden jugarlo más, y ven su baja de juego lentamente hasta que un día se retiran.

"Una de las cosas que intentamos enseñar a los jugadores en la liga instruccional es que existe una diferencia entre 'tengo la oportunidad' y "tengo que", dijo Baker, ahora instructor y consejero de los Cubs de Chicago. "Cuando juegas beisbol profesional, 'tienes la oportunidad' de jugarlo. No 'tienes que' hacerlo. Y cuando llega el momento que estos chicos se dan cuenta de que tienen que hacerlo, y reconocen que ya no son los mismos, y optan por el retiro, qué mejor para ellos".

En su temporada final, Ortiz juega liberado y fácil. Después de conseguir básicamente todo lo que se puede ganar en este deporte —diez convocatorias para el juego All-Star, cuatro trofeos MVP, y tres títulos— tiene nada que demostrar.

Parte de su decisión tiene que ver con los hijos de Ortiz: dos hijas adolescentes y un hijo más pequeño; los tres crecen muy rápido. "Soy un hombre de familia", confesó Ortiz a Sports Illustrated a principios de año. "Me gusta estar con mi familia y hacer cosas con ellos, quiero asegurarme que todo está bien. Mis hijos están creciendo y pronto tendrán que ser más independientes. No es como cuando tenían cuatro o cinco años. Tienes que prestarles más atención ahora que son mayores. Estoy listo para el reto, es decir, quiero asegurarme que vayan por el camino correcto".

En algunos aspectos, la incredulidad colectiva de la liga en torno a la decisión de Ortiz de retirarse se reduce a este conflicto fundamental entre lo que esperamos que nos generará felicidad y lo que realmente lo hace. La mayoría de nosotros no puede concebir que esté por retirarse, pero Ortiz sí puede imaginarse una vida más allá del beisbol. Su temporada más proactiva —expresó la importancia de los jugadores latinos en el beisbol, habló del movimiento "Black Lives Matter" y de Donald Trump— ha mostrado su voluntad y consciencia por querer deslindarse de su estatus de superestrella bidimensional que el mundo tanto quiere ver hasta el resto de su vida, en lugar de verle como un ser humano realizado.

"Mi carácter importa mucho más que cualquiera de los home runs que he conectado. Tal vez inspire a algunos jóvenes beisbolistas para que intenten emular las cosas que logrado", Ortiz declaró a USA Today a principios de año. "Quiero que la gente le diga a mis hijos, 'Conocí a tu papá, era un chico con tremendo poder. Pero había algo mejor en él. Era una buena persona, un buen hombre'. Es lo que más me importa".